El presidente brasileño Jair Bolsonaro saluda a partidarios y periodistas al arribar a una conferencia de prensa en el palacio presidencial de Planalto, Brasilia, 27 de marzo de 2020. Bolsonaro dice que la pandemia es un problema menor y pasajero, a pesar de que crece la incidencia de COVID-19 en el país más grande de Latinoamérica. Foto La Hora: AP/Andre Borges

RÍO DE JANEIRO
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A medida que aumenta la incidencia del COVID-19 en el país más grande de Latinoamérica, el presidente brasileño Jair Bolsonaro insiste que se trata de un problema menor y pasajero y que las medidas drásticas para contenerlo son innecesarias. Ningún mandatario de un gran país tiene una posición tan desdeñosa.

Bolsonaro dice que su respuesta a la enfermedad es similar a la de su colega estadounidense, Donald Trump, pero el mandatario brasileño ha ido más allá, al calificarla de «gripecita» y al decir que los gobernadores de los estados cometieron verdaderos crímenes al tomar medidas enérgicas para contener la pandemia.

Bolsonaro dijo el jueves a los periodistas en Brasilia que en su opinión la inmunidad natural de los brasileños protegerá a la nación. «Hay que estudiar al brasileño. No se contagia de nada. Uno ve a un tipo tirarse de cabeza a la cloaca, ¿cierto? No le pasa nada. Creo que mucha gente ya estaba infectada en Brasil, hace meses o semanas y ya tienen los anticuerpos que ayudan a no proliferarse», dijo Bolsonaro. «Tengo la esperanza de que sea una realidad».

Un video titulado «Brasil no puede parar» que circuló en redes sociales provocó una respuesta furiosa de la brasileña Monica de Bolle, investigadora sénior del Instituto Peterson de Economía Internacional.

«¿Sabes qué sucederá, Bolsonaro? Brasil SÍ parará. Tu irresponsabilidad provocará miles de muertes evitables», tuiteó de Bolle el viernes. «Los pulmones destruidos de esta gente, así como los órganos de quienes no podrán recibir atención médica, caerán sobre ti. Adicionalmente, Brasil no te perdonará».

Bolsonaro, de 65 años, no da señales de vacilar en su posición a pesar de que los casos confirmados de COVID-19 superan los 3.400, las muertes se acercan al centenar y la abrumadora mayoría de los brasileños exigen medidas estrictas contra el virus. La encuestadora Datafolha halló que el 73% de la gente apoya el aislamiento total y el 54% está de acuerdo con las medidas más enérgicas de los gobernadores. El respaldo a Bolsonaro llegó apenas al 33%.

¿Cree realmente Bolsonaro, como dice, que una combinación de medicamentos y el clima tropical de Brasil vencerán al virus? Es posible, pero los analistas sostienen que detrás de su posición desafiante hay un cálculo político.

Bolsonaro puede haber concluido que, al ir a reelección en dos años y medio, la mayoría de los brasileños prestará más atención a la economía que a la cifra de muertos por COVID-19. Al calificar la amenaza de exagerada y las cuarentenas decretadas por los gobernadores de innecesarias, prepara el terreno para culpar a otros por cualquier eventual recesión.

«Si las cosas evolucionan realmente mal desde el punto de vista económico, puede señalar a los gobernadores», dijo vía telefónica Christopher Garman, director gerente para América de la consultora de riesgos políticos Eurasia Group. «Lo que no está calculando es el golpe que podría recibir en la opinión pública por no haber manejado bien la crisis de salud pública.

Los gobernadores de Sao Paulo y Río de Janeiro, los estados más afectados, han prohibido las reuniones públicas, cerrado las escuelas y negocios y exhortado a observar una estricta distancia sana. Los dos son opositores a Bolsonaro y posibles candidatos a la presidencia en 2022. Adicionalmente, tienen respaldo: 25 de los 27 gobernadores firmaron una carta a Bolsonaro en la que le piden que adopte medidas estrictas contra el virus.

Bolsonaro, devoto de Trump, dijo que escuchó las declaraciones de su colega estadounidense y considera que sus posiciones son similares. Al igual que Trump, ha tratado de mitigar la ansiedad al destacar los beneficios aún no demostrados de la cloroquina para tratar el virus. El jueves eliminó los aranceles sobre el fármaco, que se usa para tratar la malaria.

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