Los testigos William Taylor (Der.) y George Kent (Izq.) llegan al Congreso de Washington para declarar en la primera audiencia abierta el público. FOTO LA HORA/ANDREW HARNIK/AP

POR JONATHAN LEMIRE /AP
NUEVA YORK

Durante tres años, Donald Trump ignoró olímpicamente todas las convenciones de la Presidencia. Hoy, sin embargo, confronta los límites de su poder en un proceso que puede desembocar en un juicio político y que entra en una nueva etapa con audiencias públicas en las que sus acciones estarán a la vista de todos.

Trump aceptó la nominación republicana diciendo que “solo yo puedo resolver” los problemas de la nación. Cuando fue elegido, se abocó a transformar la Presidencia, debilitando o desmantelando las instituciones asociadas con el poder ejecutivo.

Ahora, una serie de funcionarios públicos de carrera prestarán testimonio en las vistas de la Cámara de Representantes en las que se decidirá si corresponde hacerle un juicio político al Presidente, jurando decir la verdad, no lo que quiere oír Trump.

“Trump puede hacer a un lado las tradiciones y las delicadezas del cargo, pero no puede ignorar la Constitución”, dijo Douglas Brinkley, historiador presidencial de la Rice University. “Durante Watergate, mucha gente pensó que si caía un presidente, el sistema de venía abajo. Pero la lección que dejó el caso de (Richard) Nixon es que la constitución es resistente y que el país puede sobrellevar algo así”.

Los demócratas tratan de demostrar que Trump procuró extorsionar a otro país, Ucrania, para forzarlo a investigar supuestas irregularidades de un rival suyo, Joe Biden. Pero incluso si la cámara baja hace de Trump el tercer presidente que enfrente un juicio político en Estados Unidos, pocos esperan que el Senado, controlado por los republicanos, lo destituya.

De todos modos, “incluso si es reelegido, quedará manchado”, dijo Brinkley. “No saldrá de esto fácilmente. Esto tiene un costo”.

La etapa del juicio político que inició hoy es determinante para la Presidencia de Donald Trump.
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Trump enfrenta esta investigación básicamente solo, como a él le gusta.

Suspendió las sesiones informativas diarias en la Casa Blanca, hace anuncios él mismo en su cuenta de Twitter y prefiere transmitir su mensaje en caóticas conferencias de prensa en la Oficina Oval o al bajar del helicóptero presidencial. Se ha quejado de la falta de apoyo de su equipo y de los republicanos en el Congreso, insistiendo en que dejen de cuestionar el proceso con miras a un juicio político y empiecen a defender sus acciones, un pedido que no cayó bien entre algunos republicanos a los que les cuesta asimilar las cambiantes explicaciones de la Casa Blanca.

Si bien algunos asesores del Presidente creen que un juicio político podría beneficiarlo en las elecciones, Trump no quiere saber nada del proceso. Defiende su conversación telefónica con el presidente de Ucrania Volodymyr Zelenskiy que generó este proceso y sostiene que todo es una conspiración de los demócratas.

La investigación se puso en marcha luego de que un informante expresase alarma por lo hablado cuando Trump conversó con Zelenskiy tras su victoria electoral en Ucrania. En la llamada Trump pareció insinuar que una ayuda militar a Ucrania dependía de que el gobierno anunciase una investigación de Biden y su hijo.

Los partidarios de Trump han tratado de desacreditar el proceso, cuestionando los métodos empleados y a los testigos.

“En el fondo, este es un proceso impulsado por burócratas que tratan de socavar la política exterior de ‘Estados Unidos Primero’ del presidente Trump y de demócratas que quieren perjudicarlo de cara a las elecciones del 2020”, manifestó Jason Miller, asesor del Presidente durante la campaña del 2016. “Si los republicanos se mantienen unidos, Trump no solo sobrevivirá a esto, sino que saldrá airoso de esta farsa del impeachment y será reelegido”.

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