Después de su histórico encuentro con el Papa Francisco hoy, el principal clérigo chií de Irak
afirmó que las autoridades religiosas juegan un papel en la protección de la minoría cristiana
del país, que debe vivir en paz y disfrutar de los mismos derechos que el resto de iraquíes.
Por su parte, el Vaticano dijo que Francisco dio las gracias al gran ayatolá Ali al-Sistani y al
pueblo chií por haber «levantado su voz en defensa de los más débiles y perseguidos» durante
algunos de los momentos más violentos de la historia reciente de Irak.
El mensaje de paz de al-Sistani afirmó «el carácter sagrado de la vida humana y la importancia
de la unidad del pueblo iraquí», apuntó Francisco. El Vaticano dijo que la histórica visita fue una
oportunidad para que el papa hiciese hincapié en la necesidad de una colaboración y amistad
entre las distintas comunidades religiosas.
El Pontífice se reunió el sábado con al-Sistani, uno de los clérigos más importantes del islam
chií, en la ciudad santa iraquí de Najaf para lanzar un mensaje conjunto de coexistencia
pacífica, instando a los musulmanes a abrazar a la asediada minoría cristiana.
En un comunicado de su oficina tras el encuentro, al-Sistani afirmó que los cristianos deben
«vivir como todos los iraquíes, en seguridad y en paz y con plenos derechos constitucionales».
Además, destacó el «rol que juega la autoridad religiosa en su protección y en la de otros que
han sufrido injusticias y daños en acontecimientos de los últimos años».
Al-Sistani deseó felicidad tanto a Francisco como a los fieles de la iglesia católica y le dio las
gracias por tomarse la molestia de visitarlo en Najaf, añadió la nota.
Al-Sistani es una figura profundamente venerada en Irak, de mayoría chií, y su opinión sobre
cuestiones religiosas es seguida por chiíes en todo el mundo.
Para la menguante minoría cristiana del país, una muestra de solidaridad de al-Sistani podría
ayudar a asegurar su lugar en Irak tras años de desplazamiento y, esperan, alivie la
intimidación de milicianos chiíes.
El histórico encuentro en la humilde vivienda de al-Sistani se produjo tras meses de
preparativos en los que la oficina del ayatolá y el Vaticano discutieron y negociaron
minuciosamente cada detalle.
El convoy en el que viajaba el papa, de 84 años, encabezado por un vehículo blindado, se
detuvo en la estrecha calle Rasool, bordeada de columnas y que desemboca en el santuario
Imam Ali, uno de los lugares más venerados del Islam chií. Después, Francisco caminó unos
metros (yardas) hasta la modesta casa en la que el clérigo vive de alquiler desde hace
décadas.
Un grupo de iraquíes vestidos con trajes tradicionales lo recibieron en el exterior. Cuando el
papa, con mascarilla por la pandemia del coronavirus, traspasó el umbral, se soltaron palomas
blancas en señal de paz. Abandonó la vivienda una hora más tarde con una evidente cojera, al
parecer consecuencia de la ciática que le dificulta caminar.
La visita se emitió en vivo en la televisión iraquí, y los residentes aplaudieron el encuentro entre
los dos respetados líderes espirituales.
«Damos la bienvenida a la visita del papa a Irak y especialmente a la ciudad santa de Najaf, y a
su reunión con el gran ayatolá Ali Al-Sistani», afirmó Haidar Al-Ilyawi, residente en la ciudad.
«Esta es una visita histórica y espero que sea buena para Irak y para el pueblo iraquí».
Francisco llegó a Irak el viernes y se reunió con altos funcionarios del gobierno en la primera
visita papal de la historia al país, con la que busca promover su llamado a la fraternidad entre los pueblos. Este es además el primer viaje internacional del pontífice desde el inicio de la
pandemia del coronavirus y el encuentro del sábado fue el primero entre un papa y un gran
ayatolá.
Cerca de 25.000 efectivos de las fuerzas de seguridad custodiaban la ciudad antes de la
llegada del pontífice, dijo el gobernador de la provincia.
En las pocas ocasiones en las que ha hecho pública su opinión, al-Sistani ha cambiado el curso
de la historia moderna de Irak.
En los años posteriores a la invasión de 2003 liderada por Estados Unidos, pidió repetidamente
calma y moderación mientras la mayoría chií era blanco de los ataques de al Qaeda y otros
extremistas suníes. Pese a esto, el país se sumió en años de violencia sectaria.
Su fatua, o edicto religioso, de 2014, que pedía que todos los hombres sanos combatiesen al
grupo extremista Estado Islámico aumentó las filas de las milicias chiíes. En 2019, cuando
manifestaciones antigubernamentales paralizaron el país, su sermón provocó la renuncia del
entonces primer ministro Adil Abdul-Mahdi.
Los iraquíes han acogido bien la visita y la atención internacional que le ha dado al país, que
trata de recuperarse de décadas de guerra y disturbios. Irak declaró la victoria sobre EI en 2017
pero sigue sufriendo ataques esporádicos.
Recientemente registró ataques con cohetes de milicias respaldadas por Irán contra
instalaciones militares y diplomáticas estadounidenses, luego de un ataque aéreo de
Washington contra objetivos milicianos en el país y en la vecina Siria. La violencia está ligada al
enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán luego de que Washington abandonó el histórico
pacto nuclear de 2015 y volvió a imponer paralizantes sanciones a la República Islámica.