Por MARIA CHENG y CHRISTINA LARSON
LONDRES
Agencia (AP)
A medida que se intensifican los esfuerzos por encontrar una vacuna para el nuevo coronavirus, los países ricos se apresuran a hacer pedidos y se plantean serios interrogantes acerca de si las naciones pobres tendrán acceso a vacunas que pueden salvar vidas.
Este mes las Naciones Unidas, la Cruz Roja Internacional y la Media Luna Roja dijeron que el acceso a una «vacuna del pueblo» era un «imperativo moral». Ese tipo de pronunciamientos, sin embargo, no hay forma de hacerlos realidad y, sin una estrategia muy bien pensada, la distribución de vacunas será desigual y extremadamente desordenada, según expertos en el tema de la salud.
«Tenemos esta hermosa ilusión de que todos tendrán acceso a la vacuna, pero no hay una estrategia para que eso suceda», dijo Yuan Qiong Hu, asesora legal de Médicos Sin Fronteras en Ginebra. Agregó que han tomado pocas medidas para garantizar una distribución justa.
En el pasado, señaló Hu, las empresas generalmente solicitaron patentes a cada paso del proceso de desarrollo y producción de una vacuna. «Pero no podemos darnos el lujo de lidiar con estos niveles de derechos privados para crear una ‘vacuna del pueblo'», manifestó.
La presidenta de Ghana Nana Akufo-Addo estuvo de acuerdo al hablar hace poco en una cumbre sobre la vacuna.
«Solo una vacuna del pueblo creada en base a principios de igualdad y solidaridad puede proteger a toda la humanidad del virus», dijo la mandataria.
En una cumbre de líderes africanos, el presidente chino Xi Jinping dijo el miércoles que las naciones de África debían ser «de las primeras en beneficiarse» de una vacuna contra el COVID-19 que está siendo creada en China. Por ahora, sin embargo, no se ha anunciado acuerdo alguno para que los chinos suministren la vacuna a los africanos.
A nivel mundial se están probando una docena de posibles vacunas contra el COVID-19, pero es poco probable que se autorice su venta antes del año que viene, en el mejor de los casos. De todos modos, varias naciones ricas ya están colocando órdenes de estas vacunas experimentales y esperan recibirlas antes de que se apruebe su venta.
Gran Bretaña y Estados Unidos están invirtiendo millones de dólares en varias potenciales vacunas y seguramente tendrán prioridad cuando se encuentre una. El gobierno británico dijo que si la Universidad de Oxford produce una vacuna que resulta efectiva, los primeros 30 millones de dosis serán para los británicos.
La vacuna de Oxford sería producida por AstraZeneca, laboratorio que ya firmó acuerdos por los que 300 millones de dosis irían a Estados Unidos.
El gobierno de Donald Trump dijo que establecerá un sistema por el cual las primeras dosis serán distribuidas entre las personas que más riesgos corren y los trabajadores que desempeñan funciones imprescindibles.
La Unión Europea, por su parte, tomó medidas la semana pasada para asegurarse su cupo. El sábado AstraZeneca firmó acuerdos con laboratorios de Alemania, Francia, Italia y Holanda para la producción de 400 millones de dosis hacia fin de año.
Entre los varios esfuerzos que hay para garantizar que los países pobres reciben vacunas está el de la alianza GAVI, cuyo CEO advirtió acerca del peligro que representaría el que no todos tengan acceso a las vacunas
«Incluso si algunas naciones consiguen vacunas, si hay brotes en otros sitios… seguirán comprometiendo un retorno a la normalidad en el mundo», dijo Seth Berkley, el CEO de GAVI.
GAVI y varios socios firmaron un acuerdo de 750 millones de dólares con AstraZeneca para adquirir 400 millones de dosis a fines del 2020. El gigantesco laboratorio anglo-sueco acordó asimismo conceder licencias para la vacuna al Instituto Serum de la India, para la producción de mil millones de dosis.
Johnson & Johnson y AstraZeneca han dicho que ofrecerán la vacuna a precios de costo a las naciones pobres durante la pandemia.
La Organización Mundial de la Salud y otros quieren que se cree un «pool de patentes» de vacunas para el COVID-19 y se suspendan los derechos de propiedad intelectual, para que los laboratorios puedan compartir libremente su información y sus conocimientos.
Los laboratorios, sin embargo, no parecen muy felices con esa idea.
Ejecutivos de Pfizer y de otros laboratorios dicen que se oponen a la suspensión de los derechos a las patentes.
Arzoo Ahmed, del Consejo de Bioética Nuffield, dijo que «tomó diez años hacer que las medicinas para el VIH/SIDA llegasen a los países de bajos ingresos» y que «no se puede apostar a la buena voluntad» de las empresas para garantizar una distribución equitativa de las vacunas contra el coronavirus.
«Los países tienen que llegar a un consenso. Esa es la única forma en que esto funcionará», afirmó Soumya Swaminathan, de la Organización Mundial de la Salud.