Ayer hablando con un amigo, me contaba que X había fallecido, le pregunté de que: un infarto y cómo sucedió eso. Cuando me narró los acontecimientos sociales corporales y médicos que rodearon la muerte de ese compañero, era más que claro que no fue un infarto y si posiblemente COVID-19.
Quiero empezare este artículo con una aseveración que puede parecerle molesta Si no se vacunó contra el COVID-19, está poniendo en peligro algo más que su propia salud. Los cálculos de inmunidad de rebaño contra enfermedades comunes no hacen excepciones. ¡Si! ¡son puras matemáticas! pero para eso nos sirven para ser más exactos en lo que afirmamos. Tal vez usted se encuentre entre aquellos que racionalizan saltarse la inyección con el argumento de que «nunca me dará» o «si me enfermo, me enfermo» o «estoy sano, así que lo superaré». Lo que quizás no se dé cuenta es que estas campañas de vacunación, pretenden ir mucho más lejos que su salud. Se trata de lograr una resistencia colectiva a la enfermedad, que va más allá del bienestar individual, y ese principio se rige por principios matemáticos que no perdonan las decisiones individuales imprudentes, soberbias, o tontas, como les quiera llamar, o negativas y contra la razón.
Cuando las autoridades de salud hablan de vacunación y control de enfermedades, a menudo en su pensamiento hay un objetivo que no es usted, es la «inmunidad colectiva». Este término se refiere al nivel de inmunidad en una población que se necesita para evitar que ocurra un brote de una enfermedad llámese ésta sarampión o COVID-19.
Todo empieza porque los bajos niveles de inmunidad colectiva, a menudo se asocian con epidemias, como el brote de sarampión en 2014-2015 que se atribuyó a exposiciones en Disneyland en California. Un estudio que investigó los casos de ese brote demostró que las tasas de vacunación contra el sarampión en la población expuesta pueden haber sido tan bajas como el 50 por ciento. Este número estaba muy por debajo del umbral necesario para la inmunidad colectiva al sarampión, y puso a la población en riesgo de contraer la enfermedad. Por ejemplo, las enfermedades diarreicas agudas son una de las patologías que causan mayor morbilidad y mortalidad en los niños menores de 5 años de edad. Diversos agentes etiológicos infecciosos pueden producir estos cuadros, entre ellos los agentes virales, siendo el Rotavirus una de las causas más importantes de diarrea aguda moderada a grave, gastroenteritis y deshidratación grave en el mundo. En el año 2006, fueron aprobadas dos nuevas vacunas contra el Rotavirus: Rótate™ y Rotarix™. En Guatemala, en febrero del año 2010, la vacuna Rótate™ fue incorporada al Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI). Sin embargo, el MSPAS anualmente registra brotes de esta infección y se asocia a no vacunados.
Debemos entender también que el nivel necesario de inmunidad en la población no es el mismo para todas las enfermedades. Para el sarampión, se necesita mantener un nivel muy alto de inmunidad para prevenir su transmisión, porque el virus del sarampión es posiblemente el organismo conocido más contagioso. Si las personas infectadas con sarampión ingresan a una población sin inmunidad existente, cada una infectará en promedio de 12 a 18 personas más. Cada una de esas infecciones a su vez causará de 12 a 18 más, y así sucesivamente hasta que la cantidad de personas que son susceptibles al virus pero que aún no lo han contraído se reduzca a casi cero. El número de personas infectadas por cada individuo contagioso se conoce como el “número de reproducción básico” de un microbio en particular (abreviado R0), y varía ampliamente entre los gérmenes. El R0 puede interpretarse como la velocidad inicial de propagación de la infección (contagiosidad) en una población sin inmunización alguna. El R0 depende de factores biológicos, socio-conductuales y ambientales al inicio del brote. En otras palabras, el R0 es función de la contagiosidad y patogenicidad del microorganismo, de la proporción de individuos susceptibles dentro de la población y de la cantidad de contactos del primer infectado. Entonces en cada país puede cambiar. Un país como el nuestro en que es difícil llevar estadísticas adecuadas detecta menos casos y aparentará una situación menos grave.
Una vez que entendemos el concepto de R0, todo lo relacionado con los patrones de enfermedades infecciosas cobra sentido. Explica, por ejemplo, por qué hay enfermedades infantiles: infecciones que las personas suelen encontrar cuando son jóvenes y contra las cuales a menudo adquieren inmunidad de por vida después de que se resuelven las infecciones. Estas infecciones incluyen el sarampión, las paperas, la rubéola y (antes de su erradicación) la viruela, todas las cuales arrasaron periódicamente las poblaciones urbanas en los siglos anteriores a la vacunación y, por lo general, afectaban a los niños. Esos virus tenían alguna afinidad inusual por los niños. Antes de la vacunación, simplemente se iban después de cada brote y solo volvían a las ciudades en intervalos de aproximadamente cinco a 10 años, no Usualmente. Después de un gran brote, los virus persisten en la población, pero el nivel de inmunidad colectiva es alta, porque la mayoría de los individuos susceptibles se infectan, sobreviven y desarrollan inmunidad. En consecuencia, los virus se propagan lentamente: en la práctica, su R0 es ligeramente superior a 1. Esto se conoce como el «número de reproducción efectivo»: la tasa a la que el microbio se transmite realmente en una población que incluye individuos susceptibles y no susceptibles (en otras palabras, una población donde ya existe cierta inmunidad). Mientras tanto, nuevos niños susceptibles nacen en la población. En unos pocos años, la población de niños pequeños que nunca han estado expuestos a la enfermedad diluye la inmunidad colectiva en la población a un nivel por debajo del necesario para evitar que ocurran brotes. Entonces, el virus puede propagarse más rápidamente, dando como resultado otra epidemia.
Una comprensión del número de reproducción básico también explica por qué las enfermedades se propagan tan rápidamente en las nuevas poblaciones: debido a que esos huéspedes carecen de inmunidad a la infección, el microbio puede alcanzar su R0 máximo. Esta es la razón por la que las enfermedades de los conquistadores se extendieron tan rápida y ampliamente entre las poblaciones indígenas de Guatemala durante sus primeros encuentros. Como nunca antes habían estado expuestas a estos microbios, las poblaciones indígenas no tenían inmunidad para frenar su propagación.
Si entendemos mejor qué constelación de factores contribuye al R0 de una infección, podemos comenzar a desarrollar intervenciones para interrumpir la transmisión. Un aspecto de la R0 es el número medio y la frecuencia de contactos que un individuo infectado tiene con otros susceptibles a la infección. Los brotes ocurren con mayor frecuencia en las grandes áreas urbanas, porque las personas que viven en ciudades abarrotadas, tienen más oportunidades de propagar la infección: simplemente están en contacto con más personas y tienen una mayor probabilidad de encontrar a alguien que carezca de inmunidad. Para romper esta cadena de transmisión durante una epidemia, las autoridades sanitarias pueden utilizar intervenciones como el aislamiento (mantener a las personas infectadas alejadas de los demás) o incluso la cuarentena (mantener a las personas que han estado expuestas a personas infecciosas, pero que aún no están enfermas) alejadas de los demás). En términos de trabajo en detección de casos y vacunas cómo esta Guatemala en su lucha contra la COVID-19, lo podemos ver en el siguiente cuadro
Otros factores que pueden afectar el R0 involucran tanto al huésped como al microbio. Cuando una persona infectada tiene contacto con alguien que es susceptible, ¿cuál es la probabilidad de que se transmita el microbio? Con frecuencia, los huéspedes pueden reducir la probabilidad de transmisión a través de sus comportamientos: cubriéndose la tos o los estornudos para detectar enfermedades transmitidas por el aire, lavándose las manos contaminadas con frecuencia y usando condones para contener la propagación de enfermedades de transmisión sexual. Estos cambios de comportamiento son importantes, pero sabemos que están lejos de ser perfectos y no son particularmente eficientes en el esquema general de las cosas. Es extremadamente difícil lograr que las personas cambien su comportamiento, razón por la cual las campañas de salud pública basadas en convencer a las personas de que se comporten de manera diferente a veces pueden ser menos efectivas que las campañas de vacunación.
El tiempo durante el cual una persona puede propagar activamente la infección es otro factor en el R0. La mayoría de las infecciones pueden transmitirse durante unos pocos días o semanas. por ejemplo, los adultos con influenza, pueden propagar el virus durante aproximadamente una semana. Algunos microbios pueden permanecer en el cuerpo y transmitirse durante meses o años. El VIH es más infeccioso en las primeras etapas cuando las concentraciones del virus en la sangre son muy altas, pero incluso después de que esos niveles disminuyen, el virus puede transmitirse a nuevas parejas durante muchos años. Las intervenciones como los tratamientos farmacológicos pueden disminuir la transmisibilidad de algunos de estos organismos.
Las propiedades de los microbios también son importantes. Si bien los anfitriones pueden protegerse a sí mismos a propósito, los microbios no eligen sus rasgos. Pero con el tiempo, la evolución puede moldearlos de una manera que aumente sus posibilidades de transmisión. Por ejemplo, permitiendo que el sarampión permanezca más tiempo en el aire y permitiendo que la viruela sobreviva más tiempo en el medio ambiente.
Al reunir todas estas variables (tamaño y dinámica de la población huésped, niveles de inmunidad en la población, presencia de intervenciones, propiedades microbianas y más), podemos mapear y predecir la propagación de infecciones en una población utilizando modelos matemáticos. Decir por decreto o por razones políticas que el problema terminó no es posible.