YANGÓN, Myanmar
Agencia AP
Las nuevas autoridades militares de Myanmar parecían haber cortado en su mayoría el acceso a internet hoy mientras enfrentaban crecientes protestas contra el golpe de Estado que derrocó al gobierno civil liderado por Aung San Suu Kyi.
Numerosos internautas notaron una lenta desaparición del servicio, especialmente el de proveedores de telefonía móvil, que se aceleró rápidamente a última hora de la mañana del sábado. La conexión de banda ancha falló más tarde y había reportes confusos sobre el funcionamiento de las líneas de telefonía fija.
Netblocks, un servicio con sede en Londres que rastrea los cortes y bloqueos de internet, dijo el sábado por la tarde que en Myanmar había «ahora un cierre casi total de internet en vigor». La conectividad cayó a apenas un 16% frente a su nivel habitual, agregó.
Esta medida siguió a la orden del viernes de la junta militar para bloquear el acceso a Twitter e Instagram, alegando que algunos trataban de usar las plataformas para difundir noticias falsas. Facebook fue vetado a principios de semana, aunque la prohibición no era completamente efectiva.
El bloqueo de las telecomunicaciones es un firme recordatorio de que los avances realizados por Myanmar, que podrían perderse luego de que la sublevación militar del lunes volviese a poner el país en manos de los militares tras una década encaminándose hacia una mayor apertura y democracia. En las cinco décadas previas de juntas militares, el país estuvo aislado internacionalmente y las comunicaciones con el exterior estaban estrictamente controladas.
Los cinco años de Suu Kyi como líder de facto de la nación han sido su periodo más democrático desde el alzamiento de 1962, a pesar de que el ejército retuvo amplios poderes, se mantuvieron en vigor represivas leyes coloniales y se persiguió a la minoría musulmana rohinya.
Los bloqueos añaden una mayor urgencia a los esfuerzos para resistir al golpe, y el sábado se registraron algunas de las movilizaciones callejeras más concurridas en su contra. En lo que parecían ser la principal, unas 1.000 personas, entre las que había empleados de fábricas y estudiantes, recorrieron la principal calle de Yangón, la ciudad más grande del país. A mediodía, más de 100 agentes antimotines trataron de impedir su avance.
Algunos de los asistentes gritaron «La dictadura militar debe caer» y «Abajo la dictadura». Marcharon con las manos en alto, haciendo un saludo con tres dedos levantados, un símbolo de desafío adoptado de las movilizaciones antigubernamentales en la vecina Tailandia, que a su vez lo tomaron prestado de la franquicia «Los juegos del hambre».
La marcha terminó de forma pacífica sin que se reportasen enfrentamientos. Se dispersó coincidiendo con el corte de las comunicaciones y no estuvo claro si los participantes se reagruparon más tarde.
Telenor Myanmar, el principal operador de telefonía móvil del país, confirmó que recibió la orden de impedir el acceso a Twitter e Instagram. En un comunicado, Twitter dijo estar «profundamente preocupado» por la medida y se comprometió a «abogar para poner fin a los destructivos cierres promovidos por gobiernos».
«Esto socava la conversación pública y el derecho de la gente a hacer oír su voz», apuntó su vocero.
Desde el golpe de Estado, las redes sociales han sido una importante fuente de información independiente y han servido para organizar protestas.
Por cuarta noche el viernes, una cacofonía de ruidos procedentes de ventanas y balcones retumbaron en los vecindarios de Yangón mientras la resistencia a la sublevación militar y a las detenciones de activistas y políticos cobraba fuerza.
Cerca de 300 legisladores electos de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Suu Kyi, se declararon el viernes los únicos representantes legítimos de la población y pidieron reconocimiento internacional como gobierno nacional.
Debían tomar posesión de sus escaños el lunes, en la apertura del parlamento luego de las elecciones de noviembre, pero fue entonces cuando el ejército anunció que asumiría el poder durante un año.
Los militares acusaron a Suu Kyi y a la LND de no actuar para abordar sus denuncias de fraude electoral, a pesar de la comisión electoral dijo que no halló evidencia para respaldar esas quejas.
En Nueva York, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, prometió el viernes que el organismo hará todo lo posible para unir a la comunidad internacional y crear las condiciones para que se revierta el alzamiento militar.
La Asociación de Asistencia a Presos Políticos señaló que 134 funcionarios y legisladores — incluyendo Suu Kyi y el presidente depuesto, Win Myint — y unos 18 activistas independientes fueron detenidos, y algunos ya recuperaron la libertad.