Estos desarrollos se han convertido en un tema de discusión dentro de diferentes sectores académicos, políticos y sociales.
Estos desarrollos se han convertido en un tema de discusión dentro de diferentes sectores académicos, políticos y sociales. Foto: Cortesía
INTRODUCCIÓN

Durante lo que va del siglo XXI, en nuestra sociedad la incidencia y la prevalencia de muchas enfermedades ha sufrido una profunda transformación. El tratamiento y el seguimiento de las enfermedades también se han modificado de forma apreciable hacia una vigilancia y un accionar de prevenciones y tratamientos más activo, aunque no necesariamente más efectivo, como ocurre en nuestra nación.

En sus formas de cuidado y autocuidado, por parte del Estado y por parte de la sociedad, las enfermedades han sufrido cambios en el inicio, el curso y el resultado. Estos desarrollos se han convertido en un tema de discusión dentro de diferentes sectores académicos, políticos y sociales, pues los estilos y modos de vida, también se han modificado y la salud y las enfermedades, siempre se han visto relacionadas a medida que interactúan dentro de la vida laboral, la vivienda, el origen étnico, las circunstancias familiares y la economía del hogar.

A lo largo de décadas, instituciones nacionales de salud pública y privadas, han efectuado innumerables estudios sobre la utilización de los servicios sociales y de salud pública. En los análisis de determinantes, los indicadores de las necesidades de atención, han mostrado casos como las infecciones y la nutrición, el embarazo y el desarrollo infantil absorbe grandes necesidades de estos servicios de parte de la población; población que vive y labora en condiciones de pobreza y extrema pobreza de todo tipo. Sin embargo, de parte del Estado y sus sistemas de información, existe (no sabemos si deliberadamente o por falta de recursos) una grave falta de apoyo para tales necesidades detectadas. Las predicciones de los requerimientos de atención y utilización de los servicios médicos y de salud en las próximas décadas, si se quiere terminar con tanta injusticia y desigualdad en la atención, requieren desde ya, de la medición directa de la necesidad de atención y las prestaciones de salud deben reorganizarse y ponerse a disposición de todas las edades y generaciones y su período de tiempo de vida, como lo establece la Constitución de la República, para todos. 

Enfoques claros sobre necesidades son necesarios

Los economistas han intentado definir el concepto de necesidad, que lo consideran sinónimo del concepto de demanda. Sin embargo, varios economistas y la mayoría de los profesionales de la salud, preferirían distinguir entre los dos y estudiar sus diferencias. Y para principiar sobre el tema, es muy posible que la necesidad de atención médica de un individuo, la conceptualizaríamos como un proceso de aseguramiento de un estado de salud actual o futuro, que mejora debido a la atención adecuada. Igual podría ser el espíritu de la definición de una sociedad. 

Usando ese concepto, podríamos analizar ¿a qué dedica en estos momentos los sistemas de salud público y privados su tiempo? ¿En qué usan miles de personas y miles de horas y recursos? ¿con qué criterios explícitos clínicos, epidemiológicos preventivos recuperativos? y luego de ello, responder qué supone en términos de eficiencia y eficacia ese esfuerzo de inversión de recursos, no sólo para mejorar condiciones, pero en muchos casos para recuperar un estado de salud y una condición biológica deseable y qué pudo ser posible y se tornó imposible. 

Es indiscutible que utilizar este enfoque, demanda a los sistemas de salud, preparar contactos públicos con individuos y comunidades a través de trabajadores educadores, sociales y personal de salud, que apliquen criterios implícitos sobre determinantes de la salud, de la misma manera que en sus roles profesionales habituales lo hacen los clínicos.

Pero este logro esperado puede ser realidad, solo si el Estado y la Sociedad esta claros de que cualquier escrutinio de las necesidades de los servicios de salud para individuos y poblaciones, debe ser realizado por profesionales y personas calificadas y no por políticos o administradores, que no estén capacitados para establecer criterios implícitos que es lo que erróneamente ha estado sucediendo en la actualidad. En este sentido, el trabajo político o administrativo puede tener una alta fiabilidad (cosa que no ha sido cierta en nuestro caso) pero una validez limitada como y para solucionar la problemática.

