Las enfermeras llevan una hielera con dosis de la vacuna Sinopharm para el COVID-19 en el barrio Fuerte Apache en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Foto La Hora: Víctor R. Caivano/AP

La gestión de la pandemia volvió a dividir las aguas en Argentina luego de que la Ciudad de Buenos Aires y otras jurisdicciones decidieron mantener la obligatoriedad del uso del tapabocas al aire libre a partir del 1 de octubre, al contrario de lo que dispuso el gobierno nacional.

La alcaldía de Buenos Aires consideró necesario que una mayor cantidad de personas completen sus esquemas de vacunación antes de dar luz verde a la circulación sin tapabocas.

«Por ahora nosotros decimos ‘sigamos con el barbijo un poco más'», dijo Fernán Quirós, ministro de Salud de la ciudad, sobre la decisión anunciada la víspera por el gobierno nacional de levantar diversas restricciones. Al ser un país federal, las distintas jurisdicciones pueden diferenciar sus políticas sanitarias en el marco de la pandemia.

Además de Buenos Aires, las provincias de Salta y Jujuy, en el norte argentino, también consideraron que la medida es apresurada. Otras provincias lo están analizando.

El presidente Alberto Fernández defendió la posibilidad de prescindir de la mascarilla. «Nos acusan de libertinos los mismos que nos acusaban de encerradores en otros tiempos», cuestionó el mandatario en un acto oficial.

Fernández defendió «ir poco a poco recuperando» la normalidad en función de la mejoría de la situación epidemiológica que se registra desde hace semanas.

La ministra de Salud nacional Carla Vizzotti anunció la víspera que, a partir de la caída del número diario de infectados y de muertes por COVID-19, los ciudadanos podrán circular sin barbijo siempre que lo hagan de forma individual y cuando no haya una aglomeración de personas. Su uso continuará siendo obligatorio en lugares cerrados.

El ministro Quirós consideró que antes es necesario que el 70% de los habitantes de la ciudad estén vacunados. «Venimos proponiendo un plan progresivo de aperturas… Hoy vamos a estar cumpliendo el 60% de los porteños vacunados con dos dosis y creemos que todavía no es el momento de quitar barbijos» apuntó Quirós a Radio con Vos. El funcionario pertenece a la principal fuerza política opositora a la coalición que gobierna a nivel nacional.

Críticos del presidente consideran que las medidas anunciadas son electoralistas toda vez que la coalición gobernante sufrió una derrota en las primarias del 12 de septiembre en las que fueron elegidos los candidatos para las legislativas del 14 de noviembre. «No puedo decir que lo sea ni que no lo sea, pero naturalmente la gestión de la pandemia no ha sido fácil para nadie», afirmó al respecto Quirós.
«Eran medidas que pensábamos tomar antes, en función de la situación epidemiológica», señaló por su parte Fernández.

Las autoridades capitalinas y nacionales han mantenido resonantes discrepancias sobre la gestión de la pandemia, como la necesidad de volver a las clases presenciales, defendidas por la ciudad. Las restricciones establecidas durante la cuarentena generaron protestas callejeras alentadas por opositores.

El gobierno nacional también anunció la víspera que desde octubre las discotecas abrirán sus puertas con un aforo del 50% y que los asistentes deberán tener el esquema de vacunación completo 14 días previos al ingreso al local. Además estarán permitidos los eventos masivos de más de 1.000 personas con un aforo del 50%, lo que supone el regreso del público a los estadios de fútbol, y la apertura gradual de fronteras.

El epidemiólogo Eduardo López -uno de los asesores del Ministerio de Salud- señaló a The Associated Press que las medidas se pueden tomar porque el número de infectados viene bajando de forma sostenida, así como la ocupación de las camas de terapia intensiva.

En la actualidad algo más de 1.400 pacientes de COVID-19 están internados en terapia intensiva respecto de los más de 7.900 que se registraron en junio.

López apuntó que la contagiosa variante Delta no ha avanzado en Argentina como en otros países de Europa y, aunque registra una circulación comunitaria, no es predominante y está bastante acotada.
Desde que en marzo de 2020 impactó el virus, en Argentina se han contagiado unas 5,2 millones de personas y fallecieron más de 114.000.

Unos 29,1 millones de ciudadanos han recibido hasta ahora una dosis de alguna vacuna y 20,6 millones las dos dosis de una población de unos 45 millones.

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