Una seguidora del expresidente de Bolivia, Evo Morales, sostiene la bandera wiphala que representa a los pueblos indígenas, ante soldados que bloquean una calle en el centro de La Paz, Bolivia. FOTO LA HORA: NATACHA PISARENKO/AP.

Por LUIS ANDRÉS HENAO y JUAN KARITA
SACABA, Bolivia
Agencia (AP)

La crisis política de Bolivia se tornó letal ayer luego de que las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra seguidores de Evo Morales en una ciudad del centro del país. El incidente causó al menos cinco muertos y docenas de heridos y amenazó los esfuerzos del gobierno interino para restaurar la estabilidad tras la renuncia del expresidente por una disputa electoral.

La mayoría de los fallecidos y heridos en Sacaba, cerca de la ciudad de Cochabamba, presentaban disparos, dijo Guadalberto Lara, director del Hospital México de la localidad, a The Associated Press acerca de lo que describió como la peor violencia que vio en sus 30 años de carrera.

Manifestantes enojados y familiares de las víctimas se congregaron en el lugar de las balaceras coreando “¡Guerra civil, ahora!”.

Morales, que recibió asilo político en México tras su dimisión el domingo, calificó lo ocurrido en Twitter de “masacre” y se refirió al gobierno interino de Bolivia, encabezado por la presidenta Jeanine Áñez, como una dictadura.

“Ahora asesinan a nuestros hermanos en Sacaba, Cochabamba”, escribió en otro tuit.

Según los participantes en la protesta, la policía disparó cuando los manifestantes, entre los que había muchos cocaleros que respaldaron al primer presidente indígena del país, intentaron cruzar un puesto de control militar. Emeterio Colque Sánchez, un universitario de 23 años, dijo que vio los cadáveres de varios manifestantes y a unas de dos docenas de personas que fueron trasladadas a hospitales, muchas de ellas cubiertas de sangre.

Antes en el día, Áñez dijo que Morales podría enfrentar cargos por fraude electoral si regresa desde Ciudad de México, aunque el derrocado líder sostiene que sigue siendo el presidente porque la legislatura aun no aprobó su renuncia. La líder interina señaló además que el exmandatario no podrá participar en los nuevos comicios presidenciales que buscan solucionar el enfrentamiento político en la nación andina.

Morales renunció el domingo tras protestas en todo el país por el supuesto amaño de las elecciones del 20 de octubre en las que asegura que ganó la reelección para un cuarto mandato. Una auditoria de la Organización de Estados Americanos detectó irregularidades generalizadas en los comicios. El expresidente niega que existiera fraude.

Las familias de las víctimas de Sacaba las velaron en una vigilia el viernes en la noche. Una mujer llorosa puso su mano sobre un ataúd de madera rodeado de flores mientras preguntaba: “¿Esto es democracia? Así matando como si fuera cualquier cosa”. Otra lloraba y rezaba en quechua sobre el féretro de Omar Calle, que estaba cubierto con la bandera nacional boliviana y la “wiphala”, que representa a los pueblos indígenas.

La Defensoría del Pueblo lamentó los decesos en la operación conjunta entre la policía y el ejército y pidió al gobierno interino que investigue si las fuerzas de seguridad actuaron en los límites de la constitución y los protocolos internacionales de respeto de los derechos humanos.

El ministro interino de la presidencia, Jerjes Justiniano, dijo a reporteros en La Paz que cinco personas fallecieron y estimó que otras 22 resultaron heridas. Lara, el director del hospital, elevó la cifra de lesionados a 75 personas.

Justiniano llamó al diálogo entre todas las partes implicadas en el conflicto y apuntó que las investigaciones preliminares apuntaron a la utilización de “armas militares”.

En una entrevista con la AP en México el jueves, Morales dijo que aunque presentó su renuncia, el Congreso nunca la aceptó, por lo que puede decir que “sigo siendo presidente”.

Morales señaló que abandonó el cargo por la por la presión del ejército el jefe de las fuerzas armadas había “sugerido” su salida y por las amenazas de violencia contra sus colaboradores.

Áñez rechazó su argumento.

Partidarios de Morales, que fungió como presidente Bolivia por cerca de 14 años y era el último sobreviviente de la “marea rosa” de líderes izquierdistas que llegaron al poder en Sudamérica, protestan desde su caída en desgracia e instalaron barricadas que causaron el cierre de escuelas y escasez de combustible en la capital.

En La Paz, agentes antimotines dispararon gases lacrimógenos contra manifestantes que arrojaban piedras. Los niños y ancianos que quedaron atrapados en medio de los disturbios trataron de refugiarse en negocios que ya habían bajado cerrado las persianas metálicas para protegerse de los saqueos. En algunas gasolineras se formaron grandes filas tras los bloqueos en la cercana ciudad de El Alto, un importante centro de distribución de combustible.

Áñez, que era la senadora opositora de mayor rango en la cámara alta, se autoproclamó presidenta alegando que todos los que estaban en la línea sucesoria antes que ella todos partidarios del exdirigente renunciaron. En un comunicado, el Tribunal Constitucional respaldó su afirmación de que no necesita que ser ratificada por el Congreso, controlado por el Movimiento al Socialismo de Morales.

Parte de la oposición a Morales nació de su rechazo a aceptar el resultado que un referéndum que le habría prohibido presentarse a la reelección.

Morales cambió la política de este país gobernado durante décadas por descendientes de europeos de tez más clara al revertir la profunda desigualdad. La economía creció con fuerza gracias a la subida del precio de las materias primas. Además, promulgó una nueva Constitución que creó un Congreso con escaños reservados para minorías indígenas y de permitir el autogobierno de las comunidades nativas.

Pero muchos se desencantaron por su insistencia en aferrarse al poder

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