CIUDAD DE MÉXICO
Agencia AP
Hombres armados pertenecientes presuntamente a una banda de narcotraficantes emboscaron un convoy de la policía ayer en el centro de México, matando a ocho policías estatales y a cinco elementos de la Fiscalía estatal, informaron autoridades.
La muerte de los 13 elementos en el Estado de México es la masacre más grande de fuerzas del orden público desde octubre de 2019, cuando hombres armados de un cártel emboscaron y mataron a 14 policías estatales en el vecino estado de Michoacán.
La emboscada del jueves desató una amplia búsqueda de los asesinos en un área rural al suroeste de la Ciudad de México, que colinda con el Estado de México por tres costados.
El Estado de México contiene suburbios de la capital, pero también incluye montañas y tierras agrestes como el sitio del ataque.
Rodrigo Martínez Celis, secretario de Seguridad Pública del estado, dijo que soldados, infantes de Marina y elementos de la Guardia Nacional revisaban el área por tierra y aire en busca de los asesinos.
«El convoy realizaba labores de patrullaje en la región justamente para el combate de los grupos delictivos que operan en esta zona», señaló Martínez Celis. «Esta agresión es una afrenta contra el Estado mexicano».
«Responderemos con toda la fuerza», advirtió.
Hasta el momento no había indicios de a qué pandilla o cártel podrían pertenecer los hombres armados. Varios operan en el área alrededor de Coatepec Harinas, donde ocurrió el ataque.
El poblado se encuentra cerca de un complejo turístico con aguas termales conocido como Ixtapan de la Sal, popular entre los habitantes de la Ciudad de México para paseos de fin de semana. Y también está relativamente cerca de ciudades como Taxco, donde las autoridades han reportado actividades del cártel Guerreros Unidos, aparentemente aliado con el Cártel Jalisco Nueva Generación, y de la pandilla Arcelia, dominada por el grupo delictivo Familia Michoacana.
El ataque parece ser un reto para el presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha seguido una estrategia de no confrontar directamente a los cárteles del narcotráfico en un intento por evitar la violencia.