Los clientes pagan por las comidas para que personas necesitadas, muchas de ellas vapuleadas por la crisis de la pandemia de coronavirus, puedan alimentarse. Foto: La Hora/Vía AP

NUEVA YORK/AP

En Miami, Oklahoma, restaurantes y sus comensales están haciendo lo posible para aliviar las penurias de la pandemia, comida a comida.

Varios cafés en este pueblo de la esquina noreste del estado han instalado “paredes de recibos”, que les permiten a los comensales pagar por adelantado por comidas y a los necesitados tomar lo que quieran, sentarse y comer, sin tener que responder a preguntas.

La idea de proveer comidas prepagas se transmitió de restaurante en restaurante hace unos pocos meses. Muchos de los beneficiarios son desamparados o han sido afectados duramente por la crisis desde que la pandemia llegó a Miami, con una población de 13.000 personas. Dos tormentas invernales en febrero causaron aún más problemas.

Jennifer White, una mujer oriunda del pueblo que es dueña del restaurante de hot dogs The Dawg House, pasó de un camión de alimentos a un restaurante fijo en septiembre, un paso atrevido durante la pandemia. Ella fue la primera en colocar una pared de recibos. En apenas ocho horas, la pared estaba llena de recibos para comidas.

Hasta ahora, los comensales de The Dawg House han provisto más de 600 comidas.

“Y solamente tenemos ocho mesas en el restaurante, así que eso dice mucho sobre lo increíble que es nuestra comunidad”, dijo White.

Algunos que han usado un recibo han regresado para pagar ellos mismos por otros recibos. White dice que tiene comensales regulares que han pagado por entre 10 y 50 comidas de una vez.

Lasay Castellano, una estudiante de enfermería que recientemente dejó su puesto como gerente en el Zack’s Cafe, dijo que el restaurante sirve unas 600 comidas al día. Ella ha estado colocando recibos en la pared por casi dos meses.

“Tenemos muchos desamparados. Muchos. En apenas un día teníamos casi 600 dólares en comidas en la pared”, dijo. “Estamos pasando trabajos para mantener los recibos en la pared”.

Entre los donantes está Derrick Hayworth, de 32 años, que es dueño de una compañía de entrega de alimentos que sirve al The Dawg House y otros restaurantes y comercios minoristas.

“Toda la comunidad lo respalda”, dijo. “No fue forzado. Simplemente iba a suceder”.

Artículo anteriorChile cierra fronteras y aumenta restricciones por COVID-19
Artículo siguienteRamos se lesiona y no jugará ante Liverpool y Barcelona