Personas con trajes, gafas y máscaras para materiales peligrosos que limpian muebles en el interior. Foto La Hora / envato - Por Prostock-studio

No cabe duda, somos atacados por varias epidemias en Guatemala: infecciosas y no infecciosas, nutricionales, accidentes, violencia y una de último aparecimiento y de gran alboroto fue un trastorno neurológico que al final no se supo ni su causa ni si fue o no síndrome de Guillain-Barré (SGB), una neuropatía autoinmune rara pero grave, es el tipo más común de parálisis fláccida aguda (PFA).

Primero se asoció con la bacteria Campylobacter y de esa cuenta se fortaleció el estudio de esta, de su variación genética, dentro del departamento de vigilancia epidemiológica del MSPAS. También en Latinoamérica se ha asociado el SGB con Zica. En general existen muchas bacterias y virus que son neurotrópicos, que pueden afectar el sistema nervioso.

Lo cierto es que el Ministerio de Salud declaró oficialmente resuelto el problema, pero para la mayoría de profesionales de la salud, un reporte técnico científico adecuado sobre este episodio, su desarrollo, evolución, control, etc., nunca se brindó e incluso si usted revisa páginas de Internet oficiales, no encuentra un informe, aunque sea de carácter preliminar del hecho, de este evento. Tampoco se han desarrollado conferencias al respecto. Creo que constituye un error enorme que este tipo de eventos no sea divulgado a los gremios profesionales.

Los profesionales de la salud, como científicos y técnicos que somos, no podemos ser neutrales ante eventos de esta naturaleza, ni ante los problemas de salud que aquejan a nuestra población e indiferentes a estudiarlos de forma correcta. Desde hace mucho, el profesional de la salud ha dejado de ser únicamente un apaga incendios y un autómata en su trabajo.

Cada uno de nosotros (eso incluye incluso al personal del mismo MSPAS) debe poder primero informarse adecuada y suficientemente y luego decidir libremente, en favor de cómo realizar nuestros estudios y trabajos científicos y usar esa información en la interpretación y manejo de problemas de salud. Debemos investigar si en realidad el MSPAS cuenta con una ética social clara y cuáles son las circunstancias y factores, condicionantes o determinantes que hacen que ciertos eventos epidémicos ya en nuestro medio, no puedan ser tratados de forma correcta en la práctica. El profesional de la salud además de un practicante de normas es un estudioso de su efecto e impacto y de encontrar formas de corregir la eficiencia de las intervenciones y eso incluye el conocimiento y desarrollo de estrategias preventivas y predictivas e información al público de su actuar.

En el mundo existen ya numerosos trabajos que han mostrado que la principal razón de que la teoría salubrista no se convierta en práctica más eficaz en los sistemas de salud, descansa esencialmente en la actual organización de los servicios de salud y la integración a estos, de todas las instituciones e individuos conectados tanto con su causa como con su solución. No es falta de conocimientos científicos o de conocimientos técnicos organizativos lo que impide que todos los habitantes de un departamento, región o la nación, reciban los mismos servicios de salud. Son los factores de dependencia y limitación económica, de ignorancia y las grandes diferencias en la productividad de los distintos grupos humanos lo que condiciona, primordialmente, las diferencias en los servicios de salud que reciben.

Si nos basamos en el derecho constitucional a la salud que nos rige, notaremos que su mandato en la realidad viene a ser en esencia, una ética social.  Lleva implícito que la medicina debe ser para el servicio de todos los seres humanos de una comunidad y de todas las comunidades humanas, y no solamente para los que pueden tener acceso a ella, por sus conocimientos, su posición económica, geográfica, política, social, religiosa, racial o ideológica. Esto no se cumple es evidente.

El derecho constitucional también demanda del profesional una ética: estar siempre actualizado sobre ciencia y práctica a fin de ser eficiente. Una vez estemos convencidos de que esto debe ser así: derecho al acceso, derecho a una buena ejecución, de que éste es un imperativo moral categórico para todos los médicos, para todos los trabajadores del SNS y de que esto no sucede a pesar de nuestros deseos y acción, debemos averiguar cuáles son las causas de que tal resultado no se produzca y combatirlas.

Es necesario que el médico, el público, el político entienda, que no es sólo lo biológico, lo que rige el patrón de enfermedad. Los estudios a nivel mundial ya han mostrado que es la multicausalidad de fenómenos tan complejos como son los sociales, biológicos, políticos, económicos y ambientales y las interacciones que se presentan entre ellos, los que actúan como los factores condicionantes y determinantes en la producción de salud o de enfermedad. Entonces el mandato constitucional y su campo ético, manda ya no considerar el proceso salud-enfermedad como fenómeno individual, que es el campo de la medicina, sino como fenómeno social, que es el campo de la salud pública. Esto lo hemos olvidado, tanto el público como los profesionales de la salud. El SNS ha olvidado que la epidemiología y la administración sanitaria —partes esenciales de la ciencia y la técnica de la salud pública— son el núcleo para una eficiente acción sanitaria, cosa que en la actualidad carece de la debida actualización y suficiencia dentro de la organización y funcionamiento, tanto del MSPAS como del SNS.

En lo dicho arriba, la educación tiene papel protagónico y hablo no solo de la educación académica sino de la continua y de servicio. Debería contar el MSPAS con un mejor departamento de educación con el mayor conocimiento y comprensión posibles de la naturaleza de las enfermedades y sus relaciones con sistemas y modos de vida y ambientes enfocando de igual manera el servicio educativo a todos los seres humanos. Si la educación se pone al servicio de solo algunos sectores de la población, no estaría cumpliendo su misión ética esencial. No se puede poner tampoco al servicio educativo de ninguna ideología, ni de ningún partido político, pero tampoco al servicio de la ciencia o de la técnica, por sí misma, sin pensar para qué se van a emplear esta técnica y aquella ciencia y en que todos son participantes en los procesos de cambio y necesitan comprender y comprenderse para comprometerse.  Esto está completamente olvidado dentro del SNS y del MSPAS.

En resumen: De lo que aspiremos y hagamos ahora, dependerá el porvenir. La responsabilidad de lo que pase, descansa, en estos momentos, sobre todos y cada uno de los habitantes de la Tierra; sobre su capacidad, su convicción y su valor, para actuar racionalmente.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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