Por KATHLEEN RONAYNE
SACRAMENTO, California, EE. UU.
Agencia AP

Abajo en las encuestas, Donald Trump y su partido republicano están enfocando su campaña no en su rival Joe Biden sino más bien en Kamala Harris, diciendo, sin pruebas, que la primera mujer de raza negra que integra una fórmula presidencial de un partido grande será realmente la que manda si los demócratas ganan la Casa Blanca.

Es una campaña plagada de matices sexistas y racistas, que busca el voto de republicanos e independientes que ven con buenos ojos los antecedentes moderados de Biden y que podrían asociar a Harris con el sector más radical del Partido Demócrata, a pesar de su historial de posturas centristas en varios temas importantes.

En la última semana, Trump le dijo a Sean Hannity, de Fox News, que Harris asumiría la presidencia «tres meses» después de una eventual asunción de Biden. En otra conversación con Rush Limbaugh afirmó que la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi «reemplazaría a Biden con Harris. Y en una entrevista con Maria Bartiromo, de Fox Business, describió a Harris como un «monstruo».

Trump se enfoca en Harris para tratar de acortar la ventaja que le lleva Biden en la mayoría de las encuestas, tanto a nivel nacional como en los estados decisivos a tres semanas de las elecciones. Trump siempre cuestionó las aptitudes de Biden, pero desde que pasó un susto al contagiarse del coronavirus puso la mira en Harris, alentado en parte por Newt Gingrich, ex presidente de la cámara baja.

«Si el electorado capta el alcance de su radicalismo, verá que sería muy riesgoso ponerla en la Casa Blanca», expresó Gingrich, quien describió a Biden como alguien «dócil», comparado con Harris, a quien tildó de «agresiva».

El sexismo y racismo asociados con esos términos y con el uso de la palabra «monstruo» para aludir a Harris por parte de Trump puede caerle bien a los partidarios más leales del mandatario.

«Tratan de decirle a su base, ‘no queremos que una mujer negra sea presidenta'», opinó la representante demócrata Marcia Fudge, expresidenta del bloque afroamericano de la cámara baja.

Fudge afirma que los esfuerzos por pintar a Harris como una radical no encajan con sus antecedentes, sobre todo en el terreno de la justicia. Harris y Fudge fueron ambas fiscales.

Pero hay indicios de que la prédica de Trump llega a su base.

«Me preocupa que si Harris gana, será quien manda en el gobierno, porque el viejo Joe tiene algunos problemas», manifestó Bob Stanley, ayudante de médicos ortopedas jubilado que vive en Johnstown, Pensilvania, y que dijo que votará de nuevo por Trump.

Joshua Dyck, profesor adjunto de ciencias políticas en la Universidad de Massachusetts, en Lowell, dice que el énfasis en Harris revela que las críticas a Biden no funcionan.

«No quieren enfrentar a Joe Biden. Quieren enfrentar a cualquiera menos Joe Biden», manifestó.

Nada hace pensar que la estrategia de Trump esté haciendo cambiar de parecer a nadie. Rara vez un candidato a la vicepresidencia decide el voto de una persona, según Dyck, quien dirige el Centro para la Opinión Pública de UMass-Lowell.

Una excepción puede ser lo ocurrido en el 2008, cuando Sarah Palin puede haberle restado votos al republicano John McCain. Una encuesta hecha poco antes de la votación por el New York Times y CBS News indicó que el 59% de los votantes opinó que Palin no estaba preparada para ser presidenta. McCain tenía 72 años.

La preparación que tiene un candidato para ocupar la presidencia ha sido siempre la carta de presentación más importante de un aspirante a la vicepresidencia. Tanto Trump (74 años) como Biden (77) serían el político de mayor edad en la historia de Estados Unidos en asumir la Presidencia.

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