Por JORGE RUEDA
CARACAS
Agencia AP
Tras los comicios legislativos que le permitieron recuperar el control del único organismo independiente del país, el presidente Nicolás Maduro tendrá a partir del martes despejado el camino para consolidar aún más su poder, mientras la oposición está obligada a atraer a los venezolanos cansados de la política luego de boicotear la elección que virtualmente los borró de la escena.
Luego de las elecciones legislativas del 6 de diciembre «podemos decir que la oposición ya no ocupa ninguna relevancia en las instituciones, al menos efectivas, de facto, que tiene el Estado en Venezuela», dijo Oscar Vallés, analista político y profesor de la Universidad Metropolitana en Caracas.
Tampoco la saliente Asamblea Nacional -encabezada por el líder opositor Juan Guaidó- que ha prometido seguir en funciones «va a tener ningún tipo de relevancia, ningún tipo de impacto, ningún tipo de peso para el ciudadano común y corriente», acotó Vallés.
Una muestra de esto quedó plasmada la semana pasada en un fallo del Tribunal Supremo de Justicia que anuló la reforma del estatuto de transición aprobado por la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, que apuntaba a extender su mandato un año más.
El máximo tribunal, controlado por el oficialismo, declaró «írrita y carente de validez y eficacia jurídica» cualquier actuación de los actuales diputados «con el propósito de perpetuar, extender, continuar o prorrogar con la investidura o la condición de diputados» de la actual Asamblea Nacional y «con ello atentar o menoscabar» la instalación del nuevo Legislativo.
En una declaración divulgada la noche del domingo en Twitter, Guaidó insistió en que «no se va a detener el Parlamento nacional hasta ver celebradas elecciones libres en Venezuela».
Maduro, por su parte, ha advertido repetidamente que actuará de la mano del poder judicial si la oposición insiste en «la estupidez de que una autoridad pública puede autoextenderse el mandato».
«Confiemos que la justicia haga su trabajo. No me temblara el pulso», aseveró el mandatario.
En los últimos comicios legislativos quedó claro que los venezolanos están hastiados de la clase política, a la que ven como insensible a sus penurias en medio de la profunda crisis social y económica signada una recesión que cursa su sexto año, una economía que según el Fondo Monetario Internacional caería un 25% y una hiperinflación de cuatro dígitos.
Ese desánimo quedó reflejado en una abstención de 69,5%, según las autoridades electorales.
Los aliados de Maduro con 69,34% de los votos se adjudicaron 253 de los 277 cargos a elegir en los comicios legislativos que fueron boicoteados por la oposición por considerar que no existían condiciones para elecciones libres y democráticas.
En los comicios sí participaron integrantes de partidos minoritarios que mantienen diálogo con el gobierno, quienes apenas conquistaron siete escaños, además de decenas de dirigentes disidentes de los principales partidos opositores a quienes el Tribunal Supremo les entregó la dirección, símbolos, colores y tarjetas de los partidos. Los disidentes apenas se adjudicaron 13 escaños.
De los restantes diputados elegidos, uno es miembro del Partido Comunista y los otros tres, en representación de los indígenas, son militantes del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela.
Sin embargo, el resultado electoral del oficialismo no se ha traducido por ahora en una mejora de la posición del gobierno izquierdista en el ámbito internacional, puesto que los comicios fueron rechazados por Estados Unidos, la Unión Europea y buena parte de los países de la región, que argumentaron que no existieron condiciones como para considerar que se trató de un proceso electoral transparente y democrático.
Las críticas de la comunidad internacional permiten vaticinar que no habrá cambios inmediatos en las presiones y sanciones hacia el gobierno de Maduro, quien deberá seguir esquivando la compleja crisis sólo con el apoyo de Rusia, China, Irán, Cuba y Turquía, que en los últimos años se han convertido en sus principales aliados.
Muchos venezolanos son escépticos sobre la labor de la nueva Asamblea.
«El chavismo fue mayoría por 15 años y no hizo nada, después ganó la oposición y no los dejaron hacer», dijo Carlos Gómez, un jubilado de 71 años que recordó que desde que la oposición obtuvo una abrumadora mayoría en 2015 y logró el control de la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo la despojó de sus atribuciones mediante una serie de sentencias.
«No creo que salga algo bueno de la (nueva) Asamblea», agregó.