Foto La Hora / pexels - Pavel Danilyuk

El cuido a la salud significa en parte lo llamado competencia sanitaria, que en términos prácticos viene a ser la alfabetización en salud y que corresponde desarrollarlo y montarlo al sistema de salud. Tal competencia involucra varios actores: pobladores, profesionales de la salud, enfermos, políticos y científicos. Acá hablaremos de lo que corresponde hacer a la gente en el cuido de la salud, aunque estamos conscientes que cada actor debe poseer una combinación de habilidades y recursos personales, para conservarla en el entorno en que vive y se da el proceso salud-enfermedad. En el caso de la gente, eso significa su capacidad para encontrar, comprender, evaluar y utilizar información para tomar decisiones sobre su salud. El concepto también incluye la capacidad de comunicar, mantener y actuar en consecuencia de estas decisiones. En esa capacitación, va incluida la capacidad de reflexión crítica y la capacidad de tomar decisiones informadas sobre su propia salud y de contribuir a la salud de los demás a lo que bien podríamos llamar: “democracia de la salud”.

La competencia sanitaria para el cuido individual y colectivo de la salud, por tanto, es un atributo para el comportamiento y prácticas de salud del sistema nacional, e incluye el hecho de que el ciudadano:

  • Puede cuidar la salud propia y de las relaciones de esta con su vida cotidiana.
  • Puede comprender e interpretar información de salud de diversas fuentes. Por ejemplo, de autoridades, profesionales de la salud y servicios y medios digitales.
  • Puede acceder a las ofertas y procesos de los servicios de salud.
  • Puede interactuar y entablar un diálogo con profesionales de la salud y sus conciudadanos.
  • Puede tomar y mantener decisiones relativas a la salud y los servicios de salud de su comunidad, incluyendo la auditoría social.

La alfabetización de la salud herramienta clave

Varias encuestas de población de gran tamaño en países desarrollados, pues lamentablemente en nuestro medio no existen, han examinado el nivel de alfabetización sanitaria, entendiéndose esta como habilidad para obtener, procesar y entender información básica con respecto a la salud. Pues bien, esos estudios han mostrado que entre el 8% y el 20% de la población tenía problemas con algunos aspectos de la alfabetización sanitaria. El problema era mucho mayor entre grupos de personas con múltiples enfermedades, donde la proporción que las padecía esas cifras ascendieron al 40-50%. Pero lo más importante de los resultados es que han demostrado que la alfabetización sanitaria, es un factor de riesgo socialmente condicionado, de conductas poco saludables y mala salud. Los investigadores han encontrado que existe una correlación positiva entre la competencia sanitaria de las personas y diversos indicadores de su situación social, incluido su nivel de educación y de ingresos y estatus social y que las personas que viven solas después de los 60 años o pertenecen a un grupo minoritario étnico o lingüístico, tienen con mayor frecuencia una alfabetización sanitaria limitada. Esas correlaciones entre la alfabetización sanitaria y diversos objetivos de salud, han mostrado las consecuencias negativas para la salud de una alfabetización sanitaria insuficiente. Esto se aplica, entre otras cosas a calidad de vida, incidencia y manejo de enfermedades crónicas y multienfermedades, así como a la mortalidad. 

También hay mucha evidencia de que la competencia en salud tiene un impacto en cómo se utiliza el sistema de atención de salud. Las personas con competencia sanitaria limitada, utilizan menos servicios preventivos como exámenes de detección y vacunación, pero por otro lado tienen más hospitalizaciones y más largas y un mayor consumo de servicios de tratamiento agudo. Las consecuencias para la salud de las limitadas habilidades sanitarias de las personas tienen costos financieros significativos para la sociedad y los sistemas de salud. 

Qué se debe hacer en cuidado de la salud 

Este término significa una terea conjunta de responsabilidades diferentes del individuo, el profesional de la salud, al paciente o enfermo y a la familia y la sociedad. Tareas diferentes y muchas veces concepciones diferentes, pero el término y su explicación, hay que entenderlo en forma general a nivel de tres situaciones: 

Primero de sobrevivencia. Tanto el enfermo como los otros actores, la sobrevivencia les interesa con diferencia en el por qué y para qué y las respuestas adquieren distinto contenido y connotación para unos y para otros. Lo interesante desde el punto de vista del sistema de salud, es que puede medirse y deducirse la importancia que para unos y para otros tiene y guarda el sobrevivir y eso durante períodos y situaciones diferentes. Desafortunadamente, este tipo de evaluación y análisis no lo hacen los sistemas de salud actuales, a pesar que este conocimiento, podría mejorar contenidos de sus servicios y prestaciones. Por ejemplo, si tomamos al paciente de la tercera edad, su estilo de vida, su condición socioeconómica, su cultura, notaremos que ello puede afectar la importancia y el peso que le dé a la supervivencia y eso puede estar sujeto al tipo de enfermedad que padezca, las complicaciones que esta produzca y a las limitaciones que deja.

Dentro de un orden jerárquico, el otro elemento general respecto a la responsabilidad en el cuidado de la salud y sujeto a la decisión del primero, deseo de sobrevivencia, tiene que ver con el grado de recuperación logrado luego del aparecimiento y control de la enfermedad. Esto resulta importante para el cuidado y de nuevo, puede estar sujeto a razones diferentes por los diferentes grupos. Pero en salud pública, esto resulta vital, no solo por los costos que puede representar al sistema de salud la decisión personal y familiar ante la enfermedad, sino porque la recuperación y el estado de daño o secuela, puede ser a la vez un determinante fundamental para el aparecimiento y progreso de otros males, otros gastos y situaciones, que pudieron evitarse. 

Las decisiones que se tomen ante la enfermedad, también adquieren importancia e intereses para los sujetos involucrados alrededor del enfermo. En todos los casos y actores, la expectativa se cifra en lo mismo: la recuperación y esta incluye diversas dimensiones entre ausencia o desaparición de la enfermedad hasta los aspectos funcionales físicos mentales y emocionales. Todo ello implica tiempos y movimientos de funcionalidad, que demandan de todos los sujetos, atenciones cíclicas e inversiones regidas, para el caso de actores sociales, por una cultura y conocimientos ante la enfermedad y la salud, pero enfocadas todas a la obtención en cada momento del mayor de los éxitos esperados o mejor alcanzable. Eso pone los ojos de los involucrados, en diferentes expectativas y resultados.

Por último, tenemos otro estado en el cuidado de la salud que corresponde a individuos y grupos sociales y que depende de cómo se ataca sobrevivencia y enfermedad: hablamos de la sostenibilidad de lo logrado:  Mantenerse sano, evitar la recaída o bien controlar los daños y complicaciones producidas por la enfermedad. Hablamos entonces de un mejor control de lo logrado y en ello nos tropezamos ante diferentes condiciones esperadas, que está en función del tipo de enfermedad y de sus causales y determinantes y que da paso a varias situaciones: curación, recuperación desde no volverse a enfermar y caer en la llamada recurrencia de la enfermedad original, a evitar complicaciones y secuelas a más largo plazo, como podrían ser las secundarias a los tratamientos establecidos o la labilidad propia dejada por la enfermedad y el control de esta y sus daños y que  puede dejar en el individuo otros problemas de tipo físico, mental o emocional. Hay que tener en cuenta que, en medio de esto, los factores socioeconómicos y ambientales ajenos y externos al sujeto y a los actores en sí, pueden jugar un papel importante en cuanto a su control y cuido.

Lo interesante en esta concepción en cascada de situaciones y determinaciones del cuido de la salud, es que la intervención personal comunitaria y de los profesionales de la salud, se vuelve crítica en cada tema: sobrevivencia, enfermedad y mantenimiento del previamente afectado y la atención a cada tema resulta complementaria a los otros y llena de diferentes concepciones, actos y participaciones, que van, si tomamos como punto de partida al individuo enfermo, desde el evitar que fallezca y tenga lo mínimo de complicaciones y daños reversibles e irreversibles, hasta el mantenimiento de la salud del recuperado y en los otros niveles del circuito el evitar no solo aparecimientos sino recurrencias de enfermedades, en cada grupo de afecciones médicas: nutricionales, metabólicas, infecciosas, cánceres, accidentes. Cada uno de los temas del cuido de la salud, plantea y demanda de una forma correcta de atender los puntos del ciclo de cuido a la salud: predicción, prevención, promoción, atención, rehabilitación, recuperación, mantenimiento y cada uno de esos puntos, requiere de planificación; de ejecuciones fundamentadas en adecuados controles de aparecimientos; y de evaluación de resultados de intervenciones y de su eficiencia y suficiencia, para mejorar el ciclo de apoyo y resultado al cuido de la salud. La interacción de actores y de sus actos en todo el ciclo, obliga a pensar en intervenciones simultáneas con mejores resultados y más estricto costo beneficio para todos.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
Artículo anteriorCerca del equilibrio, Wall Street no abre parejo
Artículo siguienteMéxico: López Obrador afirma que investigan “hackeo” de datos de periodistas