Por STEVE PEOPLES, MICHELLE L. PRICE y ALEXANDRA JAFFE
WILMINGTON, Delaware, EE. UU.
Agencia AP
El expresidente Barack Obama advirtió ayer que la democracia estadounidense podría no sobrevivir a la reelección de Donald Trump. Más tarde, los delegados de la Convención Nacional Demócrata rompieron una barrera histórica al nominar a Kamala Harris como compañera de fórmula de Joe Biden, la primera mujer negra en una boleta presidencial.
Obama, quien también hizo historia al convertirse en el primer presidente afroestadounidense del país, pidió a los votantes que «asuman su propia responsabilidad como ciudadanos para asegurarse de que los principios básicos de nuestra democracia perduran. Porque eso es lo que está en juego ahora mismo. Nuestra democracia».
La tercera de las cuatro noches de la convención demócrata puso el foco en la necesidad de votar y en el compromiso de la formación con valores progresistas en temas como las armas y el cambio climático. Los demócratas calificaron las políticas de Trump de peligrosas, presentándolo como cruel en su trato a los migrantes, desinteresado en la crisis climática nacional y desbordado en casi todos los desafíos más urgentes que enfrenta el país.
Al mismo tiempo, figuras de alto perfil del partido se dirigieron directamente a las mujeres y a los votantes de color, cuya energía podría decir la carrera a la Casa Blanca en noviembre.
Harris, una senadora de California de 55 años e hija de migrantes jamaicanos e indios, abordó el racismo y la desigualdad desde una perspectiva personal que Biden no podrá ofrecer cuando acepte oficialmente la nominación presidencial del partido el jueves.
«No existe una vacuna para el racismo. Tenemos que trabajar», dijo Harris poniendo énfasis en sus palabras pese a hablar en un estadio casi vacío cerca de la casa de Biden en Delaware.
«Tenemos que trabajar para cumplir la promesa de igualdad de justicia ante la ley», añadió. «Ninguno de nosotros es libre hasta que todos seamos libres».
A 76 días de los comicios, Biden enfrenta la difícil tarea de movilizar a cada una de las distintas facciones que conforman hoy en día el Partido Demócrata, una coalición que abarca diferentes generaciones, razas e ideologías. Y este otoño los electores tendrán que lidiar además con las preocupaciones derivadas de la pandemia del coronavirus, que supone un riesgo para la salud de quienes quieran votar de forma presencial.
Biden encabeza muchas encuestas, pero sus partidarios dicen estar mucho más motivados por la antipatía hacia Trump que por el entusiasmo que genera el candidato, un hombre blanco de 77 años que lleva casi medio siglo en política.
Los demócratas esperan que Harris y Obama en particular puedan ayudar a acercar posturas entre quienes se sienten tranquilos por las credenciales de Biden y quienes desean un cambio más audaz.
La pandemia ha obligado al equipo de Biden a abandonar el formato tradicional de convención en favor de uno prácticamente virtual que ha eliminado gran parte de la pompa y boato que suelen definir las convenciones políticas.
Y tras dos noches con apariciones de republicanos, los demócratas hicieron hincapié el miércoles en los valores del partido en asuntos como el cambio climático y las armas, temas con una repercusión especial entre los votantes más jóvenes.
En lo relativo a las armas, Biden quiere revocar una ley que protege a los fabricantes de armas de fuego de demandas por responsabilidad, imponer controles de antecedentes universales para su adquisición y prohibir la fabricación y venta de armas de asalto y de cargadores de gran capacidad. Sobre clima, el candidato ha propuesto un plan de 2 billones de dólares para invertir en energías limpias y acabar con las emisiones de las plantas de energía estadounidenses para 2035, aunque sus propuestas no van tan lejos como el «Nuevo Acuerdo Verde» que prefieren los activistas.
La próxima semana, será el turno de Trump, quien tras abandonar sus planes de celebrar la Convención Nacional Republicana en Carolina del Norte y Florida, se espera que rompa la tradición y acepte su nominación desde los jardines de la Casa Blanca.
Trump dedicó parte de la semana a actos de campaña en estados en disputa en un intento de distraer la atención de la reunión demócrata. Aunque el miércoles no viajó, criticó a Biden y a su formación en una conferencia de prensa al tiempo que elogió a un grupo de teoría de la conspiración que afirma que los rivales del presidente están ligados al satanismo y al tráfico sexual de menores.
«Estamos salvando al mundo de una filosofía de izquierda radical que destruirá este país», dijo Trump. «Y cuando este país haya desaparecido, el resto del mundo le seguirá».
La hipérbole y los elogios a extremistas de ultraderecha se han convertido en un sello distintivo de la presidencia de Trump, que ha avivado las tensiones en el país y a alejado a aliados en todo el mundo.