Por SYLVIE CORBET y ANGELA CHARLTON
PARÍS
Agencia AP
Francia se convirtió ayer en el tercer país de Europa, después de Gran Bretaña e Italia, en superar los 100,000 muertos por coronavirus, tras un año de tensión en los hospitales, cuarentenas intermitentes y pérdidas que han dejado familias de todo el país en duelo.
El país de 67 millones de habitantes es el octavo del mundo en alcanzar dicha cifra.
Francia sumó 300 muertos el jueves, para un total acumulado de 100,077 desde el inicio de la pandemia.
La cifra es un hito importante, dijo a The Associated Press Lionel Petitpas, presidente de la asociación Víctimas del COVID-19.
Después de meses en los que la gente se ha acostumbrado al virus, el número «está llegando a muchos. Es una cifra que pensamos que nunca alcanzaríamos», dijo.
Petitpas, que perdió a su esposa, Joelle, el 29 de marzo del año pasado debido al virus, dijo que las familias de las víctimas «quieren que el gobierno haga un gesto colectivo para reconocer nuestra pérdida colectiva».
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, dijo al diario Le Parisien que piensa en todas las personas que murieron en la pandemia y en sus familias.
La pandemia fue «muy cruel» con las personas «que en ocasiones no pudieron acompañar, durante sus últimos momentos y en la muerte, a un padre, una madre, un ser querido, un amigo», dijo Macron. Sin embargo, señaló, la crisis también muestra «la capacidad del pueblo francés para unirse».
El portavoz del gobierno, Gabriel Attal, sugirió que era demasiado pronto para marcar una fecha específica en memoria de los fallecidos, mientras el país combate otra rápida ola de contagios.
«Habrá un homenaje, desde luego, un luto nacional por las víctimas del COVID-19», dijo Attal el miércoles. «Ese momento llegará».
«Hoy, dedicamos todas nuestras fuerzas a la batalla contra la epidemia», dijo.
Los expertos señalaron que la cifra de 100,000 sigue siendo inferior a la real, al menos en varios miles. Los análisis de los certificados de defunción apuntan a que algunos casos no quedan registrados cuando la gente muere en casa o en lugares como centros psiquiátricos y residencias para enfermos crónicos, señalaron.
Petitpas inició un grupo de Facebook el año pasado para que los familiares de víctimas compartieran recuerdos de sus seres queridos. Aparecen testimonios nuevos casi todos los días.
«A mi esposa, como a tantos otros, simplemente la pusieron en una bolsa de cadáveres», recordó. «Era como una bolsa de basura de lujo. Y después la metieron en un ataúd y la enviaron a cremación», dijo. No le permitieron verla.
Petitpas señaló que pese al decreto del pasado enero que permite a la gente ver a sus seres queridos fallecidos, muchos lugares siguen sin permitirlo.
«Toda esta gente que nos dejó (son) como apestados, sin dignidad humana, sin nada en absoluto», lamentó.
Celia Prioux-Schwab, trabajadora social, perdió a su abuela de 82 años en enero, cuatro días después de que la enviaran a casa desde el hospital de Reims, a pesar de que su familia no tenía modo de atenderla en casa, y aún enferma de COVID-19.
Ahora hace campaña para cambiar la legislación francesa y garantizar el derecho de las familias de visitar a pacientes hospitalizados, incluso durante una pandemia, «para apoyar, o incluso sólo para despedirse».
Corine Maysounabe, una periodista que vive en el oeste de Francia, ha participado en un grupo de trabajo que asesora a funcionarios sobre un futuro protocolo de muertes durante pandemias. Su padre, de 88 años, murió el año pasado por el virus.
Ella describió el «enorme trauma» de las limitaciones a los ritos funerarios, así como a ver cuerpos «tratados al nivel de objetos».
«Cuando te dicen que a tu padre le metieron en una bolsa y le cubrieron de lejía, imagina la imagen que se forma en tu cabeza», dijo.
Las familias y las víctimas, dijo Maysounabe, «están olvidadas» ahora. «Nos hemos acostumbrado a 300, 400 muertes al día».
Desde que Macron declaró la «guerra» al virus al anunciar la primera cuarentena del país, el 17 de marzo de 2020, los franceses han pasado por restricciones internas y a los viajes que han marcado la vida cotidiana.
Francia inició una tercera cuarentena parcial a principios de abril, conforme crecían los contagios y los hospitales se acercaban al colapso. La cifra total de pacientes de COVID-19 en cuidados intensivos en Francia superó los 5,900 esta semana. Las medidas incluyen el cierre de escuelas, la prohibición de los desplazamientos internos, y el cierre de la mayoría de los comercios no esenciales.
El toque de queda nacional durante la noche lleva en vigencia desde mediados de diciembre, y todos los restaurantes, bares, gimnasios, cines y museos llevan cerrados desde octubre.
Está previsto reabrir las escuelas de forma gradual a partir del 26 de abril. El gobierno contaba con empezar a retirar otras restricciones a mediados de mayo, cuando se esperaba que mejorase la situación, dijo Attal.
Las autoridades esperaban que 20 millones de personas, en torno al 38% de la población adulta, hubiera recibido al menos una dosis de la vacuna para entonces, en comparación con los 11 millones de ahora.
Francia es el país europeo que más contagios ha confirmado, más de 5.1 millones.