Por CAROLYN THOMPSON
Agencia Ap

Christi Brouder finalmente había conseguido que su hija de 10 años se instalase en el piso de un pasillo y se conectase con una clase virtual vía Google Meet cuando su hermanito de seis años se apareció con su «traje de nacimiento». Quería un jugo.

Para su sorpresa, Brouder recibió ese mismo día una llamada de un trabajador social del Departamento de Menores y de Familias de Massachusetts. Alguien había denunciado que un adulto se había exhibido desnudo durante la clase. La llamada fue seguida por una visita de un detective que había enviado la escuela para corroborar que todo estaba bien en la casa.

Brouder explicó que su hijo sufre de epilepsia y autismo y que a veces se desnuda para sentirse más cómodo y allí terminó la pesquisa.

Pero la experiencia frustró mucho a Brouder, quien vive en Haverhill, y revela los desafíos que enfrentan los educadores al tener que evaluar escenas relampagueantes y sonidos durante comunicaciones virtuales con sus alumnos.

«La maestra no pidió hablar conmigo. Nadie dijo nada» durante la clase, comentó Brouder.
En Estados Unidos, las leyes de protección del menor exigen que maestros y otros profesionales informen acerca de cualquier acto sospechoso. La pandemia del coronavirus y las clases virtuales le dan otra dimensión al tema y hacen que el contacto a través de una llamada con video sea la única pista que puede tener un maestro de que hay problemas en una casa.

Muchos distritos escolares pidieron a sus maestros que estén pendientes de lo que se observa en la pantalla, de cosas en segundo plano que puedan revelar el consumo de drogas, de adultos que parecen ebrios o drogados y de niños sucios, con heridas o que son maltratados por los adultos.
No es fácil descifrar qué está pasando realmente en la casa.

«¿Veo al niño y decido que no parece bien alimentado?», preguntó Jennifer Ryan, maestra de una escuela de Connetquot, estado de Nueva York. «¿Lo veo y pienso que no hay nada en la casa y que un niño no debe vivir así?».

«Estoy sacando conclusiones a partir del pequeño rincón de una casa que tengo en la pantalla», señalo Ryan.

Agregó que algunos colegas observaron escenas en las que hay gritos e insultos que pueden escuchar no solo los maestros sino también otros alumnos.

«Nos piden que informemos acerca de posibles irregularidades, pero a esta distancia es casi imposible» evaluar lo que pasa, afirmó Ryan.

Defensores de la niñez expresan preocupación por una merma en las denuncias de posibles abusos de menores desde que el virus obligó a cerrar las escuelas.

«Esto puede ser visto como algo muy negativo, pero también es cierto que nunca hemos tenido tanto acceso a lo que sucede en la casa del estudiante», dijo Chris Newlin, director ejecutivo del Centro Nacional de Defensa de la Niñez (National Children’s Advocacy Center).

El Centro y otras organizaciones prepararon una guía para ayudar a los maestros a detectar signos de que algo no funciona en una familia y se les pide que alerten cuando un niño no parece estar supervisado y presten atención a lo que sucede en la casa.

«Los maestros tienen la oportunidad de ver a los chicos y ver si tienen lesiones, cosas obvias», comentó Newlin, «pero también lo que pasa detrás».

A veces, lo que no se ve es lo que hace sonar campanas de alarma, sobre todo cuando un chico se pierde varias clases virtuales.

Las autoridades escolares de Tulsa, Oklahoma, le pidieron a la policía que fuese a la casa de dos niñas de cinco y ocho años que recibieron laptops pero no se conectaban a la hora indicada. Los agentes se encontraron con que las niñas estaban solas y se estaban todavía allí cuando se apareció la madre en estado de ebriedad. La madre fue acusada de abandono de menores.

Una maestra del Warwick County de la Florida no tuvo tiempo de alertar a nadie el primer día de clases, en agosto. Detrás de la niña de 10 años que tomaba una clase virtual se escuchó un griterío tal que la maestra silenció el audio de la niña.

La maestra vio que la niña se tapaba los oídos y acto seguido desapareció el video. La policía dijo que la computadora había recibido un balazo y que la madre de la pequeña había sido asesinada frente a la niña, a sus tres hermanas y dos primas. El exnovio de la madre fue acusado de asesinato.

En otro caso, una estudiante se conectó a oscuras y la maestra le pidió que prendiese la luz. La niña respondió: «Mis padres están trabajando y nos han dicho que mantengamos las luces apagadas cuando estamos solos en casa», según relató la maestra. El caso fue reportado a las autoridades.

Edith Pride, maestra de primaria de Boca Ratón, Florida, expresó su frustración durante una reunión escolar en la que sus comentarios generaron sonrisas a pesar de lo serios que eran.

«Señores padres, por favor asegúrense de que están vestidos cuando pasan detrás de sus hijos, porque los hemos visto en ropa interior, con sostenes y otras cosas», dijo Pride. «Cuando ayudan a sus hijos en las computadoras, por favor no se presenten con cigarrillos ni fumando marihuana. Hemos visto todo eso».

«Los maestros se sienten desbordados», comentó Pride más tarde por teléfono. «Se sienten presionados, nerviosos, porque tienen que sopesar tantas cosas».

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