YANGÓN, Myanmar
Agencia AP
Los manifestantes marcharon hoy por la ciudad más grande de Myanmar, pese a la amenaza de la junta militar gobernante de que emplearía la fuerza contra los que se sumaran a una huelga general contra el golpe de Estado de hace tres semanas.
Más de 1.000 manifestantes se reunieron cerca de la embajada estadounidense en Yangón pese a las barreras que bloqueaban la ruta, aunque se marcharon para evitar una confrontación tras la llegada de 20 camiones militares con policía antimotines. Las protestas continuaron en otras zonas de la ciudad, como los alrededores de la Pagoda Sule, un punto tradicional de reunión.
Fábricas, oficinas y comercios cerraron en todo el país en respuesta a una convocatoria de huelga nacional. Los cierres se extendieron a la capital Naipyidó.
La junta había advertido en contra de la huelga en un anuncio público el domingo por la noche, emitido a través de la televisora pública MRTV.
«Parece que los manifestantes han aumentado su incitación hacia los disturbios y la anarquía el día 22 de febrero. Los manifestantes incitan ahora a la gente, especialmente a jóvenes y adolescentes sensibles, a una senda de confrontación donde sufrirán la pérdida de vida», indicó el texto mostrado en inglés, acompañando el anuncio verbal en birmano.
El comunicado de la junta también acusó a delincuentes de la violencia en protestas pasadas, lo que hizo que «los miembros de las fuerzas de seguridad tuvieran que responder al fuego». Tres manifestantes han muerto baleados.
El domingo por la noche circularon camiones en Yangón emitiendo advertencias similares.
El movimiento de protesta, que aspira a restaurar el poder al gobierno electo de Aung San Suu Kyi y que tanto la líder depuesta como otros mandatarios sean liberados, ha rechazado emplear la violencia.
La huelga nacional fue bautizada como Cinco Doses, por los cinco números 2 en la fecha del lunes.
«Me sumo a la protesta nacional 22222 como ciudadano del país. Debemos sumarnos a la protesta en esta ocasión sin falta», dijo Zayar, de 42 años y que posee un negocio de agua embotellada en la capital. «De modo que he cerrado mi fábrica y me he sumado a la manifestación».
Zin Mi Mi Aung, una vendedora de 27 años, se sumó también a la huelga.
«No queremos que nos gobierne el régimen», dijo mientras la gente marchaba y coreaba a su espalda. «Lucharemos contra ellos hasta que ganemos».
Miles de personas se reunieron en los amplios bulevares de la capital, muchos en motocicletas para permitir movimientos rápidos en caso de acciones policiales.
En medios sociales circulaban reportes y fotos de protestas, algunas muy numerosas, en al menos una docena de ciudades y pueblos.
La huelga nacional era una extensión de las acciones convocadas por el Movimiento de Desobediencia Civil, un grupo sin una jerarquía estricta que ha instado a funcionarios y empleados de empresas estatales a abandonar sus puestos. Muchos trabajadores de transportes y de oficina han respondido a la llamada.
El sábado se formó un Comité de Huelga Nacional a partir de más de dos docenas de grupos para dar una estructura más formal al movimiento de resistencia y lanzar una «revolución de primavera».
Los ominosos indicios de posible conflicto llamaron la atención fuera del país. Estados Unidos reiteró su apoyo al pueblo de Myanmar.