
Un féretro baja por la rampa de carga del Aeropuerto Internacional La Aurora y, a pocos metros, una familia aguarda con la mirada fija en la puerta metálica. Detrás de ese momento íntimo existe un proceso administrativo, un protocolo sanitario y una ruta terrestre que recorre cientos de kilómetros hasta llegar a una aldea remota.
Ese trayecto —el último de un migrante guatemalteco fallecido en el extranjero— puede ser financiado a través de un servicio contratado por el Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala (Conamigua).
En agosto de 2025, la institución adjudicó por Q627 mil el contrato para 165 traslados a la empresa Funerales López, la única oferente del concurso público. El servicio incluye lo necesario para que los cuerpos de guatemaltecos que murieron fuera del país —en Estados Unidos, México u otros destinos de tránsito y destino migratorio— lleguen hasta su comunidad de origen en cualquiera de los 22 departamentos.
El proceso refleja el peso humano y logístico de un fenómeno que persiste: guatemaltecos que fallecen en accidentes, en la frontera, en el desierto de Arizona, en aguas como las del río Bravo o en ciudades donde residían como trabajadores migrantes.
SERVICIO PARA QUIENES NO PUEDEN COSTEARLO
El traslado terrestre, que inicia en La Aurora y termina en la aldea o municipio donde vivía el migrante, es un servicio al que las familias pueden aplicar sin costo. Conamigua lo describe como un apoyo para “atender la solicitud que realizan familiares de un migrante guatemalteco fallecido en el extranjero”.
Para activarlo, los parientes deben completar un formulario, presentar copia del DPI y el certificado de nacimiento del fallecido, y enviar la documentación al correo institucional. Luego, personal de la Dirección de Gestión Social realiza una visita domiciliar y un estudio socioeconómico para verificar la necesidad de apoyo. Solo entonces se gestiona el traslado.
Las razones de fallecimiento suelen ser diversas: accidentes de tránsito en el trayecto hacia Estados Unidos, ahogamientos en ríos fronterizos, deshidratación en zonas desérticas, enfermedades no atendidas por falta de acceso a servicios, violencia en ciudades de paso o incluso muertes laborales en el país de destino.
En todos los casos, el trámite busca aliviar uno de los momentos más dolorosos para las familias: costear la repatriación y el traslado interno, que en ocasiones supera la capacidad económica de comunidades rurales.

Los requisitos del contrato: transporte preparado, personal disponible 24/7 y cumplimiento sanitario.
Guatecompras —el portal de adquisiciones del Estado— detalla una lista extensa de exigencias para los oferentes. Los vehículos deben estar limpios, desinfectados y equipados con gel antibacterial para los familiares; el personal debe cumplir con normativas de salud, tránsito y servicios funerarios; y el contratista debe operar con disponibilidad absoluta: 24 horas al día, 365 días al año.
Los traslados pueden solicitarse con tan solo ocho horas de anticipación y deben cubrir cualquier punto del territorio, desde zonas urbanas hasta aldeas de difícil acceso. El piloto debe contar con la licencia adecuada y la empresa debe tener seguro contra daños a terceros y accidentes, además de una licencia sanitaria categoría “C”.
En caso de fallos mecánicos, el vehículo debe ser sustituido inmediatamente. El contrato permite incluso la subcontratación de unidades adicionales si se presentan fallecimientos múltiples, un escenario que, aunque doloroso, no es inusual cuando ocurren accidentes de migrantes en México o tragedias en la región del Darién.

123 TRASLADOS
Consultado por este medio, Conamigua explicó que la institución se pone en contacto —o intenta indagar— cada vez que se conoce, a través de medios internacionales y nacionales, de un accidente o situación en la que un connacional haya perdido la vida. Su propósito es ofrecer apoyo inmediato a las familias, especialmente en los casos donde no han iniciado el trámite por cuenta propia.
La entidad añadió que cuenta con atención psicológica, incluida la asistencia de una tanatóloga que acompaña a los familiares durante el proceso de duelo.
El traslado del cuerpo hacia la comunidad de origen, añadió la institución, se coordina en conjunto con el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) y con líderes migrantes, quienes colaboran en las gestiones necesarias para completar el retorno.
La institución añadió que su servicio de traslado consiste en acompañar a las familias de guatemaltecos fallecidos en el extranjero desde el momento en que el cuerpo llega al Aeropuerto Internacional La Aurora hasta su entrega en la comunidad de origen, un proceso en el que, afirmó, se brinda acompañamiento psicológico continuo.
Conamigua informó además que hasta la fecha ha prestado este servicio en 123 casos. Sin embargo, no precisó el periodo de tiempo al que corresponde esa cifra y si estos 123 corresponden a los 165 servicios que compraron en agosto pasado.
UN SOLO OFERENTE
El acta administrativa 208-2025 registra el proceso: Funerales López, propiedad de Mirna Lissette Molina Hernández de López, fue la única empresa que participó en el concurso COT-CONAMIGUA 13-2025. Su oferta cumplió con los requisitos y alcanzó una calificación de 80 puntos sobre 100.
La Junta de Cotización —integrada por representantes en los ámbitos legal, técnico y financiero— ratificó que la empresa había presentado las aclaraciones documentales solicitadas y que cumplía con la normativa de contrataciones del Estado.
El contrato cubre 165 traslados por un monto total de Q627 mil, lo que equivale a un promedio de Q3 mil 800 por cada servicio, incluyendo impuestos. Fuentes internas del sistema de repatriación explican que, dependiendo de la distancia, los costos privados de un traslado terrestre pueden superar los Q6 mil.
La Hora intentó comunicarse con la empresa para conocer una postura, pero no contestaron al número telefónico que refiere en Guatecompras.

En los municipios más afectados por la migración —Huehuetenango, San Marcos, Quiché, Alta Verapaz, Chiquimula— las caravanas fúnebres son escenas frecuentes. Incluso se han convertido en rituales comunitarios: las autoridades acompañan el cortejo, los vecinos colocan flores y se vive el duelo en comunidad.
Para muchos, el retorno ocurre años después de haber partido; para otros, el viaje finaliza incluso antes de cruzar la frontera. Lo que une esas historias es que todas terminan en el mismo lugar: la comunidad que vio partir al migrante.







