Por NASSER KARIMI y AYA BATRAWY
TEHERÁN
Agencia AP
En momentos en que Irán enfrenta lo que parece ser su peor oleada de COVID-19 a la fecha, los habitantes de Teherán siguen utilizando a diario el transporte público en grandes números -metro y autobuses- no obstante las imágenes de enfermos con respiración entrecortada que la televisión estatal difunde todas las noches.
Después de las críticas en su contra por restar importancia al coronavirus el año pasado, las autoridades iraníes han impuesto confinamientos parciales y restituido otras medidas para frenar la propagación del virus.
Sin embargo, en esta nación de 84 millones de habitantes, sobre la que pesan aplastantes sanciones de Estados Unidos, muchos pasan problemas para tener un ingreso que les permita alimentar a sus familias. Debido a las presiones económicas y la incertidumbre cada vez mayor sobre la fecha en que las vacunas estarán disponibles en forma general en la República Islámica, muchos han renunciado al distanciamiento social por considerarlo un lujo inasequible. Por esta razón, las autoridades sanitarias están preocupadas de que lo peor de la pandemia quizá esté por venir.
«No puedo dejar de trabajar», dijo preocupado Mostafa Shahni, de 34 años, obrero de la construcción en Teherán. «Si lo hago, no puedo llevar el pan para mi esposa y dos hijos».
Irán registra en estos momentos su cifra más alta de casos nuevos de coronavirus: más de 25 mil por día. Su total de muertos suma a diario alrededor de 400, todavía por abajo del récord de 486 en noviembre.
Durante el punto más alto del repunte más reciente en Irán, unos 20 mil pacientes fueron hospitalizados en todo el país. Hoy día, la cifra rebasa los 40 mil. El ministerio de Salud advierte que el número se elevará a 60 mil en las próximas semanas. Irán sigue estando entre los países más asolados por la pandemia en el mundo y el más afectado en Medio Oriente.
En diversas partes de Teherán, los periodistas de The Associated Press han sido testigos de las víctimas que se ha cobrado la pandemia.
En el hospital Shohadaye Tajrish de Teherán, camilleros trasladaban a dos fallecidos por COVID-19 por un estacionamiento hacia la morgue, uno envuelto en una sábana blanca y otro dentro de una bolsa negra. Todos los pabellones en los cinco niveles del hospital están reservados para pacientes de coronavirus. Un ramo de rosas sobresalía sobre una camilla vacía en recuerdo de una persona fallecida recientemente. Un globo en forma de corazón estaba a un lado de un respirador inmóvil.
En el gigantesco cementerio Behesht-e-Zahra, saturado de muertos por la pandemia, trabajadores construyen numerosas tumbas con bloques de hormigón. Los dolientes vestidos de negro lloran en una procesión de diversos funerales. Las autoridades tienen planeado abrir una nueva morgue en el lugar para manejar la oleada de muertos, causada en gran parte por la «corona» como muchos iraníes llaman al virus.