Los parlamentarios entrantes, llevan imágenes del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, a la derecha, y del héroe de la independencia Simón Bolívar, en Caracas, Venezuela. Foto La Hora/AP/Matías Delacroix.

Por JORGE RUEDA

CARACAS

Agencia AP

Los aliados del presidente Nicolás Maduro asumieron ayer el liderazgo de la Asamblea Nacional, cinco años después de sufrir una humillante derrota ante la oposición, lo que le otorgará al mandatario el dominio de la última institución que aún no estaba bajo su control.

Los partidarios de Maduro obtuvieron 256 de las 277 bancas en los comicios legislativos del 6 de diciembre que fueron boicoteados por la oposición por considerar que no existían condiciones para elecciones libres y democráticas.

Pese a que los comicios se vieron empañados por una abstención cercana al 70% y que fueron catalogados como una farsa por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países de la región, la elección parece haber condenado a la irrelevancia a la oposición liderada por Juan Guaidó.

Guaidó, de 37 años y quien como jefe de la Asamblea Nacional se declaró presidente interino en desafío a Maduro y fue reconocido como mandatario legítimo de Venezuela por casi 60 países, realizó junto a un pequeño grupo de exdiputados un encuentro virtual en el que prometió mantener «la continuidad constitucional» de la Asamblea Nacional electa en 2015.

«Al no haber diputados legítimamente electos para este nuevo periodo legislativo, corresponde al Parlamento electo en 2015 seguir en funciones hasta que haya una elección válida», expresó Guaidó, rodeado de un puñado de personas que dejó en evidencia su nuevo papel secundario en la escena política venezolana.

Según recientes encuestas de opinión, el respaldo a Guaidó se redujo más de la mitad desde que se declaró presidente interino en 2019 tras argumentar que la reelección de Maduro en mayo de 2018 había sido fraudulenta.

Como muestra de que la oposición ya no tiene relevancia en las instituciones públicas, la semana pasada el Tribunal Supremo de Justicia anuló la reforma del estatuto de transición aprobado por la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, que apuntaba a extender su mandato un año más.

De acuerdo con ese estatuto la Legislatura encabezada por Guaidó y cuyo mandato expiró el 4 de enero, seguiría operando a través de una «comisión delegada», que normalmente se encarga de las tareas correspondientes a la Asamblea Nacional cuando ésta se encuentra en receso.

El máximo tribunal, controlado por el oficialismo, declaró «írrita y carente de validez y eficacia jurídica» cualquier actuación de los diputados salientes «con el propósito de perpetuar, extender, continuar o prorrogar» la actual Asamblea Nacional.

La unidad de los legisladores opositores también se ha resquebrajado al punto que varios aliados de Guaidó, entre ellos el ex vicepresidente de la Asamblea Nacional, Stalin González, han reconocido que su labor como legisladores concluyó.

Maduro, en tanto, mantiene un firme control de todas las instituciones del Estado, incluidas las fuerzas armadas.

Pese a que muchos acusan al mandatario de ser el responsable de la severa crisis social, política y económica que agobia a los venezolanos, esto no ha logrado socavar el apoyo de los jefes castrenses.

La nueva Asamblea unicameral la encabeza Jorge Rodríguez, exministro de Comunicación y estrecho colaborador de Maduro, quien en el pasado dirigió conversaciones patrocinadas internacionalmente con la oposición y se reunió con enviados de la administración del presidente estadounidense Donald Trump.

En tanto, Diosdado Cabello, vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela y considerado el segundo hombre más poderoso del oficialismo luego de Maduro, liderará el bloque del partido gobernante.

Maduro pidió a sus partidarios que busquen el diálogo y la reconciliación con la oposición, cedan espacios en las distintas comisiones de la Asamblea y se concentren en medidas económicas urgentes.

Pese a afirmar que están comprometidos con el diálogo, Rodríguez aseveró que «hay crímenes que deben ser pagados» por los diputados salientes.

En tanto, el diputado opositor disidente José Gregorio Correa dejó en claro que están dispuestos a ser una voz crítica del gobierno en la Asamblea.

«No olviden, siempre hay una oportunidad para hacer las cosas mejores, hoy no lo hicieron», dijo Correa en pleno acto de instalación al rechazar la selección de los directivos del Legislativo. Correa destacó que la alianza oficialista debe ser «inclusiva» al considerar que su mayoría es «circunstancial», puesto que sólo votó cerca del 20% de los venezolanos inscritos en el padrón electoral.

Pese al mayoritario boicot opositor, en los comicios sí participaron integrantes de partidos minoritarios que mantienen diálogo con el gobierno, quienes apenas conquistaron siete escaños, y decenas de disidentes de los principales partidos opositores a quienes el Tribunal Supremo les entregó la dirección, símbolos, colores y tarjetas de los partidos. Los disidentes se adjudicaron sólo 13 escaños.

Algunos analistas consideran que los partidos opositores minoritarios y los disidentes de las mayores organizaciones políticas adversas a Maduro intentarán desplazar a la «oposición tradicional».

«Ellos van a asumir un espacio, un papel, son los que van a dar las ruedas de prensa, son los que van a asumir las posiciones en la Asamblea Nacional», dijo Oscar Vallés, analista político y profesor de la Universidad Metropolitana.

Ellos «al menos tienen la posibilidad y la oportunidad de crecer, claro si hacen las cosas de manera inteligente», indicó el analista al tiempo que advirtió que «de ponerse muy incómodos, muy beligerantes» podrían ser sometidos como muchos de los anteriores legisladores opositores a persecuciones.

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