Foto La Hora / Envato - Por bondarillia

Los llamados poseídos ¿Cuál es, el lugar que tienen estos dentro de la sociedad, la literatura, la ciencia, la medicina? Alojados de forma separada, el hechicero, el brujo, el médico, el religioso y el científico, intentan comprender, con respecto a los poseídos, sus orígenes, causas y sus consecuencias y apenas si hay ahora algunas variantes de conceptos y ponencias que pertenecían al demonólogo o al teólogo y médico de hace siglos.

Hace unos días, una señora obligada por su marido, llevó a su hijo con un colega quejándose de que comía mal, no tenía aliento, perdía peso y creía que aquel muchacho, de 12 años, estaba poseído por el alma de un pecador muerto; un espíritu furioso con quien en vida habían tenido problemas y este en venganza, intentaba matar al niño. Y usted como sabe eso le preguntó mi colega. La pregunta quedó sin respuesta.

Los días pasaron, la medicina de mi colega no tuvo efecto y la madre de escondidas del marido lo llevó a donde una conocedora del asunto, una liberadora de espíritus (¿exorcista?). La mediadora a través de ritos y menjurjes, rescató al muchacho alejando al intruso y desterrándolo a otro universo y el niño sanó.

Casos como este son de dominio popular desde siempre por estas tierras y otras, en que los episodios de posesión son parte del saber popular y aun profesional, independiente de religión, credos e ideologías. El poseído además del daño físico: llora, grita, convulsiona, habla lenguajes que no se entienden, se hacen daño, trepan a los árboles, corren por las calles y –como se puede leer en historias, crónicas, anecdotarios incluso documentos oficiales de nuestra historia– individuos y grupos religiosos, son dominados por espíritus o demonios a lo largo de su vida.

Cada relato suele ser un drama de posesión espiritual, algunos no solo trágicos sino macabros y en muchos casos, con carga de todo tipo de violencia incluso sexual. La fascinación de estos atrae incluso a público actual en todas las naciones. Atormentan pero también divierten.

Los rituales de exorcismo y liberación también son objeto de una fascinante variedad de estrategias exegéticas, que se relacionan no solo con conocimiento sino prácticas y van llenos de patrones de mentalidad y suposiciones teológicas, filosóficas y metafísicas.

La proliferación de la posesión espiritual –llamémosla así y no demoníaca- ha sido analizada de diversas formas innovadoras, por diversas disciplinas de saber humano, sin que haya nada claro aún al respecto a pesar de ser y tratarse de un fenómeno casi universal de la cultura humana. Sin embargo, este universalismo, se ve plagado de explicaciones particulares en diferentes contextos culturales. Aun en la actualidad existen relatos de posesión y exorcismo en todas las literaturas.

¿Podría el aparente florecimiento de este fenómeno no ser más que el reflejo de un nuevo interés en el tratamiento literario de la posesión o en el fondo existe cierta verdad al respecto?

Desde la perspectiva de la medicina moderna, son los psiquiatras los que suelen ver los casos que dicen ser poseídos o habitados por espíritus. Los detalles de tal creencia varían de un contexto a otro dentro y entre tradiciones y culturas –nos dicen los psiquiatras y ellos ven que dependiendo del contexto particular, la posesión puede ser voluntaria o involuntaria; considerado beneficioso, benigno o perjudicial; y el espíritu poseedor puede identificarse de diversas formas como algún tipo de fantasma, deidad, incluso animal o cosa inanimada y extraterrestre, ángel o demonio.

La creencia de que uno ha sido poseído involuntariamente por un espíritu malévolo puede servir como explicación para una variedad de aflicciones psicológicas, emocionales e incluso físicas –afirman los médicos en nuestro medio y en realidad la mayoría de ellos no tienen idea de cómo tratar estas situaciones. Los remedios tradicionales que posee la medicina científica para tales casos, a menudo son insatisfactorios y en la mayoría de comunidades psiquiátricas, esas aflicciones pueden atribuirse a uno o más trastornos mentales y tratarse con psicoterapia y/o medicamentos que muchas veces…también terminan en fracasos. Lo interesante es que médicos de toda especialidad y psiquiatras que han tenido que lidiar con casos de esta naturaleza, ven los exorcismos y su uso por parte de los pacientes problemáticos, debido a su potencial de interferencia con tratamientos convencionales y por no decir frecuentemente, no abogan por una mayor cooperación entre los curanderos, religiosos y otros manipuladores de estados de posesión de espíritu, atribuyendo a todo ello, superstición en todas sus perspectivas.

