POR MARY CLARE JALONICK Y ZEKE MILLER /AP
WASHINGTON
¿Se justifica un juicio político o no?
La televisación de las audiencias sobre la investigación con miras a un posible juicio político de Donald Trump ofrece a demócratas y republicanos la mejor oportunidad de moldear la opinión pública en relación con los manejos del Presidente estadounidense en Ucrania.
Los demócratas creen que los testimonios ofrecerán una vívida prueba de una conducta inapropiada por parte del mandatario, mientras que los republicanos dicen que se hará evidente que no hay justificaciones para un “impeachment”.
Trump corre peligro de ser apenas el tercer Presidente estadounidense que enfrenta un juicio político, algo poco oportuno en momentos en que se prepara para buscar la reelección. Los demócratas, no obstante, no están seguros acerca del impacto que tendrá este proceso en el electorado, sobre todo si no hay fisuras en los partidos y todo se hace siguiendo las líneas partidarias.
Los demócratas piensan insistir en que Trump presionó a Ucrania para que investigue a los demócratas mientras su gobierno retenía ayuda militar a este aliado del este de Europa, fronterizo con Rusia.
Todos los testigos que declararán esta semana –el diplomático William Taylor, el subsecretario de estado George Kent y la exembajadora de Estados Unidos ante Ucrania Marie Yovanovitch– ya expresaron preocupación por el comportamiento de Trump en vistas a puertas cerradas llevadas a cabo el mes pasado.
Pero esta vez lo harán por televisión y lo podrá ver todo el mundo.
Los demócratas estiman que son tres testigos con mucha credibilidad, detallistas y bien ubicados para contar la historia al pueblo estadounidense.
“Esto es algo muy sencillo, sin misterios”, dijo la representante Jackie Speier, integrante de la comisión de inteligencia de la Cámara de Representantes, que es la que organiza las audiencias. “El Presidente violó las leyes. Habló por teléfono con el Presidente de Ucrania y le dijo necesito un favor. Acto seguido le pidió que investigase a su rival”.
Los demócratas afirman que las mejores pruebas que tienen no son los testigos, sino la transcripción de esa llamada de julio entre Trump y el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy.
Trump pidió el “favor” de la investigación cuando Zelenskiy mencionó la ayuda militar.
Los testigos les dijeron a los investigadores que a distintos niveles del gobierno había preocupación porque Trump y su abogado, Rudy Giuliani, presionaban para que los ucranianos investigasen a Joe Biden y su familia, así como el papel que podría haber tenido Ucrania en las elecciones presidenciales del 2016.
Taylor y Kent prestarán testimonio el miércoles, Yovanovitch el viernes. Yovanovitch es una figura central en la investigación pues su destitución en mayo por iniciativa de Trump y Giuliani generó interrogantes en la comunidad diplomática estadounidense. Taylor la reemplazó y lidió con las presiones de Trump sobre los ucranianos.
Kent es un alto funcionario del Departamento de Estado enfocado en Ucrania que le dijo a los investigadores, igual que hicieron otros, que tenía entendido que la ayuda militar llegaría a cambio de las investigaciones, el quid pro quo que está en el corazón de la investigación.
Trump, quien seguramente verá las audiencias desde la Casa Blanca, niega cualquier quid pro quo y destaca que ninguno de los testigos tiene conocimiento directo de lo que pensaba.
Se espera que los republicanos machaquen sobre ese aspecto.
Ninguno de los testigos ha dicho que tuvo conversaciones relevantes con Trump y varios de los relatos giran en torno a conversaciones que escucharon de otras personas. Esto hace que los republicanos afirmen que los demócratas no tienen pruebas directas.
Se espera asimismo que los republicanos insistan en que la llamada de julio, que Trump tildó de “perfecta”, no revela un quid pro quo.
Es previsible, por otra parte, que los republicanos incorporen otros elementos. La lista de testigos que presentaron incluye a algunas figuras relacionadas con la investigación de Rusia del fiscal especial Robert Mueller, que podría es un esfuerzo de David Nunes, el republicano de mayor rango en la comisión de inteligencia, por desviar la atención y enfocarla en las denuncias de los republicanos de que el Departamento de Justicia está prejuiciado en contra de Trump.
Desde que empezó la investigación, Trump se ha limitado a objetar el proceso y a criticar a funcionarios públicos que describe como parte del movimiento “Trump jamás”. Pero sus propios aliados le piden que dé respuestas más sustanciales a las acusaciones que le hacen.