MADRID
Agencia DPA/Europa Press

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, viaja este viernes a Dakota del Sur para abrir frente al monte Rushmore la conmemoración anual del Día de la Independencia, en medio de un momento crítico por la pandemia de coronavirus y las protestas contra la brutalidad policial y el racismo, que en este último caso han adquirido una nueva faceta con las críticas al emblemático relieve, levantado en tierra originalmente propiedad de los indios sioux.

Como viene ocurriendo desde la reanudación de los mítines del presidente, el equipo de Trump se ha limitado a recomendar a los aproximadamente 7.500 asistentes que acudirán a la ceremonia el uso de mascarillas en lugar de imponer su uso frente a las recomendaciones de numerosos estados del país para evitar la propagación del coronavirus entre la población.

«Vamos a tener una noche tremenda», ha declarado Trump este jueves en la Casa Blanca, donde ha anunciado un «despliegue de fuegos artificiales como poca gente ha visto nunca».

Precisamente esta pirotecnia ha causado malestar entre activistas medioambientales y antiguos responsables de seguridad, que temen la declaración de incendios en las celebraciones anexas a la ceremonia. «Cualquier resto ardiendo, cualquier yesca podría causar un incendio porque el lugar está rodeado de bosques de pinos y su resina es extremadamente inflamable», ha declarado el antiguo responsable contra incendios del monumento Bill Gabbert al diario ‘USA Today’.

PROTESTAS INDÍGENAS

Durante la ceremonia de este viernes se espera el inicio de una protesta cerca del monumento, en la zona tradicionalmente conocida como Black Hills, a dos kilómetros del monte, por parte de activistas indígenas que exigen su eliminación al encontrarse en tierras apropiadas ilegalmente a la comunidad de los oglala sioux.

Los sioux son, por ley, legítimos propietarios de las tierras en virtud de un acuerdo de paz firmado en 1868 y que fue sumariamente ignorado por los buscadores de oro de finales del siglo XIX. El Gobierno estadounidense intentó renegociar la posesión de las tierras sin éxito, solo para acabar reclamándolas en 1877 antes de expulsar a los sioux a cinco reservas en Dakota del Sur.

Así, este viernes a las 15.00 horas comenzará la «Manifestación contra Trump» para reclamar la devolución de las tierras, monumento incluido. «Es un símbolo de limpieza étnica», ha lamentado el director ejecutivo del Consejo para el Tratado Sicangu Lakota, organización dedicada a aplicar la legalidad del tratado original, Phil Dos Águilas.

«Black Hills es un altar. Tenemos aquí lugares sagrados que nos unen con la ciencia y la astronomía de nuestros ancestros lakota sioux. Con esta visita», ha añadido, «Trump quiere recordarnos el constante genocidio del que está siendo objeto nuestro pueblo».

De igual modo, el presidente de la tribu de los oglala sioux, Julian Oso Corredor, ha declarado al presidente de Estados Unidos persona ‘non grata’ a la ceremonia en el Monte Rushmore. «Es una amenaza a mi pueblo y una amenaza contra esta tierra», ha declarado a la cadena NBC. A la protesta se espera que acudan unas 60 personas, según los organizadores.

SIN DISTANCIA SOCIAL

La gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, ha confirmado que los asistentes no tendrán que guardar tampoco la distancia social de dos metros recomendada por los expertos.

«Hemos dicho a la gente que haga gala de su responsabilidad personal. Todos ellos tienen la oportunidad de tomar una decisión con la que se sientan cómodos. Quienes estén preocupados, que no acudan. Quienes quieran llevar mascarilla, que lo hagan. Pero no vamos a imponer el distanciamiento social», ha manifestado a Fox News.

Por contra, los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos han alertado de que el evento del monte Rushmore entra en la categoría más peligrosa de la escala de propagación del virus en reuniones públicas: un encuentro sin distanciamiento social con personas procedentes fuera del ámbito local entre los asistentes.

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