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Una explicación general de términos

La ecología como conocimiento se ocupa de las relaciones entre los organismos y sus entornos. El campo de la ecología y la salud, examina la influencia de las condiciones del entorno físico y sociocultural, en el bienestar fisiológico, social y emocional de los humanos y también de las distintas especies animales y vegetales, incluso microorganismos como parásitos y microbios.

Las interpretaciones recientes de la ecología en su aplicación a la salud humana, destacan una visión que reconoce a los seres humanos como parte integral e interdependiente del ecosistema global más amplio.

Un marco de comprensión

Primero: no estamos solos y, por consiguiente, la salud humana está relacionada con la interacción que mantenemos animales, plantas entre nosotros y con el ambiente. Segundo: el ser humano así como todas las especies animales y vegetales actuales, es el resultado de un proceso continuo de creación-evolución interactiva. Este proceso se ha estado desarrollando desde sus inicios dentro de un extenso espacio-tiempo. En esa dimensión ocurren todo tipo de fenómenos de interacción entre todas las especies. Sin embargo, ninguna especie ha tenido una presencia tan universal y poblado tantos territorios tan diversos como el humano. Las relaciones de este con los diversos tipos de vida, a lo largo del tiempo, se han vuelto cada vez más complejas, siendo cada vez menos determinadas por la naturaleza y más por el hombre quien con el desarrollo de su inteligencia, ha manipulado y continúa manipulando sus entornos de vida y de trabajo, interviniendo en todo lo que le rodea.

Y qué entonces de responsabilidad y compromiso humano

Partamos de un hecho. El hombre actual, cada vez más domina y configura la naturaleza. En tal sentido, el hombre, como ser social, cultural e histórico, si no queremos pecar de soberbios, cada vez más, adquiere el dominio de su entorno. Eso acarrea para la humanidad y con mucha razón –siendo en la tierra el único animal o vegetal con la propiedad de poder ético– el deber de respetar y cuidar los entornos en que vive y se desarrolla, para que los demás y con lo demás, puedan aprovecharlo con todos, en armonía y en beneficio de todos. En este sentido, el actuar del hombre hasta la fecha, ha sido atropellado y de poca inteligencia y claramente no ha podido asegurar la existencia ni la convivencia con los demás. Alguien, que no recuerdo, con mucha propiedad dijo: El hombre no ha podido combinar con sabiduría y justicia el don de poder con el requisito del debe ser.

En que desemboca una conducta irregular y codiciosa de compartir espacio tiempo entre humanos

En cambios sociales y ecológicos, y los cambios, en sobrevivencia y búsqueda de bienestar; pero a la vez en limitaciones e inequidades y entre ellas, en la enfermedad o la muerte.

Pero hay otro fenómeno que altera los mundos en que vivimos, y que tiene que ver con nuestro comportamiento entre hermanos, hablo de cómo nos comportamos como especie. En efecto y para empezar, en estos momentos, los beneficios del conocimiento no han sido distribuidos en forma equitativa, ni siquiera entre las naciones ricas y en ello no solo va inmerso lo político sino lo comercial, lo social etc. Lo que quiero decir es que vivimos en un mundo de desigualdad y diversidad, que a grandes rasgos está dividido en tres tipos de países: aquéllos que gastan mucho dinero para explotar recursos ajenos a su tierra y protegen los propios; aquellos cuyos habitantes comen para vivir y para ello tratan de equilibrar su medio ambiente; y aquellos cuyos habitantes explotan y no saben cómo proteger el futuro de su ambiente. Y muchos, sino la mayoría, exhiben una mezcla de esas situaciones. Esa diversidad de comportamientos humanos, da origen a una respuesta e interacción diferente del humano con los seres vivos en sus terruños y genera factores de riesgo y determinantes en su proceso salud-enfermedad y el de todas las especies que conviven con él.

¿Cuál es entonces la relación ecología-salud?

Hay dos planos en que debemos ver la salud: el plano social y el ecológico.

En el primer caso, como bien lo señala en su libro sobre La riqueza y la pobreza de las naciones (1999) David Landes, los tipos de sociedades y la forma en que se sitúan y explotan su medio los individuos, da origen a tipos de sociedades con toda su problemática ecológica ambiental y a su vez diversidad de enfermedades. Y nos habla de dos tipos de sociedades: una en que las personas se preocupan por la vejez, hacen gimnasia, se controlan y combaten el colesterol, mientras pasan el tiempo acompañadas por el celular, la televisión, los entretenimientos culinarios y bebidas, etc., que generan un tipo de proceso salud-enfermedad. En el otro extremo sitúa a las personas que configuran una sociedad, que tratan de seguir vivas y que padecen otro tipo de afecciones y enfermedades.

En el plano ecológico sucede lo mismo. Los planos en que se mueven las sociedades descritas arriba, dan lugar a una interacción (convivencia explotación) con el ambiente natural distinto, con un proceso de salud-enfermedad distinto.

