Por ARITZ PARRA
MADRID
Agencia AP

Se advierte una mezcla de temor y resignación detrás de las mascarillas de los padres que recogen libros escolares en un barrio obrero español donde los nuevos contagios de coronavirus no dejan de aumentar.

Las autoridades de Madrid, la capital con la segunda ola de coronavirus más grave de Europa, imponen nuevas restricciones a las reuniones sociales a partir del lunes, en coincidencia con la reapertura de la mayoría de las escuelas, considerada un posible punto de inflexión en la batalla contra el COVID-19.

Se enfocan particularmente en zonas como San Diego, un barrio culturalmente diverso de calles estrechas y apartamentos pequeños cuyos pobladores siguieron yendo a trabajar durante los meses de verano, en empleos generalmente manuales e inestables.

«El sur de Madrid es donde vive apiñada la mano de obra barata del norte», dijo Simona Filip, inmigrante rumana de 44 años, cuyo hijo de seis años se dispone a regresar a la escuela el martes.

Su hijo ha recibido clases online desde que España impuso la cuarentena a mediados de marzo y una ONG le dio a la familia una tablet electrónica para el chico.

«Mi hijo necesita estudiar en el colegio. Yo no le puedo ayudar con sus clases y mi marido necesita ir a trabajar», dijo Filip a The Associated Press.» No nos queda más remedio que confiar en las medidas de seguridad de la escuela, ¿qué podemos hacer si no?»

En las dos semanas pasadas España tuvo una incidencia acumulada de casi 213 casos confirmados por cada 100.000 habitantes, cuatro veces el promedio europeo. Pero en el distrito de Vallecas, cuyo centro es San Diego, ese índice estrechamente vigilado por los epidemiólogos se elevó a 1.300 la semana pasada y el viernes continuaba por encima de 1.000.

Jorge Nacarino, presidente de la asociación vecinal, dijo que la pobreza y los años de escasas inversiones en la zona han impulsado el brote. Los pequeños apartamentos baratos construidos entre 50 y 80 años atrás no han sido reemplazados, y ahora los ocupan grandes grupos familiares o de migrantes que no pueden pagar los precios elevados de otros barrios.

Como sucedió durante la primera ola, el distanciamiento social es difícil en los apartamentos, y muchas personas que tuvieron contacto con gente infectada no pueden dejar de trabajar para aislarse en cuarentena, dijo Nararino.

«Necesitamos un plan de inversión pública serio para la zona, desde centros de salud a equipamiento deportivo, pero también programas de atención social», dijo. «Han sido décadas de abandono por parte de los sucesivos gobiernos que San Diego se ha quedado estancado respecto a otras zonas colindantes».

Ante el aumento del desempleo, probablemente se multiplicarán los «narcopisos», departamentos vacíos que utilizan las pandillas para la distribución o el consumo de drogas, dijo Nacarino. Lo mismo sucedería con los antros de juego, considerados una fuente de problemas en la zona: al menos siete de esos establecimientos funcionan en un corto tramo de una de las calles principales de San Diego.

La prohibición vigente de realizar reuniones de más de 10 personas en exteriores se extiende a los interiores porque los contagios más recientes estaban vinculados con reuniones en viviendas privadas. La asistencia a funerales, entierros, bodas y festejos religiosos, así como las visitas en grupo a los museos o el turismo guiado también serán restringidos a partir del lunes.

Ya se habían impuesto restricciones a la vida nocturna, con cierre temprano de los parques para impedir que los jóvenes se reúnan a beber alcohol y hacer fiestas en grandes grupos, y la prohibición de fumar en público, medidas anunciadas en respuesta al aumento de casos nuevos desde mediados de julio.

Casi un tercio de los nuevos contagios se registraron en Madrid y cercanías, una región de 6,6 millones de habitantes con alta densidad poblacional y un centro de la actividad económica que atrae a trabajadores de todo el país. Al menos el 16% de las camas de hospital en Madrid están ocupadas por enfermos de COVID-19, la tasa más alta de todas las regiones españolas.

El jefe regional de salud, Enrique Ruíz Escudero, dijo que a pesar de las tendencias recientes, el brote «nada tiene que ver con la situación que vivimos hace dos meses».

«La pandemia en la comunidad de Madrid está estable y está controlada. Estamos preocupados (…) pero no estamos alarmados», dijo el funcionario.

Madrid está ampliando el número de rastreadores de contactos, uno de los aspectos más débiles al enfrentar la nueva ola de casos, y adquiriendo 2 millones de equipos de testeo rápido.

España, que se acerca al medio millón de casos confirmados desde febrero, está a la cabeza de la segunda ola de la pandemia en Europa. La tasa de incidencia ha superado los 212 casos por cada 100.000 habitantes durante las últimas dos semanas. Al menos 29.234 personas han muerto durante la pandemia.

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