Por LISA MASCARO
WASHINGTON
Agencia AP
El Congreso se reunió ayer para el inicio de una nueva sesión, en la que legisladores juramentaron en medio de un período tumultuoso debido al intento de un creciente número de republicanos para anular la victoria de Joe Biden sobre el presidente Donald Trump y el alza de casos de coronavirus.
La demócrata Nancy Pelosi fue reelegida por su partido como presidenta de la Cámara de Representantes. Los demócratas retuvieron la mayoría en la cámara baja pero con el menor margen en 20 años después de un gran desempeño sorprendente del Partido Republicano en los comicios de noviembre.
La inauguración del Senado podría ser uno de los últimos actos de Mitch McConnel como líder de la mayoría. El control republicano en el Senado está en el aire hasta que se definan dos bancas en la elección de desempate del martes en Georgia. El resultado determinará qué partido controla la cámara alta.
Por ley, la Cámara de Representantes y el senado debían reunirse el domingo y se impusieron estrictos protocolos por el COVID-19. Los choques de codo sustituyeron saludos de mano y los senadores juramentaron en su cargo. Un número menor de parientes a lo habitual acompañaron a los legisladores en el Capitolio.
Un sector especial con asientos y cerrado se destinó a legisladores en cuarentena por COVID-19, pero las pruebas dieron negativo al virus.
Sin embargo, para el final del día, legisladores de la Cámara Baja intercambiaron abrazos y felicitaciones tras juramentar en el cargo en la concurrida cámara, una escena alarmante durante la pandemia.
«Nos quedaríamos cortos decir que el Congreso se reúne en momentos difíciles», señaló McConnel en la sesión de la cámara.
Sin embargo, McConnel afirmó que con el inicio del año nuevo hay motivos para el optimismo, «enorgullezcamos al pueblo estadounidense».
Pelosi señaló que la máxima prioridad es derrotar al coronavirus. Y «queremos derrotarlo», afirmó en medio de los aplausos.
A menudo se dice que un gobierno dividido puede dar pie a compromisos legislativos, pero los legisladores están comenzando el 117mo Congreso con la nación más lacerada que nunca e impugnando incluso hechos fundamentales como la victoria de Biden en la elección presidencial.
La elección presidencial de 2020 no se vio estropeada por las acusaciones de fraude, confirmaron autoridades electorales en todo el país. Antes de dimitir el mes pasado, el fiscal general William Barr, un republicano nombrado por Trump, dijo que no hubo evidencia de fraude que afectara el resultado de los comicios.
Los gobernadores republicanos de Arizona y Georgia, cuyos estados fueron cruciales para el triunfo de Biden, también afirmaron que los resultados de sus comicios fueron correctos.
Sin embargo, una docena de republicanos que participarán en el nuevo Senado, encabezados por los senadores Josh Hawley y Ted Cruz, e incluso más legisladores en la Cámara de Representantes, han anunciado que se convertirán en una fuerza de resistencia frente a la Casa Blanca de Biden, y emprenderán acciones para socavar la voluntad de los electores estadounidenses.
Estos legisladores republicanos tienen previsto objetar los resultados electorales en la sesión del miércoles del Congreso para ratificar la victoria de Biden sobre Trump por 306-232 en el Colegio Electoral.
El vicepresidente Mike Pence, que como presidente del Senado encabeza la sesión y declara al ganador, enfrenta una presión cada vez mayor de los aliados de Trump que atañe a su responsabilidad ceremonial.
El jefe de despacho de Pence, Marc Short, dijo el sábado en un comunicado que Pence «acoge los esfuerzos de los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado de que utilicen la autoridad que tienen conforme a la ley para plantear objeciones».
Por su parte, los demócratas buscan seguir adelante, deseosos de una asociación con Biden en las prioridades compartidas, comenzando con los planes para contener la pandemia y la crisis económica. Tienen previsto revisar el fallido intento para incrementar la asistencia por la pandemia a 2.000 dólares para la mayoría de la gente.