Jyoti Rani llora al contar su historia en un centro de desintoxicación en el que procura poner fin a su adicción al tramadol en Kapurthala, India. FOTO LA HORA: CHANNI ANAND/AP.

Por EMILY SCHMALL y CLAIRE GALOFARO
KAPURTHALA, India
Agencia (AP)

El panorama se hace cada vez más alarmante: Confiscan camiones llenos de pastillas, niños que se toman las píldoras, encuentran pastillas en los bolsillos de terroristas muertos.

Se le dijo al mundo que las pastillas son más seguras que oxycontin, vicodin y los fentanilos, que han causado tantos estragos. Pero ahora están en el epicentro de lo que las Naciones Unidas llama «la otra crisis de los opioides», una epidemia que no genera tantos titulares como las pastillas de Estados Unidos pero que está teniendo efectos devastadores en los países más vulnerables del planeta.

El abuso del opioide tramadol abarca continentes, desde la India hasta África y el Medio Oriente, creando un descalabro internacional que los expertos atribuyen a lagunas en las regulaciones de los narcóticos y a malas evaluaciones de los riesgos de la droga.

Se dijo que este opioide producido por el hombre podía aliviar los dolores sin generar abusos. A diferencia de otros opioides, el tramadol es de venta libre y no está sujeto a los controles internacionales de medicamentos más peligrosos.

Pero el abuso es tan grave hoy que algunas naciones están pidiendo la intervención de las autoridades internacionales.

Este despacho fue producido con el apoyo del Centro Pulitzer de Reportajes sobre Crisis.

Grunenthal, la compañía que produjo originalmente el medicamento, quiere que las cosas queden como están. Dice que las regulaciones internacionales dificultan el acceso a las medicinas en países con sistemas de salud desorganizados y que incorporar al tramadol a la lista de sustancias restringidas privará a los pacientes de esa droga.

«Es un gran dilema de salud pública», dijo Gilles Forte, secretario del comité de la Organización Mundial de la Salud que recomienda qué sustancias deben ser reguladas. El tramadol está disponible en zonas de combate y en naciones pobres porque no está regulado. Y se lo usa ampliamente por las mismas razones. «Es muy difícil encontrar el equilibrio justo», afirmó Forte.

Tramadol no es tan letal como otros analgésicos, pero numerosos gobiernos se han dado cuenta de que de todos modos conlleva riesgos y están tratando de controlar su venta. Punjab, estado del norte de la India, acaba de sumarse a esa batalla. Hay pastillas por todos lados. Se vende en farmacias y también abundan las imitaciones en la calle.

Este año las autoridades confiscaron cientos de miles de pastillas, prohibieron la mayor parte de las ventas en las farmacias y cerraron centros de producción de pastillas falsas, lo que hizo que el precio de diez pastillas suba de 35 centavos a 14 dólares. El gobierno abrió una red de centros de atención, temerosos de que quienes se hicieron adictos empiecen a usar heroína en un gesto de desesperación. Cantidades de personas buscaron ayuda para lidiar con intensos síntomas de abstinencia.

Para algunos, el tramadol es tan vital como la comida.

«Si no comes, te sientes hambriento. Lo mismo te pasa con esto», dijo Deepak Arora, soldador de un taller mecánico de 30 años que llegó a consumir 15 pastillas diarias y a robarle a su familia para comprarlas. «Eres como un muerto».

Jeffrey Bawa, funcionario de la Oficina de las Naciones Unidas sobre Drogas y Delincuencia, se dio cuenta de lo que estaba pasando en el 2016.

La policía empezó a encontrar pastillas en los terroristas, que las trafican para financiar sus actividades, según Bawa.

La mayoría provenían de la India, que tiene una pujante industria farmacéutica impulsada por medicamentos genéricos baratos. Los laboratorios producen imitaciones y las distribuyen por todo el mundo, en dosis que exceden por mucho los límites permitidos.

Un adicto a las drogas tirado en una calle de Kapurthala. La India es uno de los países donde el opioide tramadol está causando estragos. FOTO LA HORA: CHANNI ANAND/AP.

Las autoridades dijeron en el 2017 que habían confiscado un cargamento de tramadol valuado en 75 millones de dólares que estaba destinado a la organización Estado Islámico. También interceptaron 600.000 pastillas para Boko Haram. Otros 3 millones fueron encontradas en una camioneta en Níger, en cajas que tenían el logo de la ONU para disimular. El organismo advirtió que el tramadol estaba teniendo «efectos desestabilizadores en la región».

Grunenthal hace fuerza para que el tramadol no sea regulado. Financió varios estudios según los cuales su regulación impediría combatir los dolores y envió gente a la OMS para exponer la tesis de que la pastilla es menos riesgosa que otros opioides.

El portavoz Stepan Kracala dijo que la regulación podría tener efectos contraproducentes y hacer que pacientes desesperados acudan al mercado negro si no hay opciones legales.

Eso es lo que pasó en la India, que reguló el tramadol en el 2018. Los reguladores dijeron que las exportaciones y el abuso a nivel interno mermaron. Pero reconocieron también que es prácticamente imposible contener el abuso y las exportaciones ilegales en un país con una industria farmacéutica enorme. Sigue siendo fácil encontrar tramadol.

Parada en la entrada de su casa, Jyoti Rani señaló hacia varias viviendas de su barrio de Kapurthala donde dijo que se vendía el medicamento.

La adicción de Rani comenzó cuando falleció su hijo de 14 años y ella cayó en un estado de depresión.

«Me quería matar, pero terminé haciéndome adicta», manifestó entre lágrimas. Un médico le recetaba tramadol para combatir sus adicciones, y lo único que hizo fue generar una nueva adicción.

Ahora es una de unas 30.000 personas de Punjab que van a clínicas del gobierno a recibir tratamiento diario.

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