Ácidos grasos
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La situación

El retardo en el crecimiento y desarrollo durante la infancia temprana continúa siendo un problema significativo de salud pública en todo el mundo. En los países en desarrollo, cerca de 250 millones de niños sufren de retardo en el crecimiento. Casi la mitad de los niños en Sudasia tiene bajo peso, en tanto que en América Latina y en África al sur del Sahara del 10 al 50% de los niños presenta la misma condición. En Guatemala, la más reciente Encuesta Nacional de Nutrición encontró que 42% de los niños menores de 5 años tenía retraso en el crecimiento, con tasas más altas en las regiones y grupos con más carencias económicas del país.

Los periodos prenatal y posnatal temprano más críticos para lograr un crecimiento y desarrollo normales se caracterizan por un aumento en los requerimientos nutricionales, una mayor susceptibilidad a la enfermedad y la vulnerabilidad del lactante al cuidado inadecuado. Por lo tanto, se requiere invertir en estrategias efectivas para promover el crecimiento y el desarrollo adecuados durante el embarazo y la lactancia a fin de mejorar el capital humano y prevenir consecuencias funcionales que pueden durar toda la vida, tales como un pobre desarrollo escolar y quizá el riesgo incrementado de enfermedades crónicas en la vida adulta y limitaciones para el trabajo. Al mejorar la ingesta dietética durante el embarazo se puede mejorar el tamaño al nacimiento y reducir la mortalidad perinatal. En forma similar, las estrategias que mejoran la dieta y logran disminuir las infecciones pueden mejorar el crecimiento infantil.

Una inadecuada nutrición durante la infancia temprana, también interrumpe los procesos intelectuales y cognitivos. En épocas recientes ha surgido un interés considerable en el papel que desempeñan los micronutrimentos, especialmente en ambientes como el guatemalteco, en donde la ingestión de energía puede ser adecuada, pero la calidad de la dieta es pobre y la ingesta de alimentos de origen animal es baja. Es en este contexto que resulta relevante el papel de los ácidos grasos esenciales en el embarazo y la lactancia, según se describe en las siguientes secciones.

Significado biológico de los ácidos grasos

Solo como ejemplo, el cerebro de un mamífero adulto contiene aproximadamente 50 a 60% de su peso seco en forma de lípidos, mayoritariamente fosfolípidos, que consisten en un esqueleto de glicerol (un alcohol uno de los principales productos de la degradación digestiva de los lípidos) y de ácidos grasos de cadena larga, cuya cantidad y composición varían dependiendo de la clase de fosfolípidos y del tipo celular.

Entre los precursores de los ácidos grasos de cadena larga, el ácido alfa linolénico (AAL, 18:3n-3) y el ácido linoléico (AL, 18:2n-6) representan a las familias de ácidos grasos omega 3 (n-3) y omega 6 (n-6), y se conocen como ácidos grasos esenciales debido a que no pueden ser sintetizados de novo por el ser humano y, por tanto, deben provenir de la dieta.

Estos ácidos grasos de 18 carbones se convierten entre otros en el ácido docosahexaenoico y el ácido araquidónico (AA; 20:4n-6) a través de una serie de reacciones enzimáticas. La relación de ácidos grasos de cadena larga n-3 y n-6 en la dieta es crítica, debido a que estas dos familias de ácidos grasos compiten por las enzimas involucradas en la elongación de las cadenas, la desaturación y la conversión a substancias biológicamente activos. Por ejemplo, a mayor cantidad de AGPI n-3, menor síntesis de tromoboxanos y prostaglandinas, lo que puede llevar a menor agregación plaquetaria y menor actividad de los sistemas inflamatorio e inmune.