Para los investigadores de conducta humana y también para los médicos, una dificultad importante para someter la posesión espiritual y el exorcismo al estudio científico, es el amplio y diverso conjunto de creencias relativas a la naturaleza y los síntomas de la posesión espiritual. Por otro lado, una amplia gama de síntomas (algunos bastante leves, otros graves) pueden atribuirse a la posesión y no existe un trastorno psiquiátrico único que los encuadre –opinan antropólogos y psiquiatras y psicólogos.

Lo que si resulta bastante generalizado en el campo de la medicina y la psicología, es en considerar los casos más graves y diagnosticarlos en términos psiquiátricos, como esquizofrenia o alguna forma de trastorno disociativo. Algunos profesionales de la salud ven la posesión como un fenómeno distinto a esos términos y emplean el término “síndrome de posesión” para referirse a los casos en los que los síntomas se atribuyen a alguna forma de posesión y definen el síndrome de posesión como “un estado de enfermedad paranormal en el que se dice que una persona está poseída por un espíritu, demonio, animal, ser extraterrestre u objetos desencarnados, incluido Dios, lo que resulta en cambios notables en la salud, el comportamiento y la apariencia.  Otros como Cárdena et al. sugieren ver la posesión como una forma particular de trance. El trance de posesión es una alteración temporal de la conciencia, la identidad y/o el comportamiento, atribuida a la posesión por una fuerza espiritual u otra persona, y evidenciada por al menos dos de las siguientes condiciones

(1) Reemplazo único o episódico del sentido habitual de identidad por el atribuido a la fuerza poseedora.

(2) Conductas o movimientos estereotipados y culturalmente determinados atribuidos al poseedor de la identidad.

(3) Amnesia total o parcial del evento.

Y los profesionales de la salud reconocen que tal evento en la vida de las personas puede causar daño corporal o no. La versión del 2013 del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales incluye la posesión aparente bajo los criterios diagnósticos del Trastorno de Identidad Disociativo (TID) y describe las presentaciones típicas en “forma de posesión” del TID como aquellas en las que aparece “como si un ‘espíritu’, un ser sobrenatural o una persona externa ha tomado el control” (“Trastorno de identidad disociativo”).

Hablando recientemente con un “liberador de espíritus” o exorcista popular del oriente de la república, este me indicaba que la mayoría de personas, son en algún momento poseídos por espíritus “viajeros de otros mundos” pero que la mayoría de personas se dan cuenta de ello, solo cuando el mal que le están produciendo es muy severo o daña; pero que muchos de esos espíritus se acercan al humano para beneficio y este al no prestarles atención se exoneran de él. El hombre ha perdido capacidad de comunicarse con otras dimensiones –me dijo para concluir. Y los liberadores de espíritus cuando ven y atienden a un poseído, deben responderse ciertas preguntas sobre cada persona que siente estar poseída: ¿el origen y el surgimiento de la posesión espiritual? ¿De qué aflicción son los signos característicos del poseído? ¿Qué clase de espíritu estaba realizando la posesión? ¿Por qué y cómo se produjo la posesión? ¿Qué tan distintiva es la posesión espiritual? Éstas son las preguntas centrales según mi amigo curandero-hechicero-liberador, previo a cualquier intervención.

Lo cierto es que, en la realidad, las personas tienen derecho a mejorar su condición de malestar y cualquier posible aplicación clínica -que incluye el exorcismo o liberación de espíritu- debe plantear la posibilidad de acceder a tratamiento no convencional e independiente de la preocupaciones legítima del causal cierto o no visto por el profesional de salud y eso ciertamente plantea el manejo cauteloso con los pacientes. Uno como profesional de la salud, puede permanecer agnóstico en cuanto a los mecanismos detrás de un tratamiento como el exorcismo o ritos de liberación, reconociendo al mismo tiempo su utilidad práctica, su utilidad para hacer que las personas estén sanas. En fin…no hay acuerdo alguno todavía sobre este tema. Por cierto, un estudio realizado en Mozanbique siguiere : “que la posesión de espíritus nocivos tiene un alto costo en el sistema de salud… El nivel de sufrimiento sugiere que los responsables de formular políticas de salud pública no pueden ignorar la posesión de espíritus nocivos” ya que esto tiene un alto impacto sobre la calidad de vida y la actividad diaria de los pacientes y personas. Debemos tener claro que las creencias cognitivas de la sociedad y de los pacientes, están asociadas con la etiología y el curso de una enfermedad y padecimiento.


  1.  Cardena, E., Van Duijl, M., Weiner, L.A. &Terhune, D.B. (2009). Possession/trance phenomena. In P.F. Dell & J.A. O’Neil (Eds.), Dissociation and the Dissociative Disorders: DSM-V and Beyond (pp. 171-81). New York, NY: Routledge.
  2.  Víctor Igreja et al. The epidemiology of spirit possession in the aftermath of mass political violence in Mozambique. Social Science & Medicine Volume 71, Issue 3, August 2010, Pages 592-599.
Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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