Por STEVE PEOPLES, ALEXANDRA JAFFE y MICHELLE L. PRICE
LAS VEGAS
Agencia AP
Desde el primer minuto, los demócratas asediaron al multimillonario neoyorquino Mike Bloomberg e interrogaron a Bernie Sanders sobre su inflexible estrategia progresista, en un combativo debate anoche que amenazó con enturbiar aún más la urgente búsqueda de un candidato demócrata para enfrentar al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en las elecciones de este año.
Bloomberg, exalcalde de la ciudad de Nueva York y que fue republicano, tuvo un accidentado debut en los debates de primarias, obligado a defender sus acciones y declaraciones pasadas sobre raza, género, así como por su riqueza personal. Sanders, por su parte, intentó responder a las preguntas agresivas sobre su defensa del socialismo democrático y su salud, tras sufrir un ataque al corazón el año pasado.
El noveno debate de las primarias incluyó los segmentos más agresivos en un año de proceso demócrata para designar a un candidato a la presidencia. La tensión reflejó la creciente ansiedad entre aspirantes y líderes del partido ante la posibilidad de terminar con un candidato que no logre reunir un amplio apoyo en noviembre para derrotar a Trump.
La campaña está a punto de subir la marcha. Nevada vota el sábado, seguida por Carolina del Sur el 29 de febrero. En menos de dos semanas votan más de una docena de estados en el Súper Martes, cuando se decide aproximadamente un tercio de los delegados necesarios para obtener la candidatura.
La senadora de Massachusetts Elizabeth Warren luchaba por la supervivencia de su campaña, y se destacó con ataques reiterados a Bloomberg. Warren intentó debilitarle ante la base demócrata, incómoda con su amplia fortuna, sus comentarios ofensivos sobre estrategia policial para con las minorías y sus comentarios condescendientes sobre mujeres, incluyendo las que trabajaron en su empresa.
Warren describió a Bloomberg como «un multimillonario que llama a la gente yeguas gordas y lesbianas con cara de caballo».
No fue la única.
Sanders arremetió contra las iniciativas policiales de Bloomberg como alcalde de Nueva York, que según dijo iban dirigidas contra «afro-estadounidenses y latinos de una manera escandalosa».
Y el exvicepresidente Joe Biden criticó que la política de «detención y registro» de Bloomberg acabó «arrojando a 5 millones de hombres negros contra la pared».
Desde la distancia, Trump se sumó a los ataques contra Bloomberg.
«Oigo que les están dando una golpiza esta noche, ustedes saben que está en un debate», dijo Trump en un mitin en Phoenix.
En una noche que amenazaba con empañar el brillo de una imagen cuidadosamente construida con anuncios en televisión, Bloomberg no logró defenderse de los ataques relacionados con la raza y el género. Pero se mostró firme y sin avergonzarse por su fortuna y cómo la utilizaba para conseguir cambios importantes para los demócratas. Se centró especialmente en Sanders y en el hecho de que se describe como un socialista demócrata.
«No creo que el senador tenga ninguna posibilidad de derrotar a Donald Trump», señaló Bloomberg, antes de señalar la creciente fortuna de Sanders. «¡El socialista más conocido del país resulta ser un millonario con tres casas!».
Sanders defendió sus propiedades indicando que tiene una en Washington, donde vive, y dos en Vermont, el estado al que representa en el Senado.
Aunque Bloomberg fue el blanco preferido el miércoles, el debate también era una importante prueba para Sanders, que se está situando como favorito en las primarias, tanto si al aparato del partido le gusta como si no. Un creciente grupo de donantes, cargos electos y estrategas políticos temen que la inflexible política progresista de Sanders pueda ser un desastre en unas elecciones generales contra Trump, pero no han logrado ponerse de acuerdo en un solo candidato moderado.
Pete Buttigieg, exalcalde de South Indiana, atacó a Bloomberg y Sanders, advirtiendo que uno amenazaba con «prender fuego» al Partido Demócrata y el otro intentaba comprarlo.
Describió a los dos aspirantes como «las dos personas más divisivas en este escenario», con pocas posibilidades de derrotar a Trump o de ayudar a los candidatos demócratas que luchan por escaños en el Congreso.
Bloomberg y Sanders fueron los más atacados, pero los otros cuatro candidatos en el escenario no se jugaban menos.
Biden, ex vicepresidente durante dos mandatos y que fuera el favorito de la corriente tradicional del partido, intentó desesperadamente insuflar nueva vida a su renqueante campaña, que inició la noche al fondo del grupo de moderados, por detrás de Buttigieg y la senadora de Minnesota Amy Klobuchar. Y tras un mal resultado la semana pasada en Nueva Hampshire, Warren peleaba por reactivar su campaña hacia la Casa Blanca.
Un miembro de la campaña de Warren dijo en Twitter que su combativa primera hora de debate había sido su mejor hora de recaudación de fondos «hasta la fecha».
Sanders, el otro candidato progresista mejor posicionado, sufrió ataques de Biden y Bloomberg por sus convicciones socialistas democráticas.
Como ha hecho varias veces en el último año, Sanders defendió el coste de su plan de sanidad «Medicare para todos», que eliminaría la industria de los seguros privados a cambio de un sistema sanitario financiado por el gobierno que daría cobertura a todos los estadounidenses.
«Cuando le preguntas a Bernie cuánto costaría, la última vez dijo ‘Ya lo descubriremos'», bromeó Biden. «Cuesta más de 35 billones de dólares, seamos realistas».
La hostilidad entre Buttigieg y Klobuchar se hizo patente cuando el exalcalde de Indiana criticó duramente a la senadora de Minnesota, que ha servido tres legislaturas, por no poder responder preguntas en una entrevista reciente sobre política mexicana y olvidar el nombre del presidente de México.
Buttigieg señaló que su rival está en un comité que supervisa cuestiones comerciales en México y «no puedo decir literalmente ni una cosa sobre la política del país».
Ella replicó: «¿Estás diciendo que soy tonta? ¿Te estás burlando de mí?».
Más tarde, ella atacó a Buttigieg diciendo «ojalá todo el mundo fuera tan perfecto como tú, Pete».
El debate terminó con una pregunta sobre la posibilidad de que los demócratas sigan divididos durante toda la campaña de primarias, con una resolución final en una disputada convención nacional en julio.