bradley Rubio
Marco Rubio (derecha) saluda al embajador Robin Bradley (de espaldas), el día que el primero visitó Guatemala, en febrero de 2025. Foto: La Hora / Daniel Ramírez.

El posible relevo del embajador de Estados Unidos (EE. UU.) en Guatemala, Tobin Bradley, se convertirá en un desafío para las relaciones diplomáticas entre ambos países porque se podrían significar riesgos, pero también podrían el fortalecer políticas de seguridad, opinan expertos consultados por La Hora.

Aunque no se hizo un anuncio oficial, el pasado 19 de diciembre Político (medio de comunicación con sede en EE. UU.) reveló que el Gobierno de Donald Trump decidió remover a 29 embajadores que fueron nombrados por el expresidente Joe Biden. En América serían relevados el de Guatemala y el de Surinam, a más tardar el 16 de enero de 2026.

El Departamento de Estado, citado por medios internacionales, respondió que los cambios en embajadas son procesos normales que ocurren en «cualquier administración»; sin embargo, en el caso puntual de Guatemala, hay quienes creen que la eventual salida de Bradley repercutirá negativamente en el servicio diplomático estadounidense.

AFECTARÁ A AMBOS PAÍSES

El exembajador de EE. UU. en Guatemala, Stephen McFarland, explicó que no es usual el cambio de embajadores de carrera, puesto que, al igual que los oficiales de inteligencia y militares son «apolíticos y se comprometen a implementar fielmente las políticas del presidente de turno y su gobierno».

En tal sentido, dijo no comprender la lógica de los cambios puesto que se retira a embajadores «muy efectivos como es el caso del embajador Bradley que ha liderado profesionalmente, desde la Embajada, la implementación de la política del presidente Trump».

McFarland enumeró como «éxitos» de la relación bilateral los resultados obtenidos en áreas como la migración, la lucha contra el narcotráfico, así como los temas relacionados a China y Cuba.

«El relevo de docenas de embajadores de carrera en todos los continentes debilita la capacidad del Departamento de Estado de conducir e implementar profesionalmente las decisiones del presidente. Son autogoles de nuestra diplomacia frente a Rusia y China», advirtió.

A su juicio, Bradley «ha contribuido muchísimo al fortalecimiento de la relación entre Guatemala y Estados Unidos», y su presencia le hará falta a ambos países. Añadió que el cambio no se da por falta de efectividad de la Embajada que lidera, sino a una decisión de cambiar a «embajadores de carrera por embajadores políticos».

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SEGURIDAD REGIONAL

El internacionalista y ex vicecanciller, Luis Fernando Andrade, cree que la decisión de relevar a los embajadores en Surinam y Guatemala obedece principalmente a la estrategia de seguridad que la administración Trump pretende consolidar en el hemisferio occidental. 

Subrayó que EE. UU. “quiere tener afinidad, certeza, y confiabilidad en los países del Triángulo Norte de Centroamérica”, y puntualizó que en la lucha contra el narcotráfico, Guatemala no ha tenido mucho éxito en el control de sus fronteras.  En el mensaje de Navidad, el embajador Bradley aseguró que se lograron incautaciones históricas este año.

Expuso que a raíz de la lucha contra el narco en México, el próximo año la presión podría trasladarse a Guatemala. En ese sentido, dijo que los programas de apoyo en materia de seguridad han relegado al Ejército y han priorizado a la Policía Nacional Civil (PNC) que ha dado muestras de muchas debilidades, pese a los recursos que ha recibido.

“La batalla contra el narcotráfico tiene que ver con la capacidad que tenga el Ejército, que no se refleja en el presupuesto que se aprobó, cuando los problemas en la frontera son muy serios”, apuntó el ex vicecanciller. 

PIERDE ALIADO

Para Andrade, el gobierno de Arévalo perdería a un aliado con la salida de Bradley ya que le ha demostrado apoyo en “muchos temas de la relación bilateral”. 