Papel de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga AGPI-CL en el desarrollo cerebral in útero y en la infancia temprana

Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (AGPI-CL), especialmente el docosahexaenoico (ADH) y el araquidónico AA, tienen una importancia crítica en el desarrollo cerebral en el feto y el lactante: el AA se distribuye en los fosfolípidos de la membrana a través de todo el cuerpo, y es parte fundamental de los segundos mensajeros, la señalización celular y las vías eicosanoides, en tanto que el ADH se encuentra en altas cantidades en células específicas y en las membranas celulares, tales como las membranas no-mielínicas del cerebro y la retina.

Además de sus papeles estructurales, estos ácidos grasos también sirven como precursores específicos de eicosanoides, que actúan como poderosos reguladores autócrinos y paracrinos de numerosas funciones celulares y tisulares. Debido al papel fundamental de los AGPI-CL como elementos estructurales y moduladores funcionales, un aporte adecuado de estos ácidos grasos en los tejidos previo al nacimiento y durante las etapas tempranas de la vida extrauterina, puede resultar fundamental para el crecimiento normal, el desarrollo y las funciones neurológicas, así como para las actividades de aprendizaje. Dado que el ADH se concentra específicamente en las membranas neuronales de alta actividad biológica, y puesto que las reservas de ADH en la madre y en el niño generalmente son marginales, la ingesta inadecuada de ADH puede asociarse con cambios tanto en el desarrollo estructural como en el funcional de los sistemas visual-sensorial, perceptual y cognitivo.

El cerebro humano tiene su brote de crecimiento en la última fase del embarazo y durante la etapa temprana de la lactancia, y en estos periodos la acumulación de AGPI-CL es particularmente elevada. La proporción de ADH en el cerebro fetal y en la retina se incrementa en forma sostenida durante el segundo y el último trimestre del embarazo. En forma conjunta, el ADH y el AA conforman más del 30% del contenido de fosfolípidos del cerebro y la retina. Durante la última parte de la gestación se depositan aproximadamente 400 mg de n-6 y 50 mg de n-3 por kilogramo de peso corporal por día. Aunque las reservas corporales pueden movilizarse si el aporte en la dieta de ácidos grasos n-3 y n-6 es insuficiente, las cantidades de AAL (n-3) son bajas en comparación con el ADH (n-6). Por tanto, la dieta de la mujer embarazada y en periodo de lactancia debe contener suficiente AAL y ADH preformado para cubrir sus necesidades y las del feto en desarrollo.

Papel de los AGPI-CL en la función inmune, la alergia y el asma

Los ácidos grasos n-3 tienen influencia en la inflamación y en la función inmune, mediante la modificación del contenido de ácidos grasos de los fosfolípidos de la membrana de la célula inflamatoria. Diversos estudios han mostrado que la suplementación con AGPI n-3, da como resultado un reemplazo parcial de AA por AGPI n-3 en las membranas de las células inflamatorias (como los macrófagos y los monocitos).

El AA sirve como sustrato para la síntesis de eicosanoides (nutrimentos con más de 20 carbones en su cadena) como las prostaglandinas, los leucotrienos y tromboexanos, que modulan las respuestas inflamatoria e inmune. Por tanto, si disminuye el contenido de AA en la membrana, habrá una disminución concomitante de eicosanoides derivados del AA. Los eicosanoides, como es el caso de la prostaglandina2, modulan las respuestas inflamatoria e inmune al influenciar la proliferación de linfocitos, la actividad de las células asesinas, la producción de citocinas y la producción de IgE.

Los ácidos grasos n-3 también pueden modular la secreción de citocinas y la expresión molecular de adhesión celular, actuando a través de los factores de transcripción nuclear, la cual, a su vez, puede influir en las respuestas inflamatoria e inmune.

En resumen, los ácidos grasos n-3 como el ADH y el ácido eicosapentaenoico (AEP) desempeñan un papel en la inflamación y la respuesta inmune al causar cambios en la composición de los ácidos grasos y de los fosfolípidos de la membrana de las células inflamatorias, lo que a su vez causa alteraciones en la síntesis de eicosanoides, en la fluidez de la membrana y en la transducción de señal.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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