Policías con equipo antimotines avanza entre una nube de humo para detener a un manifestante en la Universidad Politécnica de Hong Kong. FOTO LA HORA/NG HAN GUAN/AP

POR KEN MORITSUGU/AP
HONG KONG

La policía hongkonesa utilizó hoy gas lacrimógeno y balas de goma para combatir a los manifestantes que intentaban romper un cordón policial que atrapaba a cientos de activistas en un campus universitario.

Los manifestantes avanzaron hacia la policía desde fuera del perímetro mientras otros salían del campus, enarbolando sus emblemáticos paraguas. En algunos lugares, la policía intervino para reducir a manifestantes y hacer detenciones.

No estaba claro si alguno de los manifestantes que estaban en la Universidad Politécnica de Hong Kong había logrado escapar.

La semana laboral en Hong Kong comenzó con varias protestas que interrumpieron el tráfico y escuelas cerradas por motivos de seguridad. Por un momento hubo un receso en la enconada batalla por el control del campus de la Politécnica, cuando la policía pasó de emplear gas lacrimógeno y cañones de agua contra los activistas a esperar a que salieran.

Los inconformes pasaron días fortificando el complejo universitario para impedir el acceso de la policía. El lunes, arrinconados por las autoridades, intentaban salir.

La policía rechazó un intento de salida por la mañana con gas lacrimógeno, empujando a cientos de manifestantes de vuelta al campus.

Es un patrón que se ha repetido en los meses de protestas contra el gobierno en la ciudad. Los manifestantes quieren evitar ser detenidos. La policía quiere arrestar al mayor número posible.

“Estos alborotadores también son delincuentes. Tienen que afrontar las consecuencias de sus actos”, afirmó Cheuk Hau-yip, comandante del distrito de Kowloon Oeste, donde se encuentra la universidad.

“Aparte de salir para rendirse, no veo en este momento que haya ninguna opción viable para ellos”, dijo.

La policía tenía la capacidad y determinación de poner fin al pulso de forma pacífica, afirmó, de modo que los manifestantes no debían “abusar de su suerte”.

Por su parte, los inconformes ganaron una batalla legal cuando el alto tribunal del territorio derogó una prohibición a las máscaras introducida el mes pasado por el gobierno. La corte dijo que no consideraba que las leyes contra las máscaras fueran ilegales en general, pero que en este caso, la ley infringía derechos fundamentales más de lo razonablemente necesario.

Muchos manifestantes llevan máscara para proteger su identidad de las cámaras de vigilancia, que podrían utilizarse para identificarles, detenerles y procesarles. La prohibición ha sido ignorada de forma generalizada, y la policía ha presentado cargos contra manifestantes por llevar máscara.

Las protestas comenzaron de forma pacífica a principios de junio en respuesta a una propuesta de ley que habría permitido extraditar a sospechosos de delito a la China continental para juzgarlos allí. Para cuando se retiró la propuesta, las protestas habían crecido para convertirse en un movimiento de resistencia contra Beijing y el gobierno del territorio semiautónomo chino.

Los activistas ven la ley de extradiciones como un ejemplo de cómo se está degradando la autonomía hongkonesa bajo la autoridad de Beijing, desde que Gran Bretaña devolvió la excolonia en 1997.

El director de un diario nacionalista chino dijo que la policía hongkonesa debería emplear francotiradores con munición real contra los manifestantes violentos.

“Si se mata a los alborotadores, la policía no debería tener que asumir responsabilidad legal”, afirmó en el medio social Weibo Hu Xijin, editor del Global Times.

Por otro lado, la policía emitió una orden de búsqueda para una mujer herida después de que, según dijeron, varios manifestantes detuvieran la ambulancia en la que iba, lanzaran piedras y ladrillos al interior y la liberaran de la custodia policial.

Un agente hizo tres disparos, aunque según la policía no alcanzó a nadie.

La mujer, de 20 años, había sido detenida en la calle Nathan, cortada por manifestantes, por participar en asamblea ilegal. Cualquiera que ayudara a la mujer afrontaba cargos de asistir a un delincuente, penados con hasta 10 años de prisión, según un comunicado en la página de Facebook de la policía.

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