En un plano de explicación más fino del fenómeno salud-enfermedad, hay que considerar como determinante en ese fenómeno, la interacción entre el hecho social y el ecológico. Las sociedades opulentas tienen y viven dentro de un ambiente diferente a las que no lo son (modo y estilo de vida) y la diferencia más impresionante se marca con el concepto de “salud-enfermedad y sus causales y determinantes” en que esta interacción social-ambiental y esas diferencias, se asocian con el deterioro del medio ambiente, que convierte el problema en dilemas político-sociales porque, por ejemplo, entre pobreza y riqueza, se supone no sólo el consumo sino también los residuos, no sólo la producción, sino también la destrucción. Son estos residuos y esta destrucción y su manejo y su dimensión, una gran amenaza el espacio donde vivimos y nos movemos y para nuestra interacción con la flora y la fauna que nos acompaña.

A la vez, en el aspecto ecológico, otra gran variable es el clima, tan relacionado con la industrialización y extracción y la forma humana de vivir y convivir. Por ejemplo, al interactuar con lo social y dentro de esto con la producción, se ha encontrado que todo lo que se acerca al Ecuador, valga decir, al trópico, tiende a ser pobre y a mantenerse en la pobreza, influenciado por el clima y las explotaciones y producciones agrícolas, particularmente por las altas temperaturas, que estimulan la proliferación de formas de vida hostiles al hombre, como los insectos, parásitos, microorganismos, que pululan con las temperaturas altas y la humedad y favorecen la multiplicación de parásitos y microorganismos y la transmisión más rápida de enfermedades como la malaria, la esquistosomiasis, la filariasis, el dengue, el Chagas, la leishmaniasis y la lepra, todo tipo de parasitismo intestinal, respiratorio, dérmico, etc.

No podemos negar que ante esas amenazas y gracias a los avances espectaculares de la biología, desde mediados del siglo XX, los extraordinarios progresos que ha tenido la medicina, el saneamiento y mejores medios de vida, han permitido que muchas de las enfermedades llamadas tropicales por su lugar de mayor presencia, ahora se controlen mejor, porque se previene, se trata, y se rehabilita mejor que nunca antes, dándole a la gente mayores oportunidades de vivir más largamente, en condiciones, también, mejores, aunque -correspondiendo ello a lo social- muy lejos se esté de proporcionárselo a las mayorías. Se ha logrado estimar, por ejemplo, que los medicamentos producidos por la industria farmacéutica en la segunda mitad del siglo XX, permitió el aumento de la expectativa de vida, aunque lo que más afectó ésta, fue una mejor dieta desde el nacimiento y el saneamiento ambiental, a tal punto que, entre todos esos factores, aumentaron casi al doble la expectativa vida. Ese tipo de dedicación al saneamiento y protección, no se ha seguido con los nichos ecológicos en que vive y trabaja el hombre

Puede la naturaleza alterar el proceso salud-enfermedad

Bien, el hombre a través de su evolución ha logrado saber, mas no del todo entender, que está por acá para compartir, no para destruir. Los humanos evolucionamos con la naturaleza durante millones de años. En estos momentos a nadie escapa, que las fatigas físicas y mentales asociadas con la vida moderna, están asociadas con una capacidad agotada de respuesta a la demanda ambiental social y natural, y se ha dicho y encontrado que, pasar tiempo en entornos naturales, permite a las personas superar esta fatiga mental y emocional y restaurar capacidades. Algunos científicos afirman que, en la reducción del estrés, pasar tiempo en la naturaleza, influye en los sentimientos o emociones, al activar el sistema nervioso parasimpático, para reducir el estrés y la excitación autónoma, debido a la conexión innata de las personas con el mundo natural. La influencia de la naturaleza en el desarrollo del niño es otro ejemplo; algunos postulan que los espacios verdes, brindan a los niños oportunidades como el descubrimiento, la creatividad, la toma de riesgos, el dominio y el control, que influyen positivamente en diferentes aspectos del desarrollo cerebral.

A estas alturas de la investigación, aun ignoramos mucho sobre las vías y mecanismos a través de las cuales la naturaleza puede afectar el proceso salud-enfermedad, incluyendo, entre otras, el aumento de las oportunidades de compromiso social y espacio para la actividad física, al tiempo que mitiga las exposiciones ambientales dañinas (por ejemplo, contaminación del aire, ruido, calor).

La facilitación del contacto social, que en el medio urbano es tan limitado, es un mecanismo poco explorado y según literatura, es posible que los entornos naturales y el espacio verde, proporcionen una vía para un mayor contacto con otros y un mayor sentido de comunidad.

En conclusión:

Las asociaciones entre mecanismos de exposición a la naturaleza y los resultados de ello en salud, muchas no se comprenden completamente y podrían actuar de forma aislada o sinérgica. Se necesita de estudios más profundos sobre lo conocido. Por ejemplo: los estudios observacionales transversales, han encontrado evidencia de asociaciones positivas entre la exposición a la naturaleza y mayores niveles de actividad física y menor riesgo de enfermedad cardiovascular. En la actualidad, los estudios observacionales longitudinales, están comenzando a evaluar los efectos a largo plazo de la exposición a la naturaleza sobre la depresión, la ansiedad, la función cognitiva y las enfermedades crónicas. Las direcciones futuras de la investigación piden por la incorporación de diseños de estudio más rigurosos sobre esto. Por otro lado, los estudios experimentales centrados en niños o jóvenes son escasos y el tema ecología y salud con enfoque de género también.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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