Por BASSEM MROUE
BEIRUT
Agencia AP
Líbano afrontaba un aumento en los casos de coronavirus tras la devastadora explosión de este mes en el puerto de Beirut, que mató a decenas de personas e hirió a miles. Las autoridades sanitarias pidieron el lunes una cuarentena de dos semanas para intentar contener la pandemia.
Se esperaba que los contagios subieran tras la explosión del 4 de agosto, cuando casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio almacenadas en el puerto estallaron. Unas 180 personas murieron, más de 6.000 resultaron heridas y un cuarto de millón se quedó sin casas habitables. La detonación abrumó los hospitales de la ciudad, además de causar importantes daños en dos de ellos, que tenían un papel destacado en la lucha contra el virus.
Antes del repunte de casos, responsables de salud habían advertido del riesgo asociado a las aglomeraciones en los hospitales tras la explosión, en los funerales o buscando entre los escombros.
También se registraron protestas y manifestaciones, en las que los libaneses expresaron su indignación contra la clase gobernante y por décadas de mala gestión.
Líbano registró el domingo 439 casos nuevos del virus y seis muertes. Los nuevos contagios elevan a 8.881 los casos registrados en el pequeño país, de poco más de 5 millones de personas. Unas 103 personas han muerto por COVID-19 en Líbano.
Por su parte, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, UNRWA, dijo que cuatro palestinos habían muerto por el virus durante el fin de semana, multiplicando por dos, a ocho, el número de fallecidos por ahora en campos palestinos.
Líbano impuso en un principio estrictas medidas para controlar los contagios, pero los casos subieron tras el levantamiento de la cuarentena y el toque de queda nocturno. El único aeropuerto internacional del país reabrió a principios de julio.
El ministro de Salud, Hamad Hassan, advirtió de que la cifra real de afectados pudiera ser mucho mayor. Tras reunirse el lunes con autoridades médicas que reclamaron otra cuarentena de dos semanas, instó a todo el mundo a llevar mascarilla y dijo que el virus se había extendido a todas las ciudades y a casi todos los pueblos del país.
«Es una cuestión de vida o muerte», dijo Hassan, señalando que pronto los hospitales públicos y privados podrían no ser capaces de admitir más pacientes.
El sector de salud libanés se ha visto golpeado por la pandemia en medio de una crisis económica y financiera sin precedentes en el país. La explosión en el puerto de Beirut sólo agravó la presión sobre los hospitales de la capital y dejó fuera de servicio al menos tres centros médicos.
Por su parte, Irán, que tiene el peor y más letal brote de coronavirus en la región, reportó 165 muertes más, elevando el total de fallecidos por COVID-19 a 19.804.
Irán ha confirmado por ahora 345.450 casos del virus según la portavoz del Ministerio de Salud Sima Sadat Lari.