Por ERIC TUCKER y MICHAEL BALSAMO
WASHINGTON
Agencia AP
Dos altos funcionarios del gobierno de Donald Trump defendieron ayer sus acciones durante el asalto al Capitolio del 6 de enero. En una comparecencia ante el Congreso, el entonces secretario de Defensa interino, Christopher Miller, justificó todas las medidas que tomó ese día.
Miller dijo ante la Comisión de Supervisión de la cámara baja que temía que enviar tropas al edificio provocaría temores de un golpe militar y causaría una repetición de la matanza de la Universidad Kent State en 1970.
Su testimonio, en la más reciente de una serie de audiencias legislativas sobre el asalto, intenta rechazar la crítica de que los efectivos militares tardaron mucho en llegar cuando seguidores de Trump asaltaron violentamente el edificio del Congreso y provocaron destrozos.
Pero la presidenta de la comisión, la demócrata Carolyn Maloney, dejó en claro desde el inicio que haría preguntas sobre la demora de varias horas entre el pedido de apoyo militar y la materialización de ese apoyo.
«El gobierno federal no estaba preparado para esta insurrección, a pesar de que fue planificada a la vista de todos en las redes sociales», dijo Maloney. «Y a pesar de todos los recursos militares y policiales con que puede contar nuestro gobierno en una crisis, la seguridad se derrumbó frente a la turba y se demoraron los refuerzos durante horas mientras se invadía el Capitolio».
Los republicanos intentaron cambiar de tema a los disturbios civiles provocados por las protestas contra la injusticia racial, al sugerir que los demócratas furiosos por el ataque al Capitolio no condenaron enérgicamente la violencia en junio tras la muerte de George Floyd en Minneapolis. Un policía blanco había apoyado su rodilla sobre el cuello de Floyd durante nueve minutos y medio mientras el hombre negro decía que no podía respirar. Al final, Floyd falleció.
«Lo que está mal es que haya individuos que recurran al crimen, la violencia y las tácticas de la turba», dijo James Cormer, el republicano de mayor jerarquía en la comisión. «Estuvo mal el 6 de enero y estuvo mal el verano pasado cuando varias ciudades del país fueron atacadas por manifestantes».
Por su parte, el que fuera secretario de Justicia interino, Jeffrey Rosen, se aprestaba a declarar por primera vez sobre el papel de su departamento en las horas previas al asalto.
Miller dijo que había decidido que las fuerzas armadas tuvieran una actuación limitada debido a las críticas que había recibido la respuesta agresiva a los disturbios civiles que remecieron varias ciudades estadounidenses en meses anteriores, así como episodios de décadas atrás que culminaron en violencia.
El Departamento de Defensa tiene «una trayectoria sumamente pobre en el apoyo a la seguridad interior», como en las protestas por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam en las décadas de 1960 y 1970 y la matanza de cuatro estudiantes en la Universidad Kent State por efectivos de la Guardia Nacional de Ohio hace 51 años, dirá Miller, según un texto al que se tuvo acceso previo.
«Mi compromiso era evitar esas situaciones», afirmó.
Miller también niega que Trump, criticado por no criticar enérgicamente a los revoltosos, tuviera alguna participación en la respuesta de la Defensa.
Por otra parte, se prevé que Rosen dirá que el Departamento de Justicia «tomó medidas de precaución apropiadas» antes de los disturbios al poner en alerta a unidades de elite cuando informes policiales indicaron que se esperaban actos y manifestaciones de entre 10.000 y 30.000 personas.