El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato demócrata a la Casa Blanca, el exvicepresidente Joe Biden, participan en el último debate presidencial, en la Universidad Belmont, en Nashville, Tennessee. Foto La Hora/Jim Bourg/Pool vía AP.

Por JONATHAN LEMIRE, DARLENE SUPERVILLE, WILL WEISSERT y MICHELLE L. PRICE
NASHVILLE, Tennessee, EE. UU.
Agencia AP

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, discutieron ayer sobre cómo frenar el avance del coronavirus durante el último debate de la campaña electoral, dejando atrás el rencor que eclipsó su anterior cara a cara en favor de un intercambio más sustancial que puso de manifiesto sus diferentes enfoques ante los grandes desafíos, nacionales e internacionales, que enfrenta el país.

Trump declaró que el virus, que solo el jueves se cobró la vida de más de 1,000 estadounidenses, «se irá», mientras que Biden respondió que la nación se encamina a «un oscuro invierno».

«Cualquiera que sea responsable de tantas muertes no debería seguir siendo Presidente de Estados Unidos», afirmó Biden.

A menos de dos semanas de las elecciones, Trump volvió a definirse como la misma figura ajena al mundo de la política que presentó ante los votantes por primera vez hace cuatro años, diciendo repetidamente que es un político. Biden, por su parte, alegó que su rival era un líder incompetente en un país que enfrenta múltiples crisis y trató de conectar con lo que vio como errores presidenciales que afectan a la vida diaria de la población, especialmente en lo relacionado con la pandemia.

El Presidente, que prometió tener una vacuna en cuestión de semanas, aseguró que los peores brotes están en los estados con gobernadores demócratas, una afirmación que no se corresponde con el aumento de los contagios en las regiones que votaron por él en 2016. Biden prometió que su gobierno escuchará a los científicos en la lucha contra el COVID-19, la enfermedad causada por el virus, y dijo que el enfoque divisivo de Trump hacia los estados afectados obstaculizó la respuesta nacional.

«Yo no veo esto de la forma en que él lo hace: estados azules y estados rojos», afirmó Biden. «Todos son Estados Unidos. Y vean todos los estados que están teniendo un repunte en el coronavirus: son los estados rojos».

Luego de un primer debate marcado por las airadas interrupciones, el del jueves tuvo un tono más calmado. Y en una campaña definida por los feos ataques personales, la noche incluyó una sorprendente cantidad de debate político ya que ambos hablaron de medio ambiente, política exterior, inmigración y justicia racial.

Cuando Trump preguntó repetidamente a Biden si «cerraría la industria petrolera», el demócrata dijo que «haría la transición desde la industria del petróleo, sí», y que «con el tiempo» la sustituiría por energías renovables. Trump, en un llamado directo a los votantes de estados productores de energía como Texas y Pensilvania — éste último clave en estos los comicios — calificó sus palabras como «gran declaración».

Anticipando que su frase pudiese terminar en los anuncios electorales republicanos, Biden hizo una pequeña aclaración al embarcar en su avión tras el debate señalando que «No vamos a prohibir los combustibles fósiles. Eliminaremos los subsidios a los combustibles fósiles, pero no los desharemos de ellos por mucho tiempo».

Más adelante, con el debate centrado en el cambio climático, Trump explicó su decisión de retirar al país del Acuerdo de París de 2015, afirmando que era un pacto injusto que habría tenido un costo de billones de dólares para el país y habría perjudicado a las empresas.

Trump aseguró repetidamente que el plan para atajar el cambio climático e invertir en industrias verdes de su rival fue desarrollado por «AOC y otros tres», en referencia a la representante de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez. Biden río entre dientes durante gran parte de la respuesta del presidente y dijo: «No sé de donde sale».

Sobre la raza, Biden llamó la atención sobre las negativas previas de Trump a condenar a los supremacistas blancos y sobre sus ataques al movimiento Black Lives Matter, declarando que el presidente «arroja leña a cada fuego racista».

«Saben quién soy. Saben quién es él. Conocen su carácter. Conocen mi carácter», dijo Biden añadiendo que la reputación de los dos por «honrar y decir la verdad» es clara.

Trump respondió recordando sus esfuerzos para reformar la justicia penal y criticó al demócrata por apoyar una ley contra el crimen de 1990 que muchos sienten que encarceló a hombres negros de forma desproporcionada. Mirando al público, el presidente se declaró «la persona menos racista en esta sala».

En cuanto a la política exterior, Biden acusó a Trump de relacionarse con un «mafioso» mientras se reunía con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, y criticó su política de separar a las familias migrantes que trataban de entrar de forma ilegal al país por la frontera sur.

Biden añadió que el país se enteró por un reporte del diario New York Times de que Trump pagaba apenas 750 dólares anuales en impuestos federales al tiempo que tenía una «cuenta bancaria secreta» en China. El exvicepresidente recordó que ha presentado todas sus declaraciones fiscales desde hace 22 años y retó al presidente a hacer lo mismo diciéndole «¿Qué está escondiendo?».

Trump señaló que había cerrado la cuenta en China y que sus contadores le dijeron que «pagué por adelantado decenas de millones de dólares» en impuestos. Sin embargo, como ha hecho en los últimos cuatro años tras prometer que haría pública esa información, declinó decir cuándo lo hará.

Normalmente, el último debate de la campaña influye mucho en el desenlace de los comicios y está por ver si Trump, que va por detrás en las encuestas, ha logrado cambiar esa trayectoria. Pero estos son unos comicios atípicos: más de 47 millones de personas han emitido ya su voto de forma anticipada y, a estas alturas, quedan muchos menos indecisos.

Artículo anteriorRepunte de COVID-19 obliga a más restricciones en toda Europa
Artículo siguienteCuba, desde las alturas