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Y fuera de la seguridad, el analista considera que hay otros factores que se evaluaron y que tampoco dejaron satisfecho a Washington, y que se vieron reflejados en ciertas posturas políticas y diplomáticas de Guatemala. 

En ese aspecto, cabe recordar que Guatemala votó el pasado 29 de octubre a favor de una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en contra del embargo económico a Cuba. 

Anteriormente, en mayo de 2024, Guatemala votó a favor de que Palestina se integrara como miembro de pleno derecho en la Asamblea de la ONU. En ese entonces —el primer año del gobierno de Arévalo—, Trump todavía no era presidente, pero Bradley ya estaba al frente de la Embajada. 

“Hay otros estratos de la relación que obviamente no satisfacen a la Casa Blanca ni a quienes conducen las relaciones exteriores desde la perspectiva de la seguridad nacional”, concluyó Andrade. 

CAMBIOS NO SON POLÍTICOS

Por su lado, Roberto Wagner, internacionalista y profesor universitario, descartó que los movimientos en embajadas ordenados desde Washington tengan un tinte político o ideológico o que respondan a la reciente petición de la congresista María Elvira Salazar o al cabildeo de funcionarios guatemaltecos.

Bradley y Rubio
El embajador de EE. UU. en Guatemala, Tobin Bradley (izquierda), el día que el secretario de Estado, Marco Rubio (derecha) visitó Guatemala en febrero. En esa ocasión el funcionario respaldó el trabajo que la misión diplomática realiza en el país.  Foto: La Hora / Daniel Ramírez.

«Es prerrogativa de cualquier presidente quitar y poner embajadores… —pero— pensar que la Embajada en Guatemala es una venia demócrata es de ignorantes», precisó el analista, quien tampoco cree que haya existido algo en la función de Bradley que no satisfizo a Trump y a la Casa Blanca.

«Hay quejas de otros funcionarios, como del segundo de la Embajada, y me refiero a Patrick Ventrell, que sí jugaron un papel en un momento dado que aquí a mucha gente le causó escozor. Pero, nuevamente, todo se está moviendo en una dirección bastante institucionalizada de parte de EE. UU.», dijo Wagner. Ventrell estuvo en el momento clave del proceso electoral y la subsistencia de la democracia.

Respecto a qué puede esperar Guatemala del futuro embajador, el internacionalista considera que serán nombradas personas «mucho más enfáticas» que saben la importancia que tiene el país para EE. UU. y para la región.

Asimismo, Wagner coincidió con Andrade en el sentido de que EE. UU. también buscará con el cambio fortalecer las políticas de seguridad, por lo cual buscará reforzar la relación con el Ministerio de Gobernación y un compromiso más fuerte por parte del Ministerio de la Defensa Nacional.

En materia de seguridad, añadió, «se siente un malestar por parte de EE. UU. por la forma como se han manejado ciertas cosas en Guatemala»; sin embargo, recordó que Guatemala es el país más grande y con mayor producto interno bruto (PIB) que mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán y que fue de los pocos a los que Washington accedió a rebajar los aranceles.

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«EE. UU. nos da un gran valor y nombrarán a un embajador que refuerce esos temas por encima de otros países. EE. UU. quiere tener influencia y apoyo y Guatemala es el país que, por su posición geográfica, es el más importante de Centroamérica», indicó.

Wagner dijo que se espera que un próximo embajador venga a «trabajar con el gobierno —de Guatemala— a exigirles más» y a castigar a aquellos que se opongan a ellos.

Por tal razón, el analista no cree que la eventual salida de Bradley afecta a la administración de Arévalo. «El Gobierno de Guatemala es profundamente condescendiente con el de EE. UU. la agenda que impone Guatemala la acepta como tal», concluyó.

 

 

 

Sergio Morales
Periodista y licenciado en Ciencias de la Comunicación. Temas políticos, comunitarios, datos, gestión pública y migración.
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