París/EFE
El presidente francés, Emmanuel Macron, provocó una gran polémica en su país al endurecer su tono sobre la inmigración, lo que le ha valido hoy críticas desde la extrema derecha, la izquierda y organizaciones humanitarias.
A pocos días de que los parlamentarios abran el debate sobre la nueva ley de inmigración, previsto para el próximo día 30, el presidente aseguró ayer lunes durante una reunión con su partido que Francia tiene que ser más firme en la aplicación de la ley, en particular en la acogida de refugiados.
«No podemos desviar la mirada de este asunto», dijo Macron, quien aseguró que a fuerza de hacerlo durante años el tema ha dado réditos a la extrema derecha.
El presidente sostuvo que su formación, La República en Marcha, amenaza con convertirse «en un partido burgués» porque «a los burgueses no les afecta» la inmigración, ya que «no se la encuentran» en la calle, a diferencia de las clases populares, «que viven con ella».
«La izquierda no ha querido afrontar el problema durante décadas. Las clases populares se han ido a la extrema derecha», indicó.
El Gobierno francés considera que el número de demandas de asilo se han disparado en Francia, mientras que en el resto de Europa están en retroceso.
De las 100 mil registradas en 2017 se pasará a las 130 mil este año, un aumento que Macron explica por la mala organización de Francia, al tiempo que cree que las mafias se aprovechan de esos instrumentos.
Su discurso, que puede marcar un endurecimiento de la política de asilo del país, ha sido comparado con el de su antecesor conservador, Nicolas Sarkozy.