CARBIS BAY, Inglaterra/AP
Los líderes de las economías más grandes del mundo revelaron el sábado un plan de infraestructura para el mundo en desarrollo para competir con las iniciativas globales de China, pero buscaban consenso sobre cómo pronunciarse enérgicamente contra Beijing por cometer violaciones de los derechos humanos.
Citar a China por sus prácticas de trabajo forzado es parte de la campaña del presidente estadounidense Joe Biden de persuadir a otros mandatarios democráticos a presentar un frente más unificado para competir económicamente con Beijing. Pero aunque acordaron trabajar para competir contra China, hubo menos unidad en qué tan adversaria debería ser la postura pública del grupo.
Canadá, el Reino Unido y Francia apoyaron en gran medida la postura de Biden, mientras que Alemania, Italia y la Unión Europea se mostraron más vacilantes durante la primera sesión del sábado de la cumbre del Grupo de los Siete, según dos funcionarios sénior del gobierno de Biden. Los funcionarios que informaron a la prensa no estaban autorizados para hablar públicamente de la reunión privada y lo hicieron bajo condición de anonimato.
El comunicado que sintetiza los compromisos de la reunión se estaba redactando y el contenido no se conocerá hasta su publicación el domingo, cuando termine la cumbre. Funcionarios de la Casa Blanca dijeron el sábado que creían que China, de alguna manera, podría ser desafiada por sus “políticas no mercantiles y violaciones de los derechos humanos”.
En su primera cumbre como presidente, Biden se empeñó en buscar tiempo para reuniones personales con los mandatarios, pasando del presidente francés Emmanuel Macron a la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro italiano Mario Draghi, un día después de reunirse con el primer ministro británico Boris Johnson, como si intentara personalmente borrar el recuerdo del caos que su predecesor ocasionaba con frecuencia en estas reuniones.
Macron dijo que la colaboración con Biden era necesaria para una serie de temas y le dijo al presidente estadounidense que “es increíble que un presidente de Estados Unidos sea parte del club y tenga mucha disposición para colaborar”. Las relaciones entre los aliados se tensaron durante los cuatro años de la presidencia de Donald Trump y su política exterior de “Estados Unidos primero”.
Por su parte, Merkel restó importancia a las diferencias sobre China y el gasoducto Nord Stream 2 que transportaría gas natural de Rusia a Alemania, sin pasar por Ucrania.
“El ambiente es muy cooperativo y se caracteriza por el interés mutuo”, comentó Merkel. “Hay discusiones muy buenas, constructivas y muy alegres en el sentido de que queremos colaborar juntos”.
Funcionarios de la Casa Blanca han dicho que Biden quiere que los mandatarios de los países del G7 — Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Japón y Alemania — unifiquen su voz contra las prácticas de trabajo forzado que afectan a los musulmanes uigures y otras minorías étnicas en China. Biden espera que la denuncia sea parte de un comunicado conjunto que se publicará el domingo cuando termine la cumbre, pero algunos aliados europeos están reticentes de separarse de Beijing de forma tan enfática.
China se ha convertido en uno de los temas secundarios más absorbentes de la cumbre de las naciones ricas, la primera desde 2019. La reunión del año pasado se canceló debido al COVID-19 y la recuperación de la pandemia domina las conversaciones de este año. Se prevé que los mandatarios se comprometerán a compartir al menos 1.000 millones de vacunas con los países en apuros.
Los aliados también dieron los primeros pasos para presentar una propuesta de infraestructura llamada “Build Back Better for the World” (“Reconstruir mejor para el mundo”), un nombre que recuerda al eslogan de campaña de Biden. El plan pide invertir cientos de miles de millones de dólares en colaboración con el sector privado apegados a las normas climáticas y prácticas laborales.
Está diseñado para competir con la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda de billones de dólares de China, que ha lanzado una red de proyectos y vías marítimas que serpentean alrededor de grandes porciones del mundo, principalmente Asia y África. Los detractores afirman que los proyectos de China con frecuencia generan enormes deudas y exponen a las naciones a una excesiva influencia de Beijing.