Un método implícito de coparticipación ciudadana y profesional que abarca todos los procesos de atención a la salud, claro que está abierto a la subjetividad por parte de los participantes, que puede perjudicar el nivel de confiabilidad, pero es más relevante lograr y que se produzca esta con éxito en manejar el problema de mortalidad y morbilidad y en mantener la salud, que el caso del político y el administrador que responden a otros intereses. 

La necesidad de salud para individuos y sociedades, se rige por el período histórico en que surge la problemática y la capacidad de resolución que tienen es más comprometida, ya que los procesos están más dirigidos a que funcionen hacia soluciones concretas y los métodos utilizados por los servicios sociales y de salud son más flexibles y se modifican con los resultados y con el tiempo, así como las actitudes y el comportamiento de quienes dan y buscan atención. El proceso histórico, muchas veces resulta sin importancia a políticos y administradores al igual que impactos que no sean rápidos y medibles.  

Por lo tanto, el contexto histórico también es un determinante que requiere estudio. Algunos problemas de salud han sido solucionados (muy pocos) la mayoría no; la historia puede dar explicaciones claras de ello, al señalar con claridad la forma de abordar con éxito y sin éxito la problemática.

En estos momentos por ejemplo tenemos clara evidencia -esto es y ha sido medido- de la poca consecuencia de las intervenciones alimentarias y nutricionales realizadas en pro de la niñez, con resultados biológicos sociales y psicológicos nefastos e irreparable, en un 40-50% de ellos. De tal manera que desde la década de los sesenta del siglo XX que fue cuando se montaron esas acciones nutricionales a nivel nacional, forma parcial de ver y atender el bienestar nutricional, no han dejado la huella nacional que se esperaba y algo aún más pavoroso: los efectos económicos y nutricionales favorables esperados, no solo no han surgido efecto, sino han tenido un impacto posiblemente negativo sobre la economía nacional, que ahora se hacen evidentes dentro del desarrollo nacional. Sin embargo, aún viene lo peor, muchos factores determinantes nutricionales que virtualmente no se cambiaron y tienen que ver con estilos de vida y hábitos, ahora actúan negativamente en otras edades de esas generaciones que crecieron al margen y sin un estado de salud óptimo y que ahora son víctimas de enfermedades crónicas en su edad adulta, con pronósticos poco favorables. Los cambios en las necesidades de atención dentro de los diferentes grupos de edad son difíciles de estimar sin hacer un análisis nacional correcto. 

También es importante estudiar los cambios en las expectativas públicas de atención. Se ha pronosticado que, en las próximas décadas, las generaciones más jóvenes, tendrán expectativas extremadamente altas de buena salud y, en consecuencia, de los servicios médicos y de salud; pero ante la situación actual, se ve que ahora y en el futuro, será necesario poner mayor énfasis en inequidades e injusticias lo que a su vez, impondrá mayores exigencias a los servicios médicos y de salud y deberán hacerlos más accesibles y efectivos. En estos momentos, no existen análisis de cohortes de necesidades de atención que incluyan todos los tipos de atención en su respectivo contexto, para lo que será la futura demografía y hábitat humano y natural.

Convertir teoría en verdaderos planes de acción preventiva y terapéutica es una tarea impostergable dentro del sistema nacional de salud, si se quiere un verdadero impacto en el bienestar y salud de la población. 

 La percepción de un modo y estilo de vida sus gamas y tonalidades buenas y malas, me parece que no solo concierne a la cultura sino a la biología. Con el hábito, las tónicas de esos estilos y modos de vida terminan pareciendo naturales, pero a un alto costo: limitaciones de potencialidades biopsicosociales. Por el momento solo puedo señalar que al haber plasticidad limitada en lo social, económico y ambiental en familias y sus individuos la calibración de una perceptiva se torna imposible ante las disposiciones innatas en función de la sobrevivencia. 

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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