Además, se refirió al tema de las vacunas Covid-19. Foto La Hora

ANGELA CHARLTON
PARÍS
Agencia AP

Mientras el resto de los gobiernos de Europa lanzaban sus campañas de vacunación contra el COVID-19 con bombos y platillos, Francia lo hizo con una actitud más discreta dado el amplio escepticismo entre la población.

Luego de la primera vacuna, aplicada a una mujer de 78 años residente de un asilo de ancianos cerca de París, el presidente Emmanuel Macron suplicó a sus compatriotas: «Confiemos en nuestros científicos y nuestros médicos. Somos el país natal de la Iluminación, de (el pionero de las vacunaciones Louis) Pasteur. La razón y la ciencia deben prevalecer».

A pesar de eso, muchos franceses siguen escépticos al recordar recientes escándalos médicos, incluyendo algunos que involucraron vacunas mal administradas. Temen que las vacunas contra el coronavirus se desarrollaron con apuro, que solo buscan enriquecer a las grandes compañías farmacéuticas y que habrá efectos secundarios que se descubrirán dentro de muchos años.

Francia ha perdido más vidas al virus que la mayoría de los países, y su economía — una de las más grandes del mundo — se encuentra duramente golpeada por dos confinamientos colectivos. Los médicos albergan la esperanza de que la gente aceptará la vacuna a medida que más personas se vacunen.
El doctor Jean-Jacques Monsuez, un cardiólogo de 65 años de edad que vive en un asilo de ancianos al noreste de París, fue el domingo la segunda persona en toda Francia en recibir la inoculación. Cuando varios otros ancianos recibieron la vacuna, expresó: «ya estamos todos vacunados, estamos en el mismo barco, y este barco no se hunde y alrededor de este barco hay un país entero que no se hunde».

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