CHICAGO (AP) — El presidente Donald Trump afirmó repetidamente en los últimos meses de su presidencia, y sin un rastro de ironía, haber hecho más por los afroestadounidenses que nadie, con la “posible excepción” de Abraham Lincoln.
Trump presumió que el desempleo entre los negros cayó a mínimos históricos bajo su supervisión antes de que la pandemia de coronavirus devastara la economía. Anunció una reforma judicial para las acortar las sentencias mínimas obligatorias por delitos de drogas no violentos para que miles de personas pudieran salir de prisión, en su mayoría afroamericanos. Trump también aseguró haber aumentado los fondos para colegios y universidades históricamente negros.
Pero al final, los historiadores dicen que el legado de Trump —y su ruina electoral— se verá moldeado en gran medida por la retórica destinada a agitar franjas significativas de su base blanca que tiró de los hilos de las relaciones raciales en Estados Unidos.
Su estrategia de división se mostró la semana pasada cuando instó a sus seguidores, en su mayoría hombres blancos, a acudir al Capitolio en nombre de sus infundadas afirmaciones de fraude electoral.
Después de que una turba pro-Trump irrumpiera los reverenciados pasillos del Congreso, el presidente no condenó de inmediato la violencia. No denigró a los alborotadores calificándolos de “matones” ni advirtió que estaba dispuesto a recibirlos con “perros feroces” y “armas siniestras”, como amenazó a los manifestantes en gran parte pacíficos del movimiento antirracismo Black Lives Matter después de la muerte en mayo de George Floyd, un hombre negro que falleció tras ser detenido por policías.
En cambio, su respuesta inicial fue una serie de tibios tuits y mensajes de video en los que pedía a sus violentos leales que “se fueran a casa en paz”, les decía que sentía su “dolor” y que los amaba.
Trump fue con frecuencia explícito al usar la raza como un garrote.
Afirmó sin evidencia que Barack Obama, el primer presidente negro de la nación, no nació en Estados Unidos, y dijo que los inmigrantes mexicanos traían “el crimen” y eran “violadores”.
En privado, cuestionó por qué Estados Unidos aceptaría más inmigrantes de Haití y “países de mierda” en África en lugar de lugares como Noruega. Trump incluso escribió en un tuit que parecía dirigido a un grupo de nuevas legisladoras demócratas, progresistas y de color, que “regresaran y ayudaran a reparar los lugares totalmente destruidos e infestados de delitos de los que vinieron”.
Los activistas de derechos humanos dicen que el asalto al Capitolio fue el final macabro de una presidencia que abrazó a grupos supremacistas blancos y extremistas y avivó las llamas del caos y la violencia.