Policías antimotines griegos, vistos entre el humo durante enfrentamientos en la frontera entre Grecia y Turquía, en Kastanies, en la región de Evros, hoy. FOTO LA HORA/AP/GIANNIS PAPANIKOS.

Por COSTAS KANTOURIS
KASTANIES, Grecia
Agencia AP

Las autoridades griegas emplearon gases lacrimógenos y cañones de agua para repeler a los migrantes que trataron de cruzar la frontera desde Turquía hoy en la mañana. Del lado turco, agentes dispararon rondas de gases lacrimógenos hacia la parte griega.

Desde hace más de una semana, miles de refugiados y otros migrantes intentan pasar a Grecia a través de su frontera terrestre, en el este del país, o por mar, luego de que Turquía anunció que sus fronteras con Europa, antes custodiadas, quedaban abiertas.
Turquía dijo que desplegó más de mil efectivos de las fuerzas especiales de la policía en su lado de la frontera para impedir que las autoridades griegas devuelvan a los migrantes que intentan llegar allí.

Muchos estaban acampados en el lado turco esperando para poder cruzar pese a que Grecia insistió en que su frontera permanece cerrada. Los reporteros no podían acercarse a la zona fronteriza turca, pero vieron al menos un bus lleno de gente que partía de allí el viernes en la mañana. No estuvo claro a dónde se dirigía el vehículo.

Tras meses de amenazas, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo que su país dejaría de ser el guardián de Europa. El mandatario había pedido más ayuda de la Unión Europea para asumir la carga de atender a los refugiados, pero Bruselas insiste en que ya está cumpliendo con un acuerdo que supone el desembolso de miles de millones de euros a cambio de que Ankara los mantenga en su territorio.

Su decisión y la situación posterior en la frontera con Grecia preocupaba a los gobiernos europeos, que siguen sufriendo las consecuencias políticas de la migración masiva que comenzó hace cinco años.

La iniciativa de Erdogan se produjo tras una ofensiva del gobierno de Siria en la provincia de Idlib, en el noroeste del país, donde ambos ejércitos están enfrentados. El operativo, respaldado por Rusia, mató a docenas de soldados de Ankara y llevó a cerca de un millón de civiles sirios a la sellada frontera turca.

El alto el fuego para Idlib negociado por Erdogan y su homólogo ruso, Vladimir Putin, ayer, entró en vigor a medianoche. Activistas de la oposición y un grupo que monitorea la guerra reportaron una total ausencia de aviones de combate de Damasco y Moscú en los cielos de la región, donde había una relativa calma. No estuvo claro de inmediato si la tregua afectará también a la situación en la frontera grecoturca.

En la actualidad, en Turquía hay más de 3,5 millones de refugiados sirios, y Erdogan amenazaba a menudo con abrir su frontera. Según el presidente, Bruselas no cumplió su parte del pacto de más de 6 mil millones de euros diseñado para frenar la llegada de migrantes a Europa tras la entrada de más de un millón en 2015.

Las autoridades griegas han repetido que los que tratan de cruzar al país no son ni refugiados de Idlib ni, en su mayoría, sirios. La mayoría de los reporteros vieron que pudieron ingresar a suelo griego eran de Afganistán u otros países.

La situación en las fronteras griegas ha alarmado a los países del bloque. Sus ministros de Exteriores celebraban hoy una cumbre extraordinaria en Zagreb, Croacia, para abordar la situación en Siria.

El jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, dio la bienvenida al alto el fuego. «Veamos cómo funciona. Esa es la precondición para aumentar la ayuda humanitaria para la gente en Idlib», explicó.

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