Por GABRIELA SELSER
MANAGUA
Agencia AP
Luego de 34 días de estar ausente y desatar especulaciones sobre su salud y el manejo de su gobierno ante el nuevo coronavirus, el presidente nicaragüense Daniel Ortega reapareció el miércoles en público y aseguró que el país lucha «con paciencia» contra el COVID-19, aunque las autoridades sanitarias regionales han criticado a su administración por negarse a tomar medidas restrictivas para enfrentar la pandemia.
Vestido con una chaqueta negra sobre una camisa blanca y una gorra azul con el escudo de Nicaragua, el exguerrillero de 74 años compareció por cadena nacional de televisión junto a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, y varios de sus ministros.
Ortega, que gobernó por primera vez en 1980 y se enfrentó en su país a grupos apoyados por Estados Unidos conocidos como «contras», dijo que el coronavirus «es una señal que Dios», que no quiere que los gobiernos «gasten miles de millones de dólares en bombas atómicas, en bases y alianzas militares».
«El Señor nos está mandando esta señal», dijo y agregó que por eso el COVID-19 «es la oportunidad de hacer un cambio hacia la paz… de cambiar las armas atómicas por hospitales».
Ortega dijo que del 11 de marzo, cuando se detectó el primer caso de coronavirus en Nicaragua, al 15 de abril, en el país han muerto 1.237 personas, pero sólo una por coronavirus. Las demás fallecieron «por tumores malignos, diabetes, enfermedades renales, infartos y accidentes de tránsito», afirmó.
El mandatario, que se ha resistido a decretar cuarentena y a cerrar las fronteras de Nicaragua, al tiempo que ha promovido marchas, festivales masivos y viajes a la playa, dijo que la pandemia ha tenido «un avance lento» en el país y que los tres casos positivos hasta hoy «son importados».
Sentados a lo largo de una larga mesa de reuniones, ninguno de los funcionarios —como tampoco Ortega ni Murillo- usaban barbijos. El rostro del gobernante, que habló durante un largo rato, lucía relajado y descansado.
Ortega aseguró que los nicaragüenses «no han dejado de trabajar, porque si este país deja de trabajar, se muere». El gobierno decretó 15 días de vacaciones y suspensión de clases como un largo «receso» de Semana Santa, que se prevé concluya el 20 de abril.
Criticó los sistemas sanitarios en Estados Unidos y otros países desarrollados, donde, dijo, «faltan camas e instrumentos médicos, porque el servicio de salud no llega al pueblo ni a los pobres».
«La potencia más grande de la humanidad no tiene capacidad para dar respuesta a sus propios ciudadanos en las ciudades de Estados Unidos» y lo mismo sucede en Europa, indicó.
Por el contrario, señaló, Nicaragua «tiene el menor número de casos en la región» centroamericana porque «hemos construido muchos hospitales y tenemos personal médico capacitado».
La directora de la Organización Panamericana de Salud, Carissa Etienne, dijo hace unos días que estaba preocupada porque Nicaragua se había negado a actuar para controlar la propagación, lo cual aumentaba el riesgo de una pandemia.
Ortega no dijo cuántas pruebas de coronavirus se han realizado hasta el momento en el país.
Expertos epidemiólogos afirman que en Nicaragua existe «un subregistro» porque las autoridades de salud no estarían realizando suficientes pruebas para detectar la presencia del virus.
El gobernante sandinista añadió que esta pandemia también debe servir para «refundar las Naciones Unidas, todos los instrumentos regionales que están desacreditados, decrépitos, desgastados».