El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. FOTO LA HORA/AP/EVAN VUCCI.

Por JONATHAN LEMIRE y ZEKE MILLER
WASHINGTON
Agencia AP

El presidente Donald Trump festejó el resultado del Supermartes, del que salieron dos contendientes demócratas que él cree poder definir y derrotar, pero persisten algunos temores no expresados en la Casa Blanca.

El temor es que la contienda demócrata produzca una versión envalentonada del hombre que le causaba tal preocupación a Trump, que tomó medidas que hicieron que el Congreso le realizara un juicio político.

Es decir, de Joe Biden.

Con todo, sobraban razones para que Trump se sintiera complacido por la ronda de votaciones en 14 estados, de la cual salieron como precandidatos un vehemente propulsor del socialismo democrático (Bernie Sanders) y un veterano representante del establishment (Biden). Dejó fuera de combate al exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, cuyos inagotables millones irritaban sobremanera al presidente, y desplazó a la senadora Elizabeth Warren, una polemista temible.

Significa que Trump librará la batalla por la reelección en terreno conocido, lo que le permite recurrir a las mismas estrategias de ataque que le dieron la victoria en 2016.

En público, Trump y los suyos se mostraron exultantes porque el notable resurgimiento de Biden convirtió la contienda demócrata en una pugna entre dos.

En el círculo en torno al presidente dicen que Sanders, con su propaganda desembozada por el «plan de salud para todos», la universidad gratuita y otras expresiones de deseos es demasiado izquierdista para la abrumadora mayoría de la gente. También dicen que Biden está lastrado por su trayectoria de décadas en Washington y las preguntas en torno a la conducta de su hijo Hunter.

«En verdad, es un caso de ‘cara gano yo, cruz pierdes tú'», dijo el director de comunicaciones de la campaña de Trump, Tim Murtaugh.

Pero tanta confianza no excluye cierto temor.

Durante todo el año pasado, Trump y su equipo han tratado de mostrar a los contendientes demócratas como un conjunto de extremistas de izquierda. Pero el atractivo de Biden en sectores de la clase trabajadora y su pragmatismo político no se corresponden con esa caracterización. Los aliados de Trump tratan de pintar a Biden como un liberal en materia de control de armas, pero él supo diferenciarse de las posiciones más extremas de sus rivales.

El presidente siempre ha querido tener a Sanders como oponente electoral. Ávido por incidir en las primarias demócratas, ha tratado de alentar las divisiones en el partido con su insistencia constante en que el establishment demócrata trata de robarle la candidatura. Ha tratado de sembrar dudas sobre la imparcialidad de la contienda con la esperanza de convencer a los seguidores acérrimos y agraviados de Sanders de no concurrir a las urnas en noviembre.

Pero Biden sigue siendo el blanco principal de Trump y sus asesores.

Consideran que el ex vicepresidente es el candidato más apto para recrear la coalición que llevó a su antiguo jefe, Barack Obama, a la Casa Blanca y para ganar los votos de trabajadores blancos de estados como Pensilvania, Michigan y Wisconsin, que le dieron el triunfo a Trump.

Con todo, Trump no pudo evitar referirse con admiración al resurgimiento de Biden, del que dijo que «pensándolo bien, es un rebote notable».

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