POR VLADIMIR ISACHENKOV
MOSCÚ
Agencia AP
Rusia anunció que será sede de negociaciones entre el gobierno afgano y los rebeldes talibanes, intensificando su rol en las gestiones de paz para el país asiático.
Las negociaciones comenzarán el 18 de marzo y además del gobierno afgano y el Talibán, participarán delegados de Rusia, Estados Unidos, China y Pakistán, informó la vocera del Ministerio de Exteriores de Rusia, Maria Zakharova.
Qatar, que ha sido sede hasta ahora del proceso, recibió la oferta de asistir como invitado de honor.
Las conversaciones, indicó Zakharova, se enfocarán en «maneras de impulsar el diálogo interafgano, reducir el nivel de violencia, poner fin al conflicto armado y ayudar a Afganistán a desarrollarse como país independiente, pacífico, autosuficiente y libre de terrorismo y narcotráfico».
El intento de Rusia de servir de mediador surge en momentos en que el proceso en Doha, Qatar, se ha estancado. Estados Unidos y Afganistán exigen un cese de fuego, mientras que el Talibán insiste en que eso debe ser parte de las negociaciones.
Bajo un acuerdo forjado en febrero del año pasado, el gobierno del entonces presidente estadounidense Donald Trump se comprometió a retirar todas las fuerzas extranjeras de territorio afgano para el 1 de mayo.
El secretario norteamericano de Estado Antony Blinken expresó, en una carta reciente al presidente afgano Ashraf Ghani, que la fecha del 1 de mayo es flexible. La misiva detalla un plan para un período de 90 días durante los cuales cesaría la violencia y que le impediría al Talibán lanzar una ofensiva en la primavera. Ello sería seguido por un cese de fuego permanente y un acuerdo de paz.
Un borrador del acuerdo entregado por Estados Unidos a las partes en conflicto para su revisión incluye las condiciones para un cese del fuego, los mecanismos para implementarlo, protecciones para los derechos de las mujeres, menores de edad y minorías étnicas y la creación de una comisión de la verdad y reconciliación.
Rusia, que invadió Afganistán en 1979 y la ocupó hasta 1989, marca así su resurgimiento diplomático al servir de mediador para ese país, acercándose a las facciones combatientes y compitiendo con Estados Unidos por tener influencia allí. En el 2019, fue escenario de conversaciones entre diversas acciones afganas.