Por JOSEF FEDERMAN and JALAL HASSAN/AP
Una serie de bandas de música desfilaron por Belén el jueves, pero pocas personas estaban en las calles para saludarles, con la pandemia de coronavirus y un estricto encierro disminuyendo las celebraciones en el lugar tradicional del nacimiento de Cristo.
Escenas similarmente apagadas ocurrieron en todo el mundo, donde las festivas reuniones familiares y misas concurridas que usualmente caracterizan la fecha fueron reducidas o canceladas. En Australia, los feligreses tuvieron que comprar boletos en la internet para acudir a servicios religiosos con distanciamiento social. El papa Francisco iba a celebrar misa en una ceremonia casi vacía en el Vaticano en Nochebuena, horas antes de un toque de queda en Italia.
Las celebraciones en otras partes de Europa fueron canceladas o reducidas drásticamente en momentos en que las infecciones aumentan en el continente y una nueva variante que pudiera ser más contagiosa fue detectada. Miles de camioneros y viajeros se vieron atrapados en el puerto de Dover, en Gran Bretaña, impedidos de cruzar a Francia por la lentitud de las pruebas de coronavirus demandadas por las autoridades francesas.
En Belén, un día lluvioso aumentó el tono sombrío cuando decenas de personas se congregaron en la Plaza del Pesebre para recibir al Patriarca Latino, máximo líder católico en la Tierra Santa. Bandas juveniles tocaron villancicos, encabezando una procesión antes del arribo del patriarca por la tarde.
En Tailandia, había poco que celebrar, con el país lidiando con un aumento inesperado de los casos del virus, pese a estrictos controles fronterizos que han impedido la entrada de viajeros a un país muy dependiente del turismo.
Los australianos habían estado esperando hasta recientemente una Navidad relativamente sin COVID-19, luego que las restricciones a los viajes fueron relajadas en semanas recientes en ausencia de evidencia de transmisión en las comunidades. Pero los planes navideños fueron estropeados cuando se detectaron tres casos el 17 de diciembre que expusieron un nuevo brote en el norte de Sydney. Al detectarse más casos, los estados cerraron de nuevo sus fronteras.
Mientras que la mayoría de los países estaban manteniendo o aumentando las restricciones durante los feriados, Líbano es una excepción. Con su economía en ruinas y partes de la capital destruidas por una enorme explosión el 4 de agosto, el país levantó la mayoría de las restricciones, esperando alentar gastos de los consumidores. Decenas de miles de libaneses residentes en el exterior han llegado al país para la Navidad, creando temor de un aumento inevitable de los casos.