Grupos sindicales se concentran frente al capitolio estatal en Madison, Wisconsin, en la campaña por la destitución del entonces gobernador Scott Walker. La campaña actual para realizarle juicio político al presidente Donald Trump tiene muchas similitudes con aquélla. FOTO LA HORA: CRAIG SCHREINER/WISCONSIN STATE JOURNAL /AP.

Por SCOTT BAUER
MADISON, Wisconsin, EE.UU.
Agencia (AP)

Un dirigente polarizador forzó a la oposición demócrata a tomar medidas extremas. El ambiente político era tóxico, con debates ríspidos y escasos puntos de coincidencias. El enfrentamiento desembocó en un choque político de alto riesgo que fascinó a todo Estados Unidos y moldeó la siguiente elección.

Esta fue la lucha de 2012 por la destitución del gobernador republicano Scott Walker, no la de 2019 para realizarle juicio político al presidente Donald Trump, pero los que conocieron la primera encuentran claras similitudes entre ambas y una lección para los demócratas acerca de los peligros de ir demasiado lejos.

«En ambos casos creían que porque algo les provocaba malestar se los provocaba a todos», dijo Walker al describir una de las lecciones que recogió de la campaña fallida para destituirlo. «Que tu base tenga convicciones firmes sobre algo no significa que también las tenga la mayoría de los demás votantes».

Si bien en 2012 los moderados se negaron a sumarse a los liberales para destituir a Walker, los demócratas sostienen que no se debe dar por sentado que votarán por Trump el año próximo en Wisconsin, un estado considerado crucial en 2020. Una cosa es destituir a un mandatario en funciones y otra cosa es decidir si lo reeligen o no.

«A la gente puede no gustarle el juicio político porque acentúa el drama de su presidencia, pero eso no significa que no tengan opinión o que simpaticen con Trump», dijo Jon Erpenbach, senador estatal demócrata en Wisconsin.

El intento de destituir a Walker derivó de una ley que sancionó a pocos meses de asumir, la que eliminaba la negociación colectiva de los contratos de trabajo para la mayoría de los empleados públicos. Las consiguientes protestas masivas colocaron a Wisconsin en el centro de una lucha nacional por los derechos sindicales.

Activistas furiosos reunieron casi un millón de firmas a favor de la destitución. Aunque los demócratas habían combatido la ley con uñas y dientes y algunos senadores abandonaron el estado en determinado momento para evitar la votación, al principio eran renuentes a apoyar la destitución por miedo a perjudicar la reelección del entonces presidente Barack Obama en 2012.

La destitución se convirtió en una batalla indirecta de cara a la elección presidencial: los demócratas sostenían que Walker atacaba injustamente a los docentes, personal de enfermería y otros empleados públicos para debilitar a los sindicatos que tradicionalmente apoyaban a los candidatos demócratas.

Walker sostuvo que su ley no debía sorprender a nadie, ya que hizo campaña con la propuesta de poner límites a los aumentos salariales y además que no era justo apelar al recurso extraordinario de la destitución debido a una diferencia política.

Walker ganó la reelección en junio 2012, se erigió en héroe para los conservadores y en 2015 intentó disputar la candidatura presidencial republicana, pero apenas cinco meses después Obama ganó fácilmente en Wisconsin, en camino hacia su reelección.

Se acusa a Trump de retener indebidamente la ayuda militar que necesitaba Ucrania para resistir la agresión rusa a fin de obligar al nuevo presidente ucraniano a investigar a su rival político, Joe Biden. Trump ha dicho que estaba en su derecho, que sólo intentaba que Ucrania investigara la corrupción y que el juicio político es un intento de los demócratas de destituirlo.

Tanto el juicio político como la destitución de un gobernador son sucesos sumamente inusuales. Sólo se han realizado juicios políticos a dos presidentes: Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton 130 años después. Richard Nixon estuvo al borde de ser despedido en 1974, pero renunció. Walker fue apenas el tercer gobernador en enfrentar una elección de destitución y el primero en ganarla.

El hecho de que ambos recursos sean tan inusuales tal vez explica la renuencia de los votantes a adoptarlos, dijo Charles Franklin, estudioso de las tendencias de voto en Wisconsin para la Universidad Marquette.

Una encuesta de la Facultad de Derecho de Marquette realizada cuando comenzaban las audiencias para un juicio político indicó que el 53% de los votantes en Wisconsin se oponían a la destitución de Trump, mientras que el 40% estaba a favor. Las encuestas nacionales han dado resultados más parejos.

Más problemático para los demócratas de Wisconsin es que, mientras el 78% de los demócratas apoya la destitución de Trump mediante un juicio político, el 93% de los republicanos se opone. La unidad del oficialismo y la falta de unidad de la oposición es otro paralelismo con la campaña contra Walker, dijo Franklin.

Mike Tate, presidente del Partido Demócrata de Wisconsin durante la campaña por la destitución y actualmente un consultor, dijo que no se debe deducir de la posición de los independientes sobre el juicio político la que será su posición en las elecciones. Una vez finalizado el proceso actual, los demócratas hablarán sobre muchos otros asuntos durante la campaña presidencial.

«El juicio político quedará en el espejo retrovisor», dijo.

Pero Stephan Thompson, quien dirigía el Partido Republicano estatal y la reelección de Walker en 2014, sostiene que el juicio político es «un suceso tan monumental en la historia y la política» que penderá sobre los demócratas durante el resto del ciclo y les impedirá ganar a los moderados.

«Cuando la izquierda se extralimita, eso ayuda a unirse con la gente porque todos están juntos en la trinchera», dijo. «Creo que es algo que no comprenden».

Artículo anteriorVoces de manifestantes: Colombianos comparten su descontento
Artículo siguienteCambio climático: ¿Se pueden salvar los océanos?