Por YURAS KARMANAU
MINSK, Bielorrusia
Agencia AP
Miles de trabajadores fabriles tomaron hoy las calles de Minsk, reclamando la renuncia del autoritario presidente de Bielorrusia Alexander Lukashenko. Era el noveno día seguido de protestas contra los resultados de unas elecciones que ampliaron su mandato de 26 años.
Casi 5.000 trabajadores de la planta de Minsk Tractor Works, que llevaban en huelga desde el lunes por la mañana, marcharon por las calles de la capital, reclamando que Lukashenko renunciara y cediera su puesto a Sviatlana Tsikhanouskaya, la principal candidata de la oposición.
Los resultados oficiales del 9 de agosto dieron a Lukashenko el 80% de los votos, y apenas el 10% a Tsikhanouskaya. La oposición afirma que las elecciones se amañaron.
«Lukashenko es el expresidente, tiene que irse», dijo a The Associated Press Sergei Dylevsky, líder de la protesta en la planta de tractores. «Sveta (Tsikhanouskaya) es nuestra presidenta, legítima y elegida por el pueblo».
Tsikhanouskaya, una exprofesora de inglés de 37 años, entró en la campaña después de que su marido fuera encarcelado en Bielorrusia. Ella logró unificar a la oposición, atrayendo a decenas de miles de personas a sus actos de campaña.
Las protestas a gran escala contra los resultados de la votación continuaron incluso después de que ella viajara apresuradamente a Lituania la semana pasada, un movimiento que según su campaña hizo bajo presiones. Las protestas han planteado el mayor desafío hasta ahora para el estricto mandato de Lukashenko sobre la exnación soviética, de 9,5 millones de personas.
Las autoridades bielorrusas intentaron en un principio sofocar las protestas, deteniendo a casi 7.000 personas en los primeros días de marchas. La policía fue agresiva, empleando granadas aturdidoras y balas de goma para dispersar a la multitud, hiriendo a decenas de personas.
Sin embargo, conforme las protestas crecían y la dura represión era criticada en Occidente, las fuerzas de seguridad empezaron a evitar la confrontación y el domingo parecían casi ausentes durante una marcha que atrajo a unas 200.000 personas.
Tsikhanouskaya dijo el lunes en un comunicado en video que estaba dispuesta a facilitar una repetición de las disputadas elecciones.
«Estoy lista para asumir la responsabilidad y actuar como líder nacional para que el país se tranquilice, vuelva a su ritmo normal, para que podamos liberar a todos los presos políticos y preparar legislación y condiciones para organizar nuevas elecciones presidenciales».
Lukashenko se mostró indignado ante la idea de negociar con la oposición, insistió en que su gobierno era el único legítimo y rechazó la idea de repetir los comicios, en una marcha ante sus seguidores el domingo. El asediado presidente dijo ante unas 50.000 personas que el país «perecería como estado» si eso ocurría, y calificó a los manifestantes de esbirros de agentes extranjeros.
El mandatario visitó el lunes otra planta de tractores y tachó las huelgas de insignificantes. «150 (personas) en alguna fábrica, incluso 200, no suponen una diferencia», dijo, en declaraciones citadas por la agencia estatal de noticias Belta.
Entre tanto, miles de trabajadores de otras plantas se congregaron ante la fábrica que había visitado, coreando «No somos borregos, somos personas» y «¡Huelga!».
Maria Kolesnikova, socia principal de Tsikhanouskaya, acudió al lugar y dijo que «ahora sólo la renuncia del expresidente (Lukashenko) calmará a la nación».
Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, convocó una reunión de emergencia de jefes de gobierno de la Unión Europea para abordar la crisis en Bielorrusia.
«La gente de Bielorrusia tiene derecho a decidir su futuro y a elegir libremente a su líder», tuiteó Michel, señalando que la videoconferencia se celebraría el miércoles a las 1000 GMT.