Por PAUL NEERGAARD
Agencia AP

Sobrevivientes de COVID-19 están donando su plasma sanguíneo con esperanzas de que ayude a otros pacientes a recuperarse. Y aunque aún no se sabe a ciencia cierta, los científicos están ahora examinando si las donaciones pudieran prevenir la infección.

Miles de pacientes con coronavirus ahora en hospitales en todo el mundo han sido tratados con lo que se llama plasma de convaleciente — incluso más de 20.000 en Estados Unidos — con poca evidencia hasta ahora de que tenga resultados. Un estudio reciente en China no estaba claro mientras que otro en Nueva York ofreció un destello de beneficio.

«Tenemos un atisbo de esperanza», dijo el doctor Shmuel Shoham, de la Universidad Johns Hopkins.

Con pruebas más rigurosas con plasma en curso, Shoham va a lanzar un estudio nacional para responder a la siguiente pregunta lógica: ¿Puede el plasma de sobrevivientes ayudar a prevenir la enfermedad?

Para determinarlo, investigadores en Hopkins y otros 15 sitios reclutarán a trabajadores de salud, cónyuges y residentes de hogares de en los que alguien acaba de enfermarse «y ellos están tratando de contener anticipadamente el contagio», dijo Shoham.

Es un estudio estricto: los 150 voluntarios serán escogidos al azar para recibir plasma de sobrevivientes de COVID-19 que contiene anticuerpos de coronavirus o plasma regular, como el usado diariamente en hospitales, que fue congelado antes de la pandemia. Los científicos van a tratar de determinar si existe una diferencia en quiénes se enferman.

Si funciona, el plasma de sobrevivientes puede tener importantes ramificaciones hasta que llegue una vacuna, creando el prospecto de proteger a personas en alto riesgo con infusiones esporádicas para fortalecer su inmunidad.

«Se trata de los paramédicos, los policías, los trabajadores de la industria avícola, oficiales en submarinos», dijo Shoham. «¿Podemos protegerlos generalmente?».

El nuevo coronavirus ha infectado a más de 7 millones de personas en todo el mundo y matado a más de 400.000, de acuerdo con conteos oficiales que se piensa son un subestimado. Por ahora, a falta de un tratamiento eficaz, los científicos están estudiando frenéticamente desde drogas que combaten otros virus hasta plasma de sobrevivientes, un remedio centenario usado para combatir infecciones antes de que aparecieran los medicamentos modernos.

La evidencia histórica es escasa, pero el uso más famoso del plasma fue durante la pandemia de influenza de 1918 y reportes indican que los receptores tenían menos riesgos de morir. Los médicos aún prueban el viejo enfoque para lidiar con brotes sorpresivos, como SARS, un primo de COVID-19, en 2002 y la epidemia de ébola en África occidental en 2014, pero incluso esos usos recientes carecieron de estudio riguroso.

Cuando el cuerpo encuentra un nuevo germen, produce proteínas llamadas anticuerpos dirigidas específicamente a combatir la infección. Los anticuerpos flotan en plasma — el componente líquido amarillento de la sangre.

Como la formación de anticuerpos suele tomar semanas, la esperanza es que la transfusión de los anticuerpos de otra persona ayude a los pacientes a combatir el virus antes de que su propio sistema inmunológico lo haga. Una donación es usualmente dividida entre dos o tres tratamientos.

Y a medida en que más personas sobreviven COVID-19, se multiplican los llamados para que donen plasma a fin de poder contar con cantidad suficiente en caso de que los estudios resulten positivos. Además de las infusiones tradicionales, las donaciones pueden ser combinadas con un producto de dosis alta. Grifols está produciendo dosis de esa «globulina hiperinmune» para un estudio a iniciarse el mes próximo.

Aparentemente el plasma de convaleciente se puede usar sin inconvenientes, dijo el doctor Michael Joyner, de la Clínica Mayo. Su equipo monitoreó a los primeros 5.000 receptores de plasma en un programa auspiciado por la FDA que ayuda a hospitales a usar el tratamiento experimental y encontró pocos efectos serios.

¿Ayuda en la recuperación? Una pista aparece entre los primeros 39 pacientes tratados en el Hospital Mount Sinai en Nueva York. Los estudiosos compararon a cada receptor de plasma con otros cuatro enfermos de COVID-19 que no recibieron plasma pero que estaban en el mismo rango de edad, igualmente enfermos y estaban recibiendo la misma cantidad de oxígeno. Las personas que recibieron plasma antes de necesitar una máquina para respirar tuvieron una menor tasa de muerte que los no receptores de plasma, dijo el doctor Sean Liu, principal autor del estudio.

«Realmente tratados de centrarnos en los pacientes que estaban a inicios de su tratamiento, preferiblemente las primeras dos semanas de la enfermedad», dijo.

«Siendo un médico durante este tiempo, uno se siente impotente», añadió Liu, que resaltó que se necesitaba un estudio más riguroso pero que estaba contento de haber tratado ese primer estudio. «Ver morir a personas es desgarrador».

Pero los resultados del primer estudio estrictamente controlado fueron decepcionantes. Los hospitales en la ciudad china de Wuhan, origen del virus, estaban comparado a varios pacientes gravemente enfermos severamente y asignados aleatoriamente para recibir plasma de convaleciente o atención regular, pero se quedaron sin nuevos casos cuando el virus comenzó a desaparecer allí.

Con solamente la mitad de los 200 pacientes planeados, más receptores de plasma sobrevivieron, pero los estudiosos no pudieron determinar si era una diferencia real o una coincidencia, de acuerdo con un reporte en la Journal of the American Medical Association la semana pasada.

La prueba real provendrá de estudios estrictos, en curso, que comparan a pacientes asignados a recibir plasma de sobrevivientes o un placebo.

Complicando más la búsqueda de respuestas, los sobrevivientes de COVID-19 tienen una variada serie de anticuerpos. Y aunque los estudiosos quieren usar lo que Shoham llama el material «de alto octanaje», nadie sabe cuál es la mejor dosis a usar.

«Aproximadamente 20% de los pacientes recuperados y donantes tienen una fuerte inmunidad», estimó el doctor Michele Donato, del Centro Médico de la Universidad Kackensack, quien está estudiando por cuánto tiempo os pacientes retienen ese nivel de protección.

Esas son las personas que los estudiosos quieren sean donantes reiterados.

«Es, pienso, nuestra tarea como humanos dar el paso adelante y ayudar en la sociedad», dijo Aubrie Cresswell, de 24 años, vecina de Bear, Delaware, que ha donado tres veces y seguirá haciéndolo.

Una donación fue enviada a un amigo de un amigo, que estaba hospitalizado y «me hizo llorar. Yo estaba abrumada porque la familia estaba muy agradecida».

Artículo anteriorFlorida: comunidades de inmigrantes azotadas por coronavirus
Artículo siguienteProtestas contra opresión: Legado de Leopoldo II en la mira