Una empleada de un restaurante de comida china con mascarilla recibe a una clienta en Londres. FOTO LA HORA/AP/FRANK AUGSTEIN.

Por KELVIN CHAN y MAE ANDERSON
LONDRES
Agencia AP

Un peluquero de Beijing con esposa y un hijo está usando su tarjeta de crédito para comprar comida y para cubrir otros gastos mientras espera que reabra la peluquería donde trabaja. Un mesero de un restaurante de Kansas City se lava las manos a cada rato y cruza los dedos para que no le pase nada. Un chofer que hace entregas a domicilio en Gran Bretaña teme contagiarse de la gente que recibe los paquetes.

Mucha gente que quiere evitar contraer el coronavirus puede trabajar desde su casa o llamar enfermo si siente algún síntoma, pero una cantidad de personas que están en contacto con el público no pueden darse ese lujo.

Su situación se ve agravada a menudo por las políticas de su patrón sobre ausencias por enfermedad o por seguros médicos inadecuados, dejándolos vulnerables a un virus que se expande rápidamente, que ya ha costado miles de vidas y que genera penurias económicas a mucha gente.

«Las recomendaciones acerca de lo que debe hacer la gente para protegerse ponen de manifiesto al marcado contraste entre los empleados de administrativos y los obreros», dijo Shannon Liss-Reardon, abogada especializada en Derecho Laboral de Boston. «Nuestra sociedad no está preparada para lidiar con una crisis como esta, que afectará en forma desproporcionada a los trabajadores más vulnerables, que ganan menos».

En la mayoría de los casos, el coronavirus causa síntomas moderados, como fiebre y tos. En algunos, sobre todo las personas mayores o con problemas de salud, puede tener consecuencias más serias, incluidas neumonías.

El grueso de las personas se recupera. La Organización Mundial de la Salud dice que puede tomar entre tres y seis semanas. En China, donde surgió el brote del virus en diciembre, casi tres cuartas partes de los 80.000 contagiados ya se recuperaron.

Si bien empresas tecnológicas como Facebook, Amazon y Microsoft permiten a sus empleados trabajar desde sus casas, esa no es una opción generalizada. En Estados Unidos, un país avanzado, por ejemplo, solo el 29% de la fuerza laboral puede hacerlo. Mendy Hughes, cajera de un Walmart de Malvern, Arkansas, atiende a cientos de personas por día y no quiere pensar lo que pasaría si contrae el virus o entra en contacto con alguien infectado y debe permanecer 14 días en su casa.

«Podría pedir una licencia, pero no cobraría», expresó Hughes, quien cobra 11,60 dólares la hora. «No sé cómo mantendré a mi familia».

Hughes es diabética y tiene cuatro hijos. Tiene derecho a 48 horas de ausencia por enfermedad anuales.

El martes, Walmart anunció que todo empleado que trabaje en una región donde hay cuarentena o que tenga el virus recibirá dos semanas de paga. Ese plazo podría prolongarse a 26 semanas si la persona no se recupera rápido.

En Estados Unidos, el 27% de los trabajadores del sector privado no tienen derecho a ausencias pagadas por razones médicas, según la Oficina de Estadística Laborales. Otros países como Gran Bretaña están viendo cómo asistir a personas que no tienen empleos permanentes.

En Gran Bretaña, Ed Cross, quien hace entregas de encomiendas a domicilio, sufre pensando que podría contagiarse del virus a través del aparato que entrega a la gente para que firme al recibir un paquete.

«La gente tose y se cubre con las manos, y luego toma el aparato. Uno trata de hacérselo notar con una broma», dijo Cross, de 53 años. «Pero es una realidad que confrontamos a diario».

«Podemos ir a la casa equivocada y contagiarnos. Así de sencillo», expresó Cross, quien hace poco entregó encomiendas a 110 personas en un solo día en Whitby, al norte de Inglaterra.

En un indicio de que las empresas están tomando conciencia del problema, su compañía, Hermes, dispuso un fondo de un millón de libras (1,3 millones de dólares) para ayudar a choferes que deben encerrarse en sus casas.

Uber, por su parte, dijo que compensará a sus conductores por hasta 14 días si se enferman o deben ponerse en cuarentena.

El virus ha sacado a la luz deficiencias en la cobertura médica cuando más se la necesita. La mayoría de los países europeos y Canadá tienen un seguro médico universal. Estados Unidos, en cambio, dispone de una combinación de seguros públicos y privados. Un 69% de los empleados de empresas privadas tienen cobertura médica, pero esa cifra es de solo el 43% entre los empleados de servicios. Numerosos trabajadores a tiempo parcial o contratistas independientes no tienen cobertura médica.

El mesero Joey Ingham, quien trabaja en un restaurante de Kansas City frecuentado por viajeros, dice que no tiene seguro médico. Lo único que puede hacer ante el coronavirus es lavarse las manos a menudo.

«Si no vengo a trabajar, no llego a fin de mes», explicó.

Liss-Reardon dijo que la mayoría de los trabajadores independientes o temporales que representa no tienen seguro médico.

«No tendremos una población totalmente cubierta hasta que no tengamos un seguro universal», manifestó. «Se van a dar estas enormes grietas. Los que salen perdiendo son los pobres y los más vulnerables».

En Francia, donde la gente tiene derecho a no trabajar y seguir cobrando si considera que su sitio de trabajo es peligroso, algunos empleados del sector de servicios se quedaron en sus casas por poco tiempo por temor al contagio. El personal del Louvre, el museo más visitado del mundo, se negó a trabajar por dos días y regresó solo después de que el museo anunció una serie de medidas contra el virus.

«Pedimos guantes, desinfectantes y mascarillas para los choferes», dijo Bastien Berthier, del sindicato de empleados del metro de París.

En China, surgió el virus hace dos meses, muchos trabajadores del sector de servicios la tienen peor todavía, ya que los negocios no se mueven porque la gente es obligada a permanecer en sus casas.

Un peluquero de Beijing que dio solo su apodo, Long, dijo que tiene esposa e hijo y que paga todo con tarjetas de crédito.

«Puedo pedir una licencia, pero no cobro si no trabajo», dijo Long, de 33 años.

La guía turística de la región de Huangshan, al este de China, Jiang Yanlin dijo que no gana nada desde mediados de enero y que no tiene beneficios sociales.

«Si no trabajo, no cobro. Todos estamos en la misma aquí en la zona turística de Huangshan», expresó Jiang, de 33 años. «Nadie viaja. Todo el mundo tiene miedo».

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