Por MARÍA VERZA
SAN PEDRO SULA, Honduras
Agencia AP
Cientos de migrantes esperanzados en llegar a Estados Unidos se reunieron ayer frente a una estación de autobuses en la ciudad hondureña de San Pedro Sula, a pesar de los continuos indicios de que México y otros países de la región no les permitirán pasar.
Santos Demetrio Pineda era uno de cientos que se presentaron con poco más que la ropa que llevaban puesta para el largo e incierto recorrido, mucho más difícil ahora debido a la pandemia de coronavirus.
«Hemos perdido todo en el huracán y no podemos estar así conformes con lo que nos ha pasado», dijo Pineda, refiriéndose a dos meteoros de categoría 4 que azotaron a Honduras en noviembre. «Vamos a salir del país a pedir ayuda en donde nos reciban».
Al preguntarle cómo pasarán a través de las líneas de policías y agentes migratorios que ya se preparan para su llegada, Pineda respondió que van a «pedirle a Dios que se van a abrir las puertas».
Horas antes, unos 200 migrantes reanudaron su marcha a pie por una carretera hacia la frontera con Guatemala, un día antes de la fecha programada para que una caravana de migrantes parta desde San Pedro Sula.
Ese primer grupo comenzó a caminar el miércoles, pero hizo una pausa durante la noche antes de llegar a donde estaban unos 75 policías antimotines en las afueras de San Pedro Sula. Un agente indicó que la intención era impedir que los migrantes violaran el toque de queda impuesto por la pandemia, verificar su documentación y asegurarse de que no viajaran con niños que no fuesen suyos.
La terminal de autobuses de San Pedro Sula ha sido el principal punto de partida de caravanas de migrantes en el pasado.
Dolores Efraín Ortega, un albañil del poblado de Cofradía, dijo que ya había viajado en la ruta en seis ocasiones.
«Aquí no hay trabajo, aunque sea albañil, pero no hay trabajo», señaló Ortega, y dijo que se iba «para prosperar, para tener mi propia casa».
Los migrantes enfrentan el reto adicional de que varios gobiernos acordaron esta semana hacer valer las leyes migratorias en sus fronteras.
El Instituto Nacional de Migración de México publicó videos el jueves en los que puede verse a cientos de agentes y miembros de la Guardia Nacional ejercitándose en la frontera sur. Señaló que los efectivos mantienen «vigilancia en estados del sur de México, principalmente en Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, para hacer cumplir la Ley de Migración».
En redes sociales circula desde hace semanas una convocatoria para una nueva caravana de migrantes que partirá el 15 de enero. Pero caravanas previas han sido obligadas a regresar.
Ariel Villega, originario de la localidad de Ocotepeque, caminaba con su esposa y su hijo de 10 años. Consciente de los obstáculos que les aguardan, señaló: «Todo lo llevamos, el pasaporte y la prueba de COVID».
El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, decretó el miércoles por la noche el «estado de prevención» en la frontera con Honduras. En su decreto señaló la amenaza de que los migrantes ingresen al país sin la documentación adecuada y sin pasar los controles por la pandemia. Guatemala exige una prueba negativa de coronavirus para entrar. Más de 2.000 agentes de la policía nacional y soldados esperarán en la frontera, añadió.
Por su parte, el gobierno de México señaló el miércoles que varios países de América Central y del Norte, están preocupados por los riesgos para la salud que supone el COVID-19 entre los migrantes que carecen de la documentación adecuada.
Un comunicado de la Conferencia Regional sobre Migración deja entrever que México y Centroamérica podrían seguir rechazando a migrantes en base al riesgo percibido por la pandemia.
El grupo, formado por 11 naciones, «expresó preocupación por la exposición de los migrantes en situación irregular a situaciones de alto riesgo para su salud y su vida, principalmente durante la emergencia sanitaria».
Autoridades mexicanas dijeron el jueves que conversaron sobre migración con Jake Sullivan, a quien el presidente electo estadounidense Joe Biden designó como asesor de seguridad nacional, y plantearon «la posibilidad de implementar un programa emergente de cooperación para el desarrollo en el norte de Centroamérica y el sur de México, en respuesta a la crisis económica provocada por la pandemia y los recientes huracanes que afectaron la región».
Cuando cientos de hondureños trataron de armar una caravana el mes pasado, las autoridades los frenaron antes de que pudiesen llegar siquiera a la frontera con Guatemala. Otros intentos el año pasado fueron dispersados por las autoridades guatemaltecas antes de que entraran en territorio mexicano.
La presión para emigrar ha estado incrementándose en Centroamérica, luego de que los huracanes Eta e Iota destrozaron cultivos, obligaron a cerrar negocios y desplazaron a miles de personas, en una región que ya pasaba apuros por la pandemia.
Los migrantes se han mostrado esperanzados de que recibirán una bienvenida más cálida en la frontera de Estados Unidos con el gobierno de Biden, quien asumirá el cargo el 20 de